Hablamos con Adriana García, dueña del comedor “Jesús te ama” ubicado en Atocha. La mujer nos contó cómo una promesa la llevó a inaugurar el lugar y a organizar los talleres que se realizan allí. (Stephanie Tiemersma)

Adriana García, también conocida como Keka, es una mujer de mediana edad y de una gran fe religiosa. Antes vivía en zona norte y ahora -hace dos meses- tiene su hogar en Atocha. Sin embargo, su relación con este lugar ya lleva cinco años, desde que inauguró el comedor “Jesús te ama” que ella misma dirige. Allí comen 250 niños y 150 mayores. Quienes trabajan en el lugar lo hacen “a pulmón”, usan dinero de su propio bolsillo y en algunas ocasiones reciben donaciones de arroz, carne, hígado, entre otros alimentos. “Empecé sola con este lugar, imagínate lo que era cocinar para tantas personas. Por suerte ahora ya somos 15 mujeres trabajando”, nos comenta entre risas Keka.

“No te puedo decir que yo sabía que esto me iba a gustar. Comencé con el comedor porque hice una promesa cuando mi hijo cayó en el paco. Yo iba a ayudar a la gente si Dios ayudaba a mi hijo. Ahora volvió a caer pero yo confío en que Dios lo va a proteger” nos relata Adriana. Cuando empezó tenía tres negocios que vendió para costear durante siete meses ella sola el comedor, después llegó algo de ayuda: “Yo no le quiero pedir mucho al Estado porque así como estamos, haciendo todo a pulmón, es mejor porque no le debés nada a nadie, igual de vez en cuando nos ayuda la municipalidad”, dice Adriana. También nos comenta que este trabajo cambió mucho su forma de ser: “A mí los vecinos me dicen que antes yo venía con las uñas largas, tacos, cartera, los pupilé y ahora ya estoy hecha toda una atocheña”.

Adriana nos confiesa que los primeros meses en Atocha fueron difíciles: “yo no tenía idea de lo que eran las problemáticas de los asentamientos: inundarse y llenarse de barro, que haya un río de cuatro cuadras cuando llueve, prender fuego”. Pero esos no fueron los problemas más graves que tuvo, pues los punteros del barrio se le pusieron en contra, se la acusó de vender droga y de prostituir a las niñas del lugar y una vez se presentaron oficiales de drogas peligrosas a requisar la mercadería que ella y su proveedor tenían. “Andaba con consigna policial. Yo sé que fueron los punteros porque les cuesta admitir que hay gente que ayuda sin pedir nada a cambio”, reflexiona García.

En el comedor también se dictan talleres cuyas temáticas son educación sexual y autorealización. En el pasado hubo otros de alfabetización y ahora Adriana desea empezar con cursos de gastronomía, porcelana fría y tejido: “Lo que quiero transmitirles a los chicos es que tengan un proyecto personal, para que no anden en la calle y caigan en cualquier cosa. Yo me emociono cuando digo que les quiero enseñar respeto, agradecimiento y que sepan que aunque ellos sientan que tienen una vida de mierda, acá en el comedor hay gente que los quiere” afirma nuestra entrevistada. A las mujeres del barrio se les dificulta concurrir a los talleres porque no tienen donde dejar a sus hijos. Por eso, para que ellas puedan asistir, Keka lee cuentos a los chicos y los entretiene mientras dura el curso.

Adriana nos dice que cualquier contribución que venga del corazón es de ayuda: “cuando uno trabaja con chicos es importante desde el lápiz para que escriba, hasta ropa o comida”. El comedor queda en la manzana 142C lote 14 Atocha 3, o pueden comunicarse al número 3874523904. “Lo más importante para mí y lo que le quiero enseñar a los chicos es que no se pierdan los valores, que sean agradecidos y respetuosos. Y a la gente en general quisiera decirles que no olviden a sus hijos, ellos nos necesitan” dice Keka a modo de reflexión final.