El Plan Bicentenario de Urtubey anuncia un festín de endeudamiento y el incremento de la coparticipación pata intendentes que amenazaban con revueltas. Detalles de una medida que equipos técnicos de Gustavo Sáenz imaginaron pero nunca presentaron. (Franco Hessling)

Sobre los fondos derivados para la provincia, los distritos comunales perciben un 13,5%. Conforme a las promesas que el gobernador planteó esta semana, esa alícuota crecerá hasta alcanzar el 15%. Hubo buena acogida entre los intendentes, quienes cada vez se veían más asfixiados por la inflación y el vetusto esquema de distribución de fondos, regulado bajo parámetros de un decreto-ley sancionado en la década del ‘70.

Desde el año pasado hubo una disminución significativa en los porcentajes de coparticipación, más allá que los volúmenes brutos indiquen un incremento. La incidencia sobre el presupuesto provincial de los montos derivados a los municipios ha mermado de manera notoria. En 2015, el total de transferencias a las comunas -que incluye coparticipación y partidas discrecionales- fue de $2.709.156.455. En ese mismo concepto, este año la suma fue de $3.326.201.872, es decir, un 22,7% más.

Ahora bien, si se toma en cuenta el comportamiento del presupuesto provincial, la suba del 22,7% se encuentra muy por debajo del ritmo de crecimiento proporcional. La cuenta general de 2015 fue de $24.214.853.253, mientras que la proyectada para este año trepa a $32.676.021.209, es decir, un 34,9% más. El aumento de los fondos transferidos a los municipios estuvo cerca de un 10% por debajo del incremento del presupuesto de la provincia.

Si se tienen en cuenta los aumentos en algunas variables macroeconómicas elementales como la inflación o los aumentos de salarios acordados en las mesas paritarias, resta decir que el aumento de un 22,7% en las transferencias de la provincia a las comunas es, en el mejor de los casos, irrisorio. Con una inflación anual proyectada en un 45% y subas salariales a los empleados municipales que al terminar 2016 podrían situarse en un 40%, las arcas de los distritos se ven fuertemente erosionadas.

Aún no termina allí la mezquindad de los celadores de la economía provincial con asiento en Grand Bourg, hay un agravante que pone de manifesto el desdén por las haciendas comunales. Mientras que las transferencias de ingresos a los municipios crecieron de 2015 a 2016 sólo un 22,7%, la masa de fondos derivados desde la Nación a la Provincia en el mismo período tuvo un salto del 36,2%. El Ejecutivo provincial pasó de recibir $17.183.889.698 el año pasado a contar con $23.411.533.804 para este período.

Larga Data

El cuadro regulatorio matricial con el que se organiza la coparticipación provincial data del 9 de diciembre de 1976, se trata del decreto-ley 5082, que con ciertos parches -derogaciones de artículos y modificaciones mínimas- se mantiene en plena vigencia. La propuesta de Urtubey de incrementar la coparticipación de las provincias en un 1,5% no hace más que reflotar apuntalamientos de tal norma.

En su artículo primero, la ley pauta que “el monto total participable a las Municipalidades de la Provincia” se fija en “el quince por ciento (15%) del monto recaudado por el sistema tributario provincial, y lo que corresponda por el Régimen de Coparticipación Federal”. Sin embargo, en el artículo siguiente, la norma indica que de ese 15% se destinará de forma directa sólo un 12%, mientras que el 3% restante se dividirá en partes iguales entre Fondo de Convergencia Municipal y el Fondo Compensador Municipal.

Transcurría el primer mandato de Urtubey -allá por 2009- cuando se decidió incrementar el 12% efectivo en un 1,5%, acercándose de esta forma al prometido 15% que estipula la norma setentista. El incremento al 13,5% blindaba un vínculo entre el joven gobernador y los jefes comunales, que a la postre, le trajo más réditos políticos al primero que a los segundos. Con el reciente anuncio, que viene a restituir el otro 1,5% a la participación municipal en los fondos provinciales, el mandatario busca restaurar su amorío con los líderes de las comunas.

Hay una diferencia política entre uno y otro aumento de la coparticipación a los municipios: en 2009 fue un visaje de avanzada, que buscaba conquistar voluntades que se habían sentido desmerecidas tras la docena de años de gobierno de Juan Carlos Romero. En este caso, es una reacción ante la menoscabada influencia del Grand Bourg en las recientes elecciones del Foro de Intendentes.

