­Ante la inminente elección presidencial del próximo domingo, las argentinas y argentinos deben hacer algunas reflexiones sobre el modelo de democracia representativa, las gestiones presidencialistas y el papel de los actores más influyentes en la política económica de la región.

José Veronelli

 

En cada uno de estos balotajes, el voto en blanco ha sido utilizado por los ciudadanos argentinos como una manera de expresar su descontento con las opciones presentadas, mostrando que una porción del electorado tiene un rechazo hacia el sistema político y demanda un “cambio” en el país.

Aunque el voto en blanco a priori no tiene un impacto directo en el resultado final de una elección, su importancia radica en su capacidad para enviar un mensaje político y promover la reflexión sobre la democracia y la república como pilares irrenunciables de este país.

Hace un poquito más de 20 años la sociedad argentina se encontró frente al colapso financiero, político, económico y social más grande de su corta historia como Nación. Con índices de pobreza, indigencia, desocupación y endeudamiento inviables para lo que quedaba en pie.

En el balotaje de 2003 se debían enfrentar Carlos Menem y Néstor Kirchner para definir quién conduciría los destinos de ese país en ruinas. Sin embargo, antes de que se llevara a cabo la segunda vuelta, Menem decidió retirarse de la contienda electoral debido a la falta de apoyo y las encuestas desfavorables. Como resultado, Kirchner se convirtió en el presidente electo sin necesidad de tal votación adicional, con la debilidad que representaba haber obtenido apenas uno de cada cinco votos emitidos en las generales.

En este contexto, el voto en blanco adquirió una importancia especial, los argentinos optaron por emitir un voto en blanco como expresión de descontento con Menem y con la desconfianza de un nuevo actor en la política nacional que detentaba su propio partido político (Néstor Carlos Kirchner). El voto en blanco se interpretó como una señal de rechazo a la continuidad del modelo político y económico representado por Menem, que había sido presidente durante dos mandatos consecutivos.

El hecho de que Menem se retirara del balotaje generó un clima de incertidumbre y desconfianza en el proceso electoral y el postelectoral, siendo así una de las estrategias políticas más polémicas y criticadas desde la vuelta de la democracia en la Argentina. Aunque el resultado final no fue determinado por el voto en blanco, su presencia y significado en el balotaje de 2003 reflejaron la necesidad de renovación y transformación política en Argentina. Esta elección marcó un punto de quiebre en la historia política del país y sentó las bases para una nueva etapa con Kirchner como presidente.

En aquel balotaje de 2003 Carlos Menem representaba al Partido Justicialista (PJ), mientras que Néstor Kirchner representaba al Frente para la Victoria (FPV). Fue luego de tres mandatos del mismo espacio político con sus altas y bajas, que llegó otro balotaje en 2015 a la Argentina. Se enfrentaron Daniel Scioli, representante del Frente para la Victoria (FPV), y Mauricio Macri, representante de Cambiemos. Este balotaje fue histórico, ya que marcó la primera vez en la historia argentina en la que se llevó a cabo una segunda vuelta presidencial.

El contexto político y económico del país desempeñó un papel crucial en este balotaje. Durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, Argentina experimentó una serie de desafíos económicos globales y tensiones políticas internas y externas al partido que desgastaron la imagen de la dos veces conductora de los argentinos y argentinas. La inflación, los actos de corrupción y ciertas restricciones a las importaciones, entre otros factores, fueron algunos de los problemas principales que afectaron a la construcción mediática por parte de un 85% del conglomerado de medios del país emite cada día por sus distintos resortes.

Daniel Scioli, como candidato del oficialismo, representaba la continuidad del modelo político y económico implementado por el FPV. Mientras que, por otro lado, Mauricio Macri se presentaba como una alternativa de cambio y prometía implementar políticas “más abiertas al mercado y una mayor apertura internacional”.

En línea con esas propuestas, grandes slogans de campaña cubrieron la matriz comunicacional de este país, llegando a cada argentino y convenciendo a poco más de la mitad de estos de la viabilidad de dichas ideas. Fueron hitos políticos de nuestro país las promesas de “pobreza cero”, “unir a los argentinos” y “la revolución de la alegría”.

