A un siglo de su natalicio, recordamos la vida y obra del gran historietista.

¿Quién fue Alberto Breccia?

Nació en Montevideo, Uruguay, en 1919, y a los tres años, junto a su familia, se estableció en Argentina, más precisamente en Mataderos. Allí tuvo su primer trabajo, que consistió en la producción de tripas para embutidos. Su infancia y adolescencia estuvo marcada por el barrio. Mataderos dejó una profunda huella en su vida personal y profesional. Luego llegará la historieta, que será para él una forma de salir de la dura vida de los lugares donde se faenaba la carne.

Joven y autodidacta, hizo sus primeros trabajos como dibujante para revistas barriales, y a fuerza de trabajo y dedicación, Breccia se convirtió en un indiscutido maestro y referente de la historieta argentina y mundial.

Fue fundador de nuevas formas de leer la historieta, con su imagen expresionista y experimental y todas las rupturas que estableció en este lenguaje. Su aporte se extiende también a su actividad docente que mantuvo hasta sus últimos días.

La obra de Alberto Breccia pone en evidencia una imagen en permanente mutación, desde el comienzo de su práctica de autodidacta (siguiendo patrones clásicos de representación), hasta su llegada a las puertas de la abstracción. En este recorrido no lineal, sus encuentros y sus múltiples colaboraciones con escritores y guionistas fueron determinantes, así como su vínculo con la literatura.

Breccia cambiaba constantemente de técnica, muchas veces por aburrimiento, y realizaba un trabajo manual meticuloso y absolutamente excepcional, que rara vez se podía apreciar cabalmente en la publicación, porque eso le divertía. En cierto modo, dibujar era para él un juego. O, sencillamente, la única forma de vivir la vida.

Las planchas originales

La plancha original es un trabajo preparatorio en diferentes etapas (lápiz, tinta y color), utilizado para imprimir una página en un periódico, una revista, un libro. En ningún caso constituye un producto final, a diferencia, por ejemplo, de una pintura. Una vez impresa, la plancha original ha sabido dormir en cajones, almacenarse enrollada en rincones o, aún peor, desecharse o quemarse.

Desde hace unos treinta años, las planchas originales de historieta han comenzado el camino de la legitimación y hoy tienen un verdadero valor estético y financiero. Como objeto único, artesanal y comportando una dimensión estética, el original ha adquirido el estatus de obra de arte, como lo demuestra su entrada en los museos y en el mercado del arte.

En las planchas originales se revelan las «bambalinas» de la obra: ver el original es poder apreciar el talento del autor, adentrarse en su intimidad y decodificar las distintas técnicas utilizadas (collage, monotipo, relieve).