Es periodista en Infobae y fue jefe de redacción de revista Veintitrés. Trabajó en el suplemento cultural de La Nación y su cuenta de Twitter es seguida por más de 25 mil personas. Diego Rojas habló con Cuarto Poder sobre el uso de redes sociales y su relación con el periodismo. (M.A.)
C.P.: ¿Qué aporta Twitter al oficio del periodismo?
D.R.: En Twitter está lo que sucede al instante. Con el paso del tiempo, el concepto de noticia fue cambiando: años atrás la gente se informaba, un día después de que los hechos sucedieran, mediante los diarios. Esto ya no es así. Twitter modificó como se construye una noticia. Por ejemplo, la masacre de once ocurrió a las 9 de la mañana y a esa hora estaban las imágenes de televisión en vivo que mostraban el horror del tren colisionado en la estación, pero fueron las redes las que pusieron de manifiesto, instantáneamente, fuertes denuncias y lo que estaba ocurriendo; los títulos que se escribían en los diarios decían que fueron 52 muertos por un accidente de tren, sin embargo esa noticia ya había sido mostrada por mucha gente de otra manera, particularmente en Twitter había fotos y enunciados disonantes a esa versión.
Twitter es un canal donde podés encontrar fuentes, hay un ida y vuelta, tus seguidores te pueden pasar información y ver si te aporta a la noticia, pero fundamentalmente te permite tener una cartera de fuentes que interactúan con otros periodistas y van construyendo la información, los títulos de las noticias. Si ponés en el buscador un hashtag, vas siguiendo un tema; tenés fuentes que no son oficiales o institucionales, periodistas de distintas tendencias ideológicas o sea que como buscador es muy efectivo. Un periodista que quiere estar informado sobre lo que está pasando tiene que recurrir a la herramienta de Twitter: los que no lo tienen cometen un error, porque facilita el acceso a la información.
¿Con que límites te encontrás cuando buscas fuentes en una realidad virtual?
Tienen los límites que el periodismo impone, cualquier cosa que te digan tenés que chequearla y ver si eso es fidedigno para transformarlo en algo que debe ser comunicado; Twitter es algo así como un barrio virtual, donde vas a encontrar “está pasando esto” y queda en el periodista en comprobar que no sea una operación o falso.
¿Qué diferencias ves entre el uso de Twitter y Facebook en el periodismo?
En Facebook se puede investigar, aunque, también, es polémico porque implica meterse en una cierta intimidad. Hay varios casos donde delincuentes son atrapados porque exhiben el arma que usaron y eso da pie para una investigación. Sin duda, Facebook es un lugar para encontrar datos. Por ejemplo, en Chaco una vez me contaron que estaban desaparecidas unas niñas muy pobres de 1 y 10 años. Me lo contaron unos campesinos, que denunciaban que una pareja que se las había sacado a ellos y reclamaban que se los devuelvan. Me dieron el nombre y apellido de las personas; entonces, me puse a buscar la página de la mujer, hasta que la encontré y logre descifrar cómo esta pareja había conseguido de manera ilegal a estos chicos porque no podía llegar a una adopción, puesto que eran una pareja de gente mayor. En el muro se podía seguir toda la historia, nunca pude saber si los campesinos se arrepintieron o qué pasó concretamente pero lo cierto es que esta gente había cometido un delito y en Facebook la mujer contaba toda su historia, desde la muerte de su hija, su participación en grupos de autoayuda que habían perdido hijos, la participación en grupos donde buscaban adoptar, hasta contaban cómo habían llegado a estos chicos. Asistimos a una época donde hay mucha exhibición, la gente cuenta todo en Facebook.
Los 140 caracteres de Twitter, para que sean efectivos, tienen que tener una redacción con estilo, tienen que ser como un epigrama. Twitter es sólo una idea, con mucha potencia, que se expande a multitudes. Facebook es más para masas, en Twitter está lleno de especialistas, de todólogos, de gente que opina de todo pero con estilo. Facebook es un espacio de masas, los que piensan la realidad social no pueden esquivar de pensar este fenómeno, “todo el mundo tiene Facebook”, el que no entiende eso es un nabo. Twitter es más una comunidad virtual, a la cual muchos no están acostumbrados.
En Facebook todos tienen sus eventos, todos tienen sus personalidades que forman parte de su vida, es utilizado como la revista Caras o Gente…
Cuando Marcel Duchamp exhibió el mingitorio en una galería produjo una revolución, porque recuperó un objeto de la vida cotidiana, mundano y lo llevó al campo del arte. Por haber realizado esto, el mingitorio adquirió un aura artística. A partir de ahí, la visión sobre el arte cambió porque equiparó a los artistas con el resto de la sociedad, es decir, que cualquiera podía ser un artista porque no son necesarias ni la erudición, ni la técnica, ni el talento artístico; sólo la voluntad para crear libremente. Esto preparó las condiciones para pensar que cualquiera puede ser un artista. Ahora Facebook hace que todos se exhiban como una obra de arte, y aunque la gente no lo piense así, de esta manera funciona; la gente elige qué foto poner, qué gustos mostrar; entonces entra en juego una ficcionalización de la personalidad: todos somos autores de nuestra personalidad, de nuestro perfil. Lo que en principio era prerrogativa de los artistas y luego de los políticos, a través de la comunicación política, donde mostraban una imagen de sí mismos elaborada, actualmente con Facebook esto se expande: todos podemos ser autores de la imagen.
También se genera la sensación de una democratización porque todos podemos opinar en nuestro muro, en el Tiwtter y acceder a información…
En cierta medida es una democratización, sin embargo, sería ingenuo dejar de lado que hay aparatos ideológicos del Estado. O sea, hay una primacía de medios del Estado que intentan influir sobre la conciencia de las masas para sus intereses. Pese a esto, no existe un dominio absoluto sino que las redes permiten que hayan grietas; hay espacios para otras voces que no son las oficiales o corporativas. El 3 de junio se va a realizar una movilización en reclamo de los femicidios y fue convocada desde Twitter por gente que tiene muchos seguidores como la editora de Barcelona y otras escritoras quienes empezaron a discutir qué podían hacer, de un modo espontáneo. Se va a realizar una movilización donde los aparatos ideológicos se tienen que prender. En este caso ocurre que en lugar de ir de los grandes medios a las masas, surge una iniciativa de la cual nadie puede obviar desde las masas, y luego se instala en los grandes medios; para mi es la primera vez que hay una iniciativa progresiva desde las redes. Hasta ahora sólo la derecha las había usado, en el 8N tuvieron una participación significativa y en la convocatoria donde la clase media y las corporaciones cumplieron un rol central.
¿Qué opinás sobre Intratables, un programa que recupera lo que pasa en Twitter y las opiniones de los panelistas equivalen al espacio de una publicación en Facebook?
Intratables es una nueva forma de mirar Televisión. El nuevo ingrediente del vivo es instalar un debate en Twitter. Algo así pasa con en el futbol, cuando hay un partido Twitter se llena de gente que escribe “gooool” o cargadas: todos acompañan el partido a su manera. Este programa se da cuenta de esto y sus productores le dan una importancia a las opiniones que se publican en Twitter, buscan con hashtag y eso genera que la audiencia, también, participa en el debate. Los productores se dan cuenta de la sinergia de la TV con el Twitter, con Facebook no pasa lo mismo, a lo sumo se comparte un video.