El 28 de junio se celebra a nivel internacional el día del orgullo disidente y orgullo LGBTIQ+ en conmemoración de la revuelta de Stonewall en Estados Unidos en 1969. La primera marcha en Argentina data de julio de 1992.
Los disturbios en el bar Stonewall Inn, ubicado en el barrio neoyorquino de Greenwich Village, comenzaron el 28 de junio de 1969 luego de una fuerte redada y represión policial contra los asistentes al pub. A partir de allí se dieron lugar una serie de marchas y manifestaciones de protesta contra el accionar policial.
Los muelles de la calle Christopher eran el lugar de reunión, el encuentro de un colectivo que en su gran mayoría se hallaba en la marginalidad.
En Nueva York regía una Ley Antisodomía que estuvo vigente hasta 1980. La homosexualidad estaba prohibida en todo Estados Unidos. El único estado que no la castigaba era Illinois. El riesgo de ser detenido era mucho mayor que el de alguna noche en un calabozo y una multa. Era el escarnio público, la segura pérdida de su trabajo y la desintegración de su familia.
La noche del 28 de junio de 1969 la policía hizo un redada en el Stonewall. Mientras se llevaban a varios de los asistentes, sólo por estar allí, alguien se rebeló. Muchos sostienen que el primer grito fue dado por Stormé DeLarverie, una lesbiana que instó a los demás a no dejarse avasallar. Alguien tiró la primera lata de cerveza, alguien la primera botella, alguien la primera piedra. La noticia de una rebelión inesperada corrió por todo el Village con una velocidad inusitada. Una razzia cotidiana terminó en una batalla campal que continuó varias noches más. Y que dio origen a una revolución.
Stonewall, el levantamiento ocurrido ahí en esas noches, corrió a la par de otros hechos de su tiempo. Fue una manifestación de las desigualdades y de las injusticias de esos años. La Nueva Izquierda en política, las Panteras Negras, los conflictos raciales. Los hechos de Stonewall se diferencian porque no hubo organización política detrás, no hubo premeditación. Hubo una reacción ante las injusticias y las postergaciones. Fue el punto de ebullición de un clima opresivo que se tornó tan insoportable que produjo una explosión impensada, fuera de todo cálculo. Y provocó la revolución más inesperada.