Con 97 años de edad y tras 32 años en la Corte Suprema de Justicia, el salteño Carlos Fayt  firmó su último fallo como juez. El próximo viernes 11 dejará de ser ministro de la Corte.

Envueltos en varias polémicas con el gobierno nacional, el salteño firmó su renuncia pero aclaró que sería un día después de que asumiera el nuevo gobierno. Aunque todos asumieron que era una mojada de oreja a Cristina Fernández de Kirchner; el juez aseguraba que la elección de la fecha se debía al día en que Raúl Alfonsín mandó su pliego al Senado: el 11 de diciembre de 1983.

El programa Minuto Uno hizo un curriculum del salteño en el que se resalta que nació el 1 de febrero de 1918, era hijo de Sara Pérez y Emilio Moisés aunque a los 18 años decidió usar el apellido de su abuela: Felisa Fayt.

En 1941 se recibió de abogado en la UBA y se especializó en derecho público. Fue profesor de la Facultad de Derecho de la UBA y escribió más de treinta libros. Llegó a la Corte en diciembre de 1983, con 65 años y sin experiencia como juez y fue uno de los cinco miembros del alto tribunal designados por el presidente Raúl Alfonsín. Debió compartir la Corte de nueve con la «mayoría automática» designada por Carlos Menem en los ’90 y cerró esa década con un fallo a su favor que le permitió esquivar la Constitución, que establece un tope de 75 años para ser juez.

La edad de Fayt fue un tema controvertido desde que cumplió 75 años, el tope que establece la carta magna para la jubilación de los jueces. Presentó una medida cautelar para quedarse y en 1999 logró que sus pares, excepto Enrique Petracchi, declararan la nulidad del artículo de la Constitución reformada en 1994 que fijaba el tope de edad.

En los últimos años, delegó en sus colaboradores el contenido de sus votos, firmados muchas veces en su casa. Quienes conocen al ministro no imaginaban una renuncia, sino trabajando hasta el último día de su vida en el máximo tribunal. Cuando presentó su dimisión, ninguno de sus colegas se mostró muy sorprendido, y con la promesa de un homenaje lo saludaron y el tribunal siguió trabajando con normalidad, generalmente con la firma de los tres jueces, su presidente Ricardo Lorenzetti, Elena Hihton de Nolasco y Juan Carlos Maqueda.

En los últimos años concurría muy poco al Palacio de Justicia, donde tiene su despacho en el cuarto piso. Fue cuestionado cuando su firma apareció en el texto de la re-re-reelección de Lorenzetti, en un acta que decía que había estado presente en el acuerdo del 21 de abril cuando en realidad no lo estaba.

Con la aprobación de una investigación sobre su condición psicofísica, en la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados, se profundizó la tensión entre un sector de la justicia que lo considera como un custodio de la República, y el gobierno.

La presentación de su renuncia diferida, logró bajar esa tensión y Fayt volvió a su despacho más seguido, donde firmó algunos fallos de relevancia que le dieron unanimidad al tribunal al que le dedicó su vida.