Raquel Tizziani es parte del equipo que por primera vez dictara una cátedra para capacitar a los médicos que garanticen la interrupción legal del embarazo. Ocurrirá en la Universidad Nacional de Rosario y los módulos serán varios.
La noticia se conoció hace poco más de un mes: por primera vez, una Universidad Nacional va a incorporar una materia específica sobre el aborto en la carrera de Medicina. «El después» de la noticia es lo que la Dra. Raquel Tizziani, responsable académica de la materia, llama «una mala discusión»: «Parece que estamos haciendo apología del aborto, como que somos asesinos seriales y queremos hacerles abortos a todas las mujeres, quieran o no. Y es exactamente lo contrario». En diálogo con Infobae, explica qué se enseñará en la materia electiva que comenzará a dictarse a fin de agosto en la Universidad Nacional de Rosario.
Existen causales claras en los que la interrupción del embarazo es legal: cuando hay peligro para la vida de la mujer, para su salud, en los casos de violación o de violación de una mujer con discapacidad mental. Sin embargo, lo que cuentan quienes dictarán la materia es que muchos profesionales de la Salud, «por ignorancia o por falta de compromiso, lo obstaculizan. Suponemos que hay algún grado de desconocimiento porque la formación en las facultades de Medicina ha sido muy restrictiva y se ha educado en relación al aborto sólo como un delito. Siempre se nos inculcó el miedo, no los derechos», reflexiona Tizziani.
Para capacitar a los futuros médicos, en el primer módulo abordarán el «Marco legal vigente en la Argentina». Usarán «casos testigo» para mostrar en qué situaciones el aborto no es punible. Uno de ellos es el de Ana María Acevedo, una chica de 19 años, pobre y madre de tres hijos. A la chica le diagnosticaron cáncer a fines de 2006 y poco después se enteró de que estaba embarazada. Los médicos se negaron a hacerle el aborto que pidió y también a hacerle quimioterapia para no afectar al bebé. El bebé nació a los 5 meses de gestación y murió a las 24 horas. Veinte días después, murió ella.
También el foco estará puesto en una práctica extendida en el ambiente, que es «la objeción de conciencia», sigue Tizziani, médica clínica y sexóloga y miembro, al igual que los otros 7 médicos y enfermeros que dictarán clases, de la Red de profesionales por el derecho a decidir.
Lo que explica es que la «objeción de conciencia» (negarse a practicar un aborto porque ‘mi religión o mi moral no me lo permiten’) «ha sido mal entendida y pareciera que cualquier persona puede declararse objetor de conciencia. La realidad es que sólo pueden hacerlo los profesionales que están en relación directa con la práctica». Puede el médico que realiza la interrupción pero no puede el que te hace la ecografía, el que te saca sangre o el médico que realiza la primera consulta.
«Una cosa es ser objetor de conciencia y otra cosa es ser obstaculizador. Muchos no saben que la persona que está obstaculizando la práctica puede ser sancionada», dice Tizziani, que trabaja en el Hospital Roque Sáenz Peña, en Rosario. El ejemplo es una psicóloga de Santa Fe, a quien le suspendieron la matrícula hace un mes por haber convencido a una nena de 11 años de que no abortara. La nena tiene un retraso madurativo y había sido violada por su padrastro. El bebé fue dado en adopción.
También ahondarán en el «secreto médico», que es otro tema en el que aparecen palos en la rueda. Para ésto, van a apoyarse en el «caso Belén»: una chica de Tucumán que llegó con una hemorragia y a quien los médicos de la guardia externa denunciaron. Después pasó más de dos años detenida acusada de «homicidio doblemente agravado por el vínculo y alevosía» (la acusaron de haber dejado el feto en el baño). Durante los módulos habrá clases públicas abiertas a docentes, estudiantes de otras carreras y a cualquier otra persona interesada que no pertenezca a la universidad.
El segundo módulo se llamará «Atención integral del aborto». «La idea es exponer cómo funciona el sistema de Salud Pública y dar un panorama desde la epidemiología, porque hay una fantasía extendida de que si garantizamos la práctica va a haber más abortos y ésto es exactamente lo contrario. En todos los lugares donde se garantiza la interrupción legal dentro de la Salud Pública lo que se ve es un progresivo descenso a lo largo de los años».
Se calcula que en Argentina se hacen entre 350.000 y medio millón de abortos clandestinos por año. Y que 1 de cada 5 mujeres que muere en el proceso de gestación es a causa de un aborto inseguro. «Por supuesto que la idea no es salir a hacer abortos, es que las mujeres no mueran por esto», dice ella.
No todo el mundo lo entendió así: al despacho del decano de Medicina, Ricardo Nidd, llegaron más de 10.000 mails en 72 horas pidiendo que se prohíba el dictado de la materia. Lo que cuentan es que eran mails con el mismo texto y distintos remitentes: una enorme sospecha de que fueran trolls. «Ni 150.000 mails van a avasallar la autonomía universitaria», dijo el decano.
La otra pata es enseñarles a los futuros médicos cómo abordar a la paciente embarazada que llega a la consulta. «Que la primera pregunta sea cómo se siente en relación a ese embarazo, no felicitarla directamente. Esto permite habilitar el espacio para evaluar si le está pasando algo. Tal vez su pareja la viola y eso enmarca dentro de las causales de aborto no punible y por no saber preguntar pasa de largo».
En el tercer módulo se enseñarán las «Técnicas y procedimientos, tanto farmacológicos como quirúrgicos». Esto es, el procedimiento con la pastilla Misoprostol y la aspiración manual endouterina, las dos formas recomendadas por la OMS y por el Protocolo nacional. Para esto, usarán «modelos pélvicos», es decir, muñecos.
El último módulo se llamará «Consejería post interrupción legal del embarazo». «Esta es una de las patas más fuertes y el objetivo es prevenir otra embarazo no deseado, preguntarse ¿qué pasó? para evitar que vuelva a pasar. Es decir, hacer ecografías de control, evaluar qué método anticonceptivo seguro se le puede recomendar e identificar si la mujer está siendo víctima de alguna situación de violencia. La idea es aprovechar esa oportunidad concreta para trabajar en educación sexual y prevención para que esa mujer no tenga que volver, un tiempo después, a atravesar un proceso tan doloroso».
Fuente: Infobae