El voto en blanco en el balotaje de 2015 fue utilizado por ciudadanos argentinos como una forma de expresar su descontento con ambas opciones. Muchos consideraban que tanto Scioli como Macri estaban vinculados a problemas y prácticas políticas pasadas que querían evitar. Finalmente, Mauricio Macri resultó electo como presidente de Argentina tras ganar el balotaje. Su victoria marcó un cambio significativo en la política argentina, ya que puso fin a más de una década de gobierno del FPV. El balotaje de 2015 demostró la importancia del voto en blanco como una herramienta para expresar el deseo de cambio y la búsqueda de alternativas políticas en el país.

El cambio significativo en la política que se produjo con la elección de Mauricio Macri como presidente en el balotaje de 2015 implicó un giro en las políticas económicas y una nueva orientación en las relaciones internacionales de Argentina. Bajo el gobierno de Macri, se implementaron medidas orientadas hacia una mayor apertura económica, la reducción de restricciones a la importación y la búsqueda de acuerdos comerciales internacionales. Además, se llevaron a cabo reformas en el ámbito laboral y fiscal, con el objetivo de fomentar la inversión y el crecimiento económico.

Este cambio también implicó un distanciamiento del modelo político y económico implementado durante los gobiernos del Frente para la Victoria. Se buscó publicitar la idea de una mayor transparencia en la gestión pública y la lucha contra la corrupción. Sin embargo, desde el principio de su gobierno, el Presidente Mauricio Macri, su gabinete y empresarios cercanos fueron acusados y denunciados penalmente por causas de corrupción catalogadas con el modismo “conflicto de intereses”. Muchas de las medidas implementadas por el gobierno de Macri fueron objeto de críticas y generaron tensiones sociales. La economía argentina enfrentó serias dificultades durante este período, como una alta inflación, suba de tarifas, burbujas financieras y un aumento en la deuda externa.

El cambio en la política con la elección de Macri como presidente en 2015 representó un enfoque opuesto al gobierno de CFK en las políticas económicas y una ruptura con el votante que lo llevó a la Casa Rosada. Es observable la tendencia en los balotajes hacia una mayor polarización política entre los dos candidatos principales, con una creciente participación de los votantes en la segunda vuelta. También se ha evidenciado una mayor importancia del voto en blanco como expresión de descontento con las opciones presentadas.

En los últimos años, se profundizó la violencia política entre los candidatos de todos los órdenes, legislativos y ejecutivos de nuestro país. En consonancia con ello se registran aumentos en la participación de los votantes en las segundas vueltas presidenciales. Los ciudadanos argentinos -parece- han comprendido la importancia de su voto en estas instancias decisivas y han mostrado un compromiso cívico al acudir a las urnas.

Una tendencia interesante es el porcentaje del voto en blanco como expresión de descontento con las opciones presentadas. Muchos votantes optan por esta opción para manifestar su rechazo hacia ambos candidatos o hacia el sistema político en general. El voto en blanco se ha convertido en una forma de protesta y demanda por alternativas políticas más satisfactorias, muy propio de partidos de izquierda de la República Argentina. La tendencia en los balotaje en Argentina muestra un aumento de la participación ciudadana y un crecimiento del voto en blanco como expresión de descontento. Estos elementos puede que reflejen la búsqueda de los votantes por opciones políticas más representativas y satisfactorias para el país.

Es entonces que, a la vista de los acontecimientos, no ha sido lo mismo para el pueblo argentino “el cianuro y la cicuta” y la extrema concentración de sentido que conlleva pensar los dos frentes electorales que disputan este domingo el control del Estado Nacional y a su vez corresponden a modelos de país distintos, con muy pocas coincidencias.

El constante desafío y cuestionamiento a las ideas y consensos que la opinión pública sostenía desde la vuelta de la democracia se evidencia en casi todas las declaraciones de los candidatos y referentes de uno de los espacios políticos que disputan este balotaje. Es entonces que se vuelve necesario cuestionar cómo el entramado social argentino ha dejado de levantar las banderas de la soberanía, la defensa de Malvinas, la reivindicación de los Derechos Humanos y el valor del trabajo de las argentinas y argentinos.