Los familiares de Santos Clemente Vera consideran que el fallo que lo condenó a prisión perpetua por el crimen de las turistas francesas es un error que cayó sobre un inocente. Piden ser escuchados, hablar con Michel Bouvier y contactar al presidente. (F.A.)
Santos Clemente Vera está detenido desde principios de febrero en el penal de Villa Las Rosas, cuando la Sala III del Tribunal de Impugnación revocó la sentencia de junio de 2014 que lo había absuelto del robo, violación y homicidio de Cassandre Bouvier y Houria Moumni, ocurrido en julio de 2011.
Vera fue condenado a la pena de prisión perpetua por el hecho. La sentencia no está firme pero el hombre de 34 años está encerrado porque los jueces Rubén Eduardo Arias Nallar y Luciano Martini consideraron que existe “un patente, evidente e innegable peligro de fuga y, consecuentemente, de daño al proceso”.
“Se lo llevaron supuestamente para que no se escape. Pero él se vino a San Lorenzo a vivir”, dice Celedonio, hermano de Clemente, en la casa de la familia. Natividad, la madre de ambos, está a su lado y se indigna. “Estaba con la familia, no se iba a disparar”, dice, y agrega que Vera le dijo “yo no hice nada, mamá, nada, te juro por Dios”.
Natividad Maidana, la madre de Clemente, es la que más habla esta tarde fría en una casa de San Lorenzo ubicada en una zona impenetrable para el turismo que pasa por la localidad. Natividad, junto a su esposo Miguel Vera y sus hijos Demetrio y Celedonio, hablan sobre la situación de Clemente. Se los percibe enojados, tristes y un poco resignados. Aseguran que no creen en la Justicia de Salta y piden que las autoridades revisen el caso.
Todo se dio vuelta
El 2 de junio de 2014 fue el día 34 del juicio por el caso de las turistas francesas. Fue la jornada final, la de la sentencia. Ese día, Santos Clemente Vera habló por primera vez. “Quiero decirles que soy totalmente inocente. No tengo nada que ver con esto. Siempre hice las cosas bien, mi padre me dio educación. No puedo entender por qué estoy acá en estos momentos. Todo lo que dice Lasi son mentiras. Jamás vi a las víctimas y jamás hice daño a nadie. Pido Justicia por mí y por mi familia. Gracias a Dios no le debo nada a nadie. Tengo las manos limpias y la conciencia tranquila”, aseguró. Hacía referencia a Gustavo Lasi, que en 2014 recibió treinta años y en febrero fue sentenciado a prisión perpetua. Fue el único condenado hasta este año.
Miguel Vera cuenta que el día que se llevaron a Clemente los policías le dijeron que ya iban a volver. “No han dicho nada”, responde Natividad, que lleva la voz principal. Celedonio agrega: “Se iban a buscar un papel”. “Claro, a firmar un papel a la Policía y ya volvía”, concede la mujer.
“Lo llevaron, de acá. Justo llegaba del trabajo, comió poquito, y enseguida nomás. Estaba sentadito allá, miraaando pa abajo”, dice Natividad, estira la a y señala el frente de la casa de la familia, un terreno donde una vivienda humilde se enfrenta con un paisaje espectacular. Cuenta que la mujer de Clemente, que también vive allí con su hijo de cinco años, ya se había enterado de que iban a ir a buscarlo y estaba yendo en un remís, desesperada.
Celedonio agrega: “En internet había salido que ya venían a buscarlo, entonces la mujer se vino del trabajo”. Explica que “por el tema de internet” algo sabían de posibles novedades en el caso pero pensaban que no era para tanto. No creían que se iban a llevar preso de nuevo a Clemente.
“El abogado le dijo ‘no, no te aflijás, que no te van a hacer nada’. Nos quedamos tranquilos esperando que vuelvan, pero después llegó la mujer diciendo que lo han hecho quedar, quedó detenido. ¡Y no se sabe por qué! ¿Cómo van a encerrar a una persona dos veces? ¿Dónde están los asesinos? ¿Cómo no pillan a ellos?”, se pregunta Natividad.
