Después de memorables metidas de pata, como decir que hay mujeres que se practican abortos a los siete u ocho meses de embarazo, y frases poco felices, Fernando Iglesias, un día, compró todos los números del sorteo para que sus pares solicitaran formalmente su expulsión de la Cámara de Diputados.
Gabriela Cerruti junto a otras catorce diputadas nacionales, presentaron un pedido de exclusión por las declaraciones sexistas que hizo contra Florencia Peña, por su visita a la residencia de Olivos.
«Para mí, la señorita iba a ayudarlo a encontrar la perilla que enciende la economía para poner la Argentina de pie», fue uno de los mensajes que le dedicó en Twitter a la actriz, al que se le sumó luego el de otro diputado macrista, Waldo Wolff: «Pero ella de rodillas, no?»
Desde el PRO, en principio no hubo declaraciones de rechazo a los dichos de Iglesias. «Hay enojo, pero estamos de campaña» dijeron las mujeres de los equipos de campaña de Juntos por el Cambio. El ala dura del PRO, como de costumbre, salió con toda la artillería a defender a Iglesias que en estas elecciones renueva su mandato.
Por su parte, la diputada Monica Macha, también presidenta de la Comisión de Mujeres y Diversidad, explicó que presentaron el pedido de exclusión de Fernando Iglesias de la Cámara de Diputados porque «la violencia machista no es gratuita y nuestra vida democrática necesita estar libre de violencias». El pedido fue motivado por la ola de comentarios machistas de Iglesias sobre las visitas a la residencia presidencial, no sólo de Florencia Peña, sino también de Ursula Vargues y Sofía Pacchi, actual colaboradora de la primera dama. «Escándalos sexuales», llamaron a las reuniones que mantuvieron estas mujeres con Alberto Fernández en abril del año pasado, sin tener en cuenta que en esa ronda de visitas también estuvo Adrián Suar, Marcelo Tinelli, Carlos Rottemberg y Marcelo Gallardo.
Pareciera ser que Iglesias es el referente asignado por el PRO para arrancar titulares a los portales web con declaraciones impensadas por cualquier político que se precie de tal. Aunque en el PRO hay varios que corren cabeza a cabeza con Iglesias a la hora de defender como sea a Macri o cualquier acción del gobierno anterior.
Eso sin dejar de lado las alocuciones del legislador dentro del recinto en las sesiones. Ya durante el debate por la reforma del impuesto a las Ganancias, Cerruti había denunciado que había tratado de «loca», «boluda» e «infradotada» a ella y a otras diputadas del Frente de Todos. «El diputado Fernando Adolfo Iglesias sigue siendo emisor de mensajes de odio y de violencia contra las mujeres», dice el documento que lleva la firma de 15 legisladoras.
«Yo estoy orgullosa de toda la lista que me acompaña. Con errores, con aciertos, compartimos los mismos valores», fue la primera respuesta ante este conflicto. Lo dijo María Eugenia Vidal.
Aunque a medida que las expresiones de repudio contra Iglesias se multiplicaban, desde su entorno aseguraban que estaba enojada y que se había comunicado con Iglesias para que se retractara públicamente. «No comparto la forma en la que se refirió Fernando Iglesias a las mujeres en sus tuits. Queremos una sociedad que siga avanzando hacia formas más equitativas, y para eso tenemos que cuidar las expresiones», dijo después, con pocas ganas y como «al pasar», la actual precandidata a diputada nacional.
«Lo que tuiteó Fernando Iglesias está pésimo. Hay que pedir explicaciones convincentes sobre la actividad de los no esenciales en Olivos especialmente a altas horas de la noche, pero de todos, varones y mujeres y hacerlo sin insinuaciones ni prejuicios», dijo Silvia Lospennato, la única militante del PRO que salió a repudiarlo públicamente.
Aunque segundos después lanzó «Festejar un cumpleaños cuando se lo prohibís al resto de los ciudadanos es una falta de ética suficiente para que rindan cuentas», contra Alberto, como para equiparar sus dichos anteriores.
Uno que sorprendió fue el presidente del bloque del PRO en Diputados, Cristian Ritondo que, aunque con mucha suavidad, también cuestionó a Iglesias, «La política tiene otra altura, no comparto ese tipo de chistes».
Por su parte y muy lejos del arrepentimiento, Iglesias, Wolff y demás avispados del PRO, siguieron insistiendo, «las visitantes VIP desvían la atención haciéndose las víctimas», fue el tuit de Jorge Enríquez, «la pretensión de la diputada Gabriela Cerruti de que la Cámara de Diputados sancione a los diputados Fernando Iglesias y Waldo Wolff por hacer chistes con ese escándalo es en sí misma escandalosa». Wolff por su parte, se defendió atacando «El humor es una válvula de escape pacífica ante tantos abusos de poder. Hacían fiestas rompiendo el protocolo en Olivos mientras enterrábamos a nuestros 106.000 muertos en soledad y se robaban las vacunas y me quieren correr con una ironía de Twitter donde pongo claramente que me refiero a la economía». Iglesias la completó cuando lejos de retractarse aclaró, «nunca dije que Florencia Peña fuera petera del presidente. Sí dije que ella, Vargues y Pacchi no son personal de trabajo y era un abuso que visitaran al presidente mientras no se podía ni despedir a agonizantes. Y que los escándalos sexuales en Olivos son exclusividad peronista».
La que no emitió comentarios fue Patricia Bullrich, quien habría dicho en su entorno, «Vidal es la cabeza de lista, para algo quiso serlo, que opine ella».