Los familiares de Antonia Sosa piden que se realice una autopsia para esclarecer la muerte de esta joven wichi cuyo cuerpo fue encontrado días en estado de descomposición y parcialmente devorado por animales.
Esas investigaciones, deficientes pero investigaciones al fin, a las que nos tiene acostumbrada la policía de la provincia, a través de su cuerpo especializado, el CIF, no suelen llegar a parajes alejados de la urbe capitalina. Como es el caso de la comunidad wichi de La Bolsa, en Pluma de Pato.
Antonia Sosa fue reportada como desaparecida a principios de octubre, luego de algunas semanas su cuerpo fue hallado luego de que un perro fuera encontrado con uno de los miembros cercenados de la joven. La imagen es demasiado brutal, hasta el punto de ser una triste analogía de la justicia para quienes siempre parecen estar al margen de ella, no porque necesariamente cometan delitos, sino porque cuando los delitos son cometidos en su contra a nadie parece importarle, y con “nadie” nos referimos a todas las instituciones que en cuanto la justicia están implicadas.
Cuando la madre de Antonia se acercó a la dependencia policial para informar de la desaparición de la muchacha les pidió que la ayudaran a buscar a su hija, los policías no pudieron hacer mucho, porque días después el cuerpo fue encontrado, fortuitamente, a casi 60 kilómetros de Pluma de Pato.
“Acá nadie sabe cómo se murió. Si ya había muerto o la llevaron ahí muerta. A los padres nadie les dijo cuál fue la causa de la muerte. Si murió insolada o fue atacada por los animales o si alguien la atacó, nunca se sabrá si nadie hace una autopsia e investiga. Es un tema muy serio, que merece una investigación como la que le harían a cualquier ciudadano argentino, porque si no parece que acá no se investiga la muerte de los aborígenes”, dijo Reinaldo Ferreira, concejal de Morillo.