Las repercusiones
En el nuevo fallo, los jueces consideraron que las pruebas de ADN demuestran que Vera participó del crimen, algo que en 2014 se había puesto en duda.
“Así como en el caso de hallarse un cromosoma autosómico la sana crítica racional permite descartar generalmente al factor fortuito, de similar manera, en virtud de la escasa probabilidad que el cromosoma ‘Y’ hallado se repita en otros componentes de la población, y siendo éste un aspecto comprobado, en autos no puede asignarse efectos preponderantes al azar y, por los demás elementos colectados, es dable afirmar con alto valor probatorio que dicha huella genética corresponde a la patrilínea de Vera”, expresa el fallo.
“Si bien es cierto que la trasmisión en bloque del cromosoma ‘Y’ impone afirmar que, científicamente, su presencia es indicativa de la participación en los hechos investigados de cualquier descendiente u ascendiente de un origen patriarcal común, no es menos cierto que es Santos Clemente -y no otro Vera- el sujeto que, además de pertenecer a esa estirpe, fue indicado como coautor de los aberrantes hechos que terminaron con la vida de Cassandre Bouvier y Houria Moumni”, continúa y finaliza asegurando que los “haplotipos de Santos Clemente Vera coinciden con la huella genética encontrada y, dentro del linaje correspondiente, es la persona individualizada como partícipe de los hechos investigados (artículo 189, inciso 3 del Código Procesal Penal); ergo, la prueba de ADN lo incrimina directamente”.
En una carta publicada en el mismo mes de febrero, el padre de Cassandre, Jean Michel Bouvier, aseguró que “el argumento para condenar a Clemente Vera es rechazar los peritajes de ADN de los doctores Pascal y Raimondi, y retener sólo los del doctor Corach, hecha en condiciones técnicas inadmisibles en Europa”.
Natividad cuenta que Bouvier nunca los visitó en su casa. “Con traductores ha hablado con mis hermanos que van a marchar los viernes”, aporta Celedonio, y agrega que “les dijo que estaba muy enojado, que Urtubey le había mentido”. “Nos gustaría que venga acá y conversara con nosotros”, dice la mujer.
La vida en la cárcel
La familia visita a Vera en Villa Las Rosas. Demetrio cuenta que su hermano está “un poco decaído porque está encerrado injustamente” (“porque extraña a su hijo”, acota Celedonio), “Pero dice que está tranquilo. ‘Yo estoy tranquilo, yo no hice nada. Los asesinos están tomando un café, deben estar sentados en oficinas y yo estoy pagando una condena por lo que no he hecho’, dice”, cuenta Demetrio. Agrega que no percibió signos de maltrato en Clemente desde que fue encerrado.
“Había vuelto a su viejo trabajo. Ya estaba normalizándose. Vivía en la ciudad y se vino a vivir aquí. Ha estado una semana y se lo llevaron”, dice Celedonio. “Ha estado dos días nomás”, corrige su madre. Demetrio recuerda que Clemente tenía miedo tras el juicio: “Puede venir la Policía aquí, decía. Psicológicamente ha quedado mal. Pero cuando ha vuelto al trabajo empezó a hablar de volver (a San Lorenzo). Volvió y ahora de vuelta le han vuelto a llenar la cabeza. Y se acuerda del juicio como si hubiese sido ayer”.
La familia duda del fallo y también del caso. No creen que los cuerpos, hallados dos semanas después del crimen, en un estado de descomposición no muy avanzado, hayan estado allí todo ese tiempo.
“Supuestamente han estado ahí quince días. Usted tira un pedazo de carne ahí, lo deja dos días, va y lo levanta y está amarillo el pasto. Y han estado quince días tiradas en el cerro. Imagínese el carancho, el zorro, enseguida empiezan a dar vueltas. Enseguida se sabe que hay algo. Y aquí no han dado vueltas los bichos”, dice Demetrio. Agrega que el peritaje estuvo mal hecho porque se hizo de noche. Y considera que el caso “se tiene que resolver”.
“Se tendría que resolver”, corrige Celedonio, que no se muestra muy confiado en la justicia. Demetrio quiere que el caso se difunda en Buenos Aires. Quiere escribirle una carta al presidente, dice, “a ver qué responde”.