Jessica Millaman es una chica trans. El año pasado le prohibieron jugar al hockey en su club y logró que un juez ordenara su reincorporación. Hoy también va al Paro del #8M
Jessica Millaman es una chica trans. Hizo su transformación de varón a mujer siendo adolescente, a los 15 años. No se operó porque no tiene por qué hacerlo: dice que aún hoy, 17 años después de aquella decisión, sigue sin necesitarlo. Tampoco necesitó hacerse ninguna cirugía de readecuación sexual para cambiar su nombre en el documento y pasar a llamarse legalmente Jessica. Sin embargo, el año pasado tuvo que recurrir a la Justicia porque un comité le prohibió jugar en el equipo femenino. Nunca dijeron oficialmente por qué, pero Jessica sabe.
Llevaba tres años jugando en el equipo femenino de hockey «Germinal» cuando se negaron a volver a ficharla. La negativa, sin explicaciones, llegó de manos de la Asociación de Hockey del Valle, en Chubut. «No dieron explicaciones pero ésto es un pueblo, nos enteramos de todo. De las puertas para adentro decían que había una diferencia física entres mis rivales y yo, y que yo no era cien por ciento mujer. Me pregunto en qué me hubiese beneficiado hacerme una vagina para jugar al hockey «, dice ella a Infobae.
Lo que le pasó es una muestra del gran desafío que enfrentan las chicas trans que se dedican al deporte: hay autoridades que sostienen que si nacieron varones deben competir con varones (por sus niveles de testosterona, su superioridad física, fuerza, velocidad). «Nosotras tomamos hormonas femeninas y esas hormonas anulan las masculinas, y está probado que al hombre la fuerza se la da la hormona. Yo juego desde hace años contra chicas que no son trans y ninguna salió a decir que juego con ventaja».
Jessica consideró que lo que le estaba pasando no era un tema de testosterona sino de discriminación, fue a la Justicia y ganó: un juez ordenó que la reincorporaran a su puesto en menos de 24 horas o pagar 30.000 pesos por cada día de retraso. Por esa orden volvió al club.
¿Por qué para hoy una chica trans? En primer lugar porque está llamada a participar. Si bien el paro se difundió con fuerza como «Paro internacional de mujeres», en su convocatoria formal es el primer «Paro Internacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans». También «para mostrar el daño que pueden hacer los prejuicios y la ignorancia», dice. Es que Jessica salió adelante porque tiene una estructura sólida. Tiene padres, tres hermanas y un hermano que aceptan su condición y la apoyan, y una actividad intensa jugando al hockey por el país. Pero muchas chicas trans que son echadas del club, del colegio o de su casa, terminan en la calle, con un promedio de vida de 35 años: o mueren de una enfermedad o se suicidan. Lo que pasó en Brasil ayer, donde un grupo de varones mató a golpes a una travesti, es prueba de eso.
Fuente: Infobae