La iniciativa que impulsa la Cancillería argentina está más vigente que nunca con más de cien nuevo títulos que se sumarán a las 1472 obras que a lo largo de una década ya llegaron a 51 países.

                                                                      Por Carlos Daniel Aletto para Télam

Mientras la mayor parte de la información que circula sobre el campo cultural está relacionada con la parálisis social y económica provocada por el coronavirus, el Programa Sur que impulsa la Cancillería argentina está más vigente que nunca y planea poner en movimiento nuevas traducciones de autores nacionales en todas las lenguas y en todos los rincones del mundo a través de más de cien títulos que se sumarán a las 1472 obras que a lo largo de una década ya llegaron a 51 países.

En las últimas semanas, a la vez que entraba en contacto con distintos editores y escritores argentinos para dar cuenta de las cancelaciones o aplazamientos de las ferias de libros de todo el mundo por las restricciones ante el avance de la pandemia, el Director de Asuntos Culturales de la Cancillería, Sergio Baur, se encargaba de remarcar que entre tantas bajas había un indicio alentador: «A pesar de la suspensión de las ferias, seguimos trabajando con el Programa Sur que se consolida entre los editores extranjeros -explicaba-. A la fecha ya se han traducido casi 1500 obras en diez años».

La iniciativa se creó con motivo de la participación de Argentina como país invitado de honor en la Feria del Libro de Frankfurt en 2010, cuando la Dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería decidió sumar un núcleo de apoyo a la traducción para promover obras literarias argentinas por parte de editoriales extranjeras: «Es una herramienta fundamental para la internacionalización de la literatura y libros de ciencias sociales argentinos», sostiene Baur.

Hasta el momento, los países donde llegaron más obras de autores nacionales son Italia con 281 títulos, Francia con 173, Alemania con 111, Brasil con 105, Bulgaria con 80, Estados Unidos con 78, República Checa con 56 y Reino Unido con 45. El proceso de selección para las obras que se publicarán este año arrancó el pasado 15 de febrero y se definirá en las próximas semanas.

La lista de autores que más lenguas han conquistado con sus textos está encabezada por César Aira, cuya obra se tradujo al alemán, griego, búlgaro, árabe, italiano, croata, holandés y al macedonio; Claudia Piñeiro al inglés, hebreo, serbio, albanés, búlgaro, rumano, alemán, polaco y al estonio; Samanta Schweblin al alemán, albanés, húngaro, checo, chino mandarín y al georgiano; y Guillermo Martínez al búlgaro, hebreo, neerlandés y al macedonio.


«En el proceso de una traducción concurren varios factores y uno, entre varios fundamentales para perfeccionar nuestra política en este momento, es determinar cómo se trama la red de elección de los títulos nacionales por parte de los editores extranjeros. En pocas palabras: conocer con la mayor precisión posible quiénes son los agentes del libro argentino en el mundo», explica Diego Lorenzo, licenciado en Letras y coordinador del Programa, en diálogo con Télam.

«Nos parece importante que se pueda detectar quiénes son los dinamizadores culturales en los distintos mercados y apuntar a ellos para ampliar la venta de derechos del libro argentino en el exterior. Es un conjunto bastante más amplio de lo que se podría suponer a primera vista; abarca no solo a editores o agentes sino a traductores, críticos, profesores universitarios y toda clase de ‘lectores especializados’, entre los que se encuentran escritores que recomiendan otros escritores, por ejemplo», indica.

Por su parte, Alejandro Dujovne, quien integra el comité de selección de títulos del Programa Sur y una de sus áreas de trabajo como investigador de CONICET es la internacionalización de la edición y la producción literaria latinoamericana, detalla que «el libro continúa siendo el canal privilegiado de la circulación internacional de la producción literaria e intelectual» y que «la edición argentina está sometida a fuerzas culturales, económicas y políticas que condicionan y organizan la visibilidad y posibilidades de circulación de las obras».

«Todos los países participan y están sometidos a esas fuerzas, pero no de la misma manera. Hay países mejor posicionados y otros menos -explica Dujovne-. Argentina se enfrenta a dos obstáculos difíciles. Primero, la lengua: el castellano es una lengua secundaria en los flujos de traducción respecto del inglés en primera instancia, y del francés y alemán en segunda. Los mayores volúmenes de traducción provienen de esas tres lenguas. Lejos de ellas, se sitúa el castellano».

«Esta distancia no es solo en términos de volumen, sino también de diversidad de géneros. Más lejos está del centro una lengua, menos diversidad de géneros se traducen de ella. Del castellano se traducen muy pocos libros de ciencia o ensayos, por ejemplo», señala.

«Por otro lado, Argentina se encuentra en una posición subordinada respecto de España. Por posición internacional, tradición, pero también por la potencia de su mercado editorial, España es la puerta de entrada al mundo de habla castellana. Su producción acapara el interés y atención inicial de traductores y editores extranjeros. No obstante, en comparación con otros países de la región, Argentina está muy bien considerada gracias a una sólida tradición literaria basada en algunos nombres hiperconsagrados y en otros más recientes que han logrado ganar un espacio en otros mercados lingüísticos», analiza Dujovne.

Para el investigador, trascender estas barreras que impone la geopolítica editorial y literaria exige mucho más que la calidad de las obras: «Primero hay que mostrarla y para eso es preciso apoyarla. De eso se trata precisamente el Programa Sur. Un soporte para visibilizar y poner en circulación las obras de autores y autoras argentinos».

«Luego, poco a poco, esa presencia internacional va ganando espesor y autonomía posibilitando que la edición argentina aparezca en el radar de editores y traductores extranjeros. En ese sentido, una de las claves del éxito del Programa ha sido su continuidad en el tiempo más allá de los cambios de gobierno», concluye Dujovne.