La de mínima

Luego del mensaje que los intendentes le dieron al gobierno central de la provincia el pasado 20 de mayo en las elecciones del Foro, el gobernador comprendió que debía hacer movimientos raudos para que el malestar no terminara haciendo añicos la estructura electoral con la que el año pasado jubiló a su otrora mentor político, Juan Carlos Romero.

Fue así que tomó el camino de restituir el 1,5% que faltaba para alcanzar el prometido 15% de la inveterada ley de coparticipación salteña. Pero hay un trasfondo que muestra la ligereza de los alfiles urtubeicistas y la lentitud de sus rivales: desde hacía meses que la oposición legislativa tenía listos dos proyectos referidos a la coparticipación, los cuales finalmente jamás fueron presentados para que se discutieran en el recinto.

Cuarto Poder tuvo acceso a los dos textos que los técnicos opositores le acercaron a sus adormilados legisladores. Uno de ellos planteaba exactamente lo que finalmente anunció esta semana el gobernador, proponía la modificación del régimen de coparticipación de tal manera que el 1,5% que se integra con el Fondo Compensador Municipal y otras partidas se distribuyera de manera automática hacia los municipios.

El tipo de derivación, automática, no es un dato menor, ya que hasta ahora ese 1,5% se distribuía cuando el Ejecutivo provincial consideraba necesario y a los gobiernos comunales que quería. La decisión era discrecional y, por ende, se prestaba a los manejos extorsiones políticas más supinas.

El otro proyecto que los aletargados alfiles opositores no tuvieron la astucia de presentar -aunque aún están a tiempo-, avanzaba en modificaciones más significativas al sistema de transferencias a los municipios. Postulaba modificar el artículo primero del decreto-ley de 1976 por la siguiente prescripción: “Fíjese el monto total participable a las Municipalidades de la provincia en el 15% de los ingresos tributarios totales de la provincia, incluyendo el monto recaudado por el sistema tributario de la provincia y las transferencias nacionales, incluida la coparticipación federal”.

Seguidamente, se explica que “el artículo 1 del decreto-ley 5.082 estipula los recursos que pertenecen a la masa coparticipable y no ha sido modificado a pesar de la aparición de múltiples esquemas de transferencias de la administración nacional a las provincias, además de la Coparticipación Nacional”.

Eso significaría ampliar los fondos que la Provincia pone a disposición para la coparticipación, incluyendo el total de ingresos tributarios. En valores actuales, eso significaría introducir cerca de 10 mil millones a la masa coparticipable (en 2016 es de  $17.796.494.210 y sumando los ingresos tributarios saltaría a $26.727.281.598). Si así fuera, la localidad capitalina recibiría 373 millones más de los que recibe.

Contexto político

La decisión del gobierno provincial, que hasta ahora había negado sistemáticamente el aumento de la coparticipación a los municipios, tiene un trasfondo político clave: la reciente derrota del oficialismo en la contienda del Foro de Intendentes, en la que Mario Cuenca de Campo Santo se impuso sobre la lista impulsada por el Grand Bourg, encabezada por Nardo García de El Quebrachal.

A principios de año la postura indeclinable del decisor de los destinos de la economía provincial, Carlos Parodi, puso en jaque a diversos municipios. Los conflictos se replicaron con variada vehemencia en El Tala, Cerrillos, Coronel Moldes y San Lorenzo. A conveniencia de los tiempos políticos del urtubeicismo, el Gobierno aprovechó el caos en el interior para desenvainar una de sus herramientas preferidas: la intervención. Así fue como Osvaldo García fue eyectado de su cargo en Moldes, adonde asumió el reciclado seguidor del vicegobernador Miguel Isa, Rodolfo Antonelli.

La prepotencia del Grand Bourg hizo mella en el orgullo de los patrones del interior que, apoyados por un flamante intendente capitalino opositor, se decidieron a forjar músculo político para destronar al gran Juan Manuel, a quien tantas veces -con idas y vueltas, es cierto- habían apoyado decididamente. Cuenca fue la voz cantante de la disconformidad comunal.

Aunque en un principio la mayor parte de los jefes comunales prefirió no comprometerse con las vociferaciones del intendente de Campo Santo, tras los gestos de indiferencia del gobierno provincial comprendieron que era momento de dar un mensaje contundente a Urtubey.

Ante la derrota del candidato oficialista, Nardo García, las opciones para contener el malestar de los intendentes se fueron reduciendo. Teniendo en cuenta este contexto, el aumento de la coparticipación es una genuflexión de Urtubey al ver que se desborda el dique de contención que había creado con los jefes comunales.