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Simetría en la campaña: Cristina es a Scioli lo que Massa es a Macri

Voluntaria o involuntariamente, la competencia política ganó la simetría que tranquiliza a los analistas políticos. Dos candidatos, Daniel Scioli y Mauricio Macri, que conviven con dos aliados problemáticos: Cristina Kirchner y Sergio Massa.

El jefe del Frente Renovador se pasó toda la semana castigando minuciosamente a Scioli y al kirchnerismo, pero sin mencionar a Macri. No hizo falta aclarar a quién prefería en la Casa Rosada. En las entrevistas que dio, Massa siguió hablando de las propuestas que había presentado en su campaña electoral, como si fuera uno de los competidores en carrera.

El jueves, en su reaparición tras unos días de vacaciones en Santa Cruz, la Presidenta de la Nación hizo lo mismo que su ex jefe de Gabinete. Se dedicó a pegarle a Macri sin decir que apoyaba a Scioli. En rigor, Cristina ni siquiera lo felicitó por haber ganado la elección del domingo, algo que sí hizo -en una declaración protegida por una telaraña de chicanas, como suele hacer- con María Eugenia Vidal, la nueva gobernadora bonaerense.

Ese espejo tiene una explicación. Macri y Scioli tienen puesta toda su energía y sus expectativas en las tres semanas que quedan hasta el balotaje. Massa y Cristina piensan sobre todo en lo que puede ocurrir tras el 10 de diciembre. Esa disparidad de objetivos hace que los choques y los cruces verbales públicos entre los dos tándems ganen una frecuencia que hace dudar al observador que en principio los considera aliados. En ese cuadrilátero, las relaciones son tensas.

Macri y Massa optaron por comunicarse con mensajes de texto, el modo más eficiente que encontraron para ponerse de acuerdo en lo esencial y evitar el cara a cara, que suele ser conflictivo. Los pocos testigos de los encuentros de los últimos meses relatan que las conversaciones suelen comenzar con una larga lista de recriminaciones cruzadas, que comienzan con la elección de 2013 y que llegan hasta la actualidad. En alguna ocasión, incluso, esos choques retóricos se llevaron casi toda la reunión. Tal vez eso fue lo que frustró a último momento una cita secreta que Massa tenía pautada para el sábado 24, pocas horas antes de la elección, en la quinta que Macri tiene en Los Polvorines.

El interés del candidato de Cambiemos es que Massa condicione los votos peronistas sobre todo en el norte del país -donde al ex intendente de Tigre le fue muy bien- y en el conurbano bonaerense para que no terminen migrando hacia Scioli.

Massa, por su lado, piensa ocupar el lugar del “peronista razonable” que confronte y negocie con el gobierno de Macri. Su plan es convertir el Frente Renovador en la herramienta para liderar algún día el peronismo, aunque no necesariamente el Partido Justicialista, un sello que más de una vez Massa consideró poco más que una cáscara que agrupa a dirigentes de todo el país con intereses diversos. En ese camino, o tal vez como forma de coronarse, Massa planea ser candidato a senador nacional por la provincia de Buenos Aires en 2017. “Con este discurso empezó mi campaña para ese año”, dijo Massa en la intimidad en la madrugada del 25. Su sueño es enfrentar en esa instancia a la propia Cristina. Por ahora, ese proyecto existe sólo en la imaginación del diputado nacional.

La Presidenta, lo dijo el jueves en alguno de sus múltiples discursos encadenados, se irá a su casa el 10 de diciembre. Hasta ese día, se dedicará a resaltar su legado y a fortalecer el núcleo de sus seguidores más apasionados, acaso para construir una memoria duradera de la “década ganada” que servirá cuando ya no exista otro lubricante para untar los engranajes del relato. Nadie sabe qué hará después Cristina, aunque su suerte dependerá del resultado del balotaje: su situación judicial no será la misma con Macri en la Casa Rosada que con Scioli en ese mismo lugar.

El candidato del Frente Para la Victoria, por su lado, se respaldará en el último tramo de la campaña en los gobernadores peronistas, una liga disminuida por las derrotas en los distritos más importantes del país y que quedó reducida, básicamente, a un grupo de mandatarios de provincias del norte, con algún delegado del centro del país. Es el grupo político en el que mejor se siente. Scioli cultivó esa relación en decenas de encuentros semisecretos armados a espaldas de los Kirchner durante años. Por eso designó como voceros informales a algunos de ellos, encabezados por Juan Manuel Urtubey.

Si gana el 22, el gobernador bonaerense reforzará la relación con ellos para contrapesar lo que quede de kirchnerismo duro. Cristina ya avisó que, aún en su exilio santacruceño, se ocupará de denunciar cada intento del próximo presidente por modificar lo que considera los logros de su gestión. Todos los que escucharon su discurso entendieron que en ese caso se refería a Scioli y no a Macri.

Fuente: Clarin