Por Franco Hessling

Puede que esta haya sido la semana política más agitada antes de la Copa del Mundo, momento en que la casta política goza con las mismas mieles que las masas y suspenden de hecho el empeño en gobernar, avocándose al calendario de la competencia futbolística. Por incierto que parezca para quienes eluden esos licores, nadie que participe en la política local negaría que el juego fuerte por la gobernación comenzará recién cuando finalice la Copa Mundial de Fútbol y el año 2019 esté a la vuelta de la esquina. Detengámonos entonces en los hechos políticos de la semana y en las posibilidades de que el sosiego pretendido por la casta para las próximas semanas se interrumpa por la urgencia de las mayorías.

Nunca está de más —si de mostrar las tensiones que experimenta Salta se trata— citar el itinerario católico. El martes en la sesión de Diputados, Andrés Suriani del PRO hizo una encendida intervención manifestando su indignación por el impedimento a que las escuelas públicas obliguen a sus estudiantes a que participen del Milagrito, la emulación de procesión que, dirigides por les adultes, hacen les pibes. Sin el chaleco blanco —a diferencia de la sesión anterior, en esta última Suriani no tenía una pechera en contra del derecho al aborto—, arreció contra los desalmados que no encomiendan su vida al dios monoteísta que invierte en bienes raíces en todo el mundo, llamándolos templos. Por supuesto, entre las y los desevangelizades, están aquellos sectores que se encuentran más proclives a las influencias del demonio, Suriani los identifica perfectamente, con ese cero sentido que tiene todo buen samaritano. El feminismo y las mujeres que buscan emancipación son la viva expresión de la peor herejía contemporánea. El diputado demostró ser consciente de la gravedad del asunto, pues en la última sesión dejó el combate contra el derecho al aborto en manos de la máxima carta del equipo eclesial: “Dios quiera que esa ley no se apruebe”, evocó.

La soledad en la que se empantanó Suriani en la Cámara Baja, lugar en el cual ni los conservadores comparten el estilo actoral y demagogo del hombre PRO, tuvo su contrapeso legislativo con lo ocurrido en el Concejo Deliberante capitalino, donde el héroe de los sectores autodenominados Pro-Vida, Opusdeiman, presentó un proyecto en contra de que se garanticen condiciones de salud pública para las mujeres que deciden interrumpir sus embarazos, y, por su condición de presidente, desempató a su favor tras la votación. Pero Matías Cánepa no tuvo las cosas fáciles, hasta debió bajar al recinto de les ediles ordinarios y argumentar él mismo la mezquindad patriarcal con la libertad de las mujeres. Además de esa resolución, con un regadero de argumentos morales, la sesión dejó un mensaje político: Socorro Villamayor fue una de las oradoras de les pro-fetos pero al momento de la votación se ausentó, por eso los sectores a favor del derecho al aborto lograron la paridad que luego Opusdeiman desempató.

Todavía en el ámbito legislativo aunque en el campo provincial, el Senado agravó el desdén de Diputados de la semana pasada respecto a garantizar en el sistema de salud pública los abortos no punibles, a través de adherir al protocolo nacional de la materia que, entre otras cosas, no permite la objeción de conciencia de les profesionales de la medicina. Esa noción que se pretende como reserva moral individual de cada persona, habilita a que las y los médicos veganos no quieran atender ingestas causadas por consumo de carne, las y los enfermeres pacifistas se nieguen a intervenir en urgencias derivadas de grescas, y que las y los agentes sanitarios punks se resistan a tomar casos de pacientes policías. Claro, eso si no se sobreestima la moral católica y se la equipara a otros encuadres axiológicos. Después que los diputados oficialistas no dieran quorum en la penúltima sesión para legislar a favor de ampliar la salud pública, esta semana el Senado llevó más lejos el horizonte: aprobó por unanimidad, incluido el kirchnerismo, haciendo notar la ausencia de Gabriela Serrano —senadora mandato cumplido—, una declaración “a favor de la vida desde el momento de su concepción”.

Sigamos en el ámbito parlamentario pero trascendamos las conquistas de la moral cristiana-patriarcal para posar la mirada en la Cámara de Diputados. Pese a la movilización de la CGT local a las puertas de la Legislatura, el pedido de tratamiento sobre tablas del proyecto de expropiación del ingenio San Isidro no se votó. El argumento del oficialismo, tutelado por la estirpe Godoy, discurrió en que había que aguardar a la reunión del día siguiente, el pasado miércoles, entre las autoridades del Gobierno de Salta y los patrocinadores legales