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Sobre «El viaje natural de las cosas» de Alexander Guerra Hurtado

Por Eduardo Robino

La muestra combina escultura, xilografía, fotografías intervenidas, objetos ( zapatillas, mochilas, hasta una vieja patineta como base de una escultura). Esta conjunción de técnicas y materiales no es en absoluto casual, sino que remite a la proliferación, a la cantidad, a la ilimitada variedad. La existencia, la vida misma, con sus constantes vaivenes, mudanzas y variaciones parece querer ser bordeada – no entendida- en esta exposición.

Por momentos las mochilas y las zapatillas con alas de mariposas incorporadas parecen indicar la fugacidad y la fragilidad de toda vida. Y, al mismo tiempo, una xilografía repetida de unas cumulus nimbus, con ligeros cambios de colores, parece indicar que, pese a los accidentes – las variaciones que no tocan lo esencial- hay algo que permanece. No deja de ser una ironía que aquello que se utiliza para señalar permanencia, una nube, siempre está sujeta al cambio constante. Los seres humanos, parece decir, Guerra Hurtado, necesitamos de la ilusión de la permanencia para fijar sentidos, seguridades, caminos y destinos. Necesidad que a veces cubre y al mismo tiempo denuncia el arte: la promesa del bienestar eterno, de la felicidad, del objeto o situación que implique un estado beatífico de confort y de ausencia de angustia y de dolor, son las bases sobre las que se construyen las promesas de las culturas: hasta la más cruenta y larga de las guerras prometen un horizonte de virtual felicidad.


Como parte de la muestra se exponen fotocopias de fotografías tipo carnet con variaciones significativas: dos, tres, cuatro expresiones distintas de la misma persona, cuyas características repetidas son las expresiones pasajeras, y hasta ridículas del rostro. Esto se repite con todas las imagenes de los rostros de las personas que se encuentran en las paredes de la exposición. Un cartel significativo en cada serie dice » MIGRANTE». Una denuncia sobre lo ilusorio, y hasta banal, de asumir una identidad fija, invariable, sin el sobresalto constante de la sorpresa y novedad a cada momento. El » yo soy otro» de Rimbaud, completamente dislocado a partir del » yo soy la sucesión» que propone desde la imposibilidad la obra de Guerra Hurtado.

La estructura necesaria para los seres humanos se resquebraja y se denuncia como imaginaria a partir de la constante heracliteána del cambio. No es sólo que nunca nos bañamos dos veces en el mismo río, también el río puede desaparecer.


El viaje natural de las cosas implica una mirada inquietante y poco tranquilizadora de la existencia, ya que implica en su decir múltiple que toda construcción de los seres humanos sólo constituye un artificio, una ficción para aliviarnos y poder sobrellevar la existencia.

Muestra maravillosa y profundamente reflexiva de este artista que siempre muestra una creatividad inagotable para encontrar música en los abismos.


La exposición puede visitarse todos los días en el Museo de Ciencias Naturales, en la calle Menzoza N°2 – Parque San Martín- de 9 a 13y de 15 a 21 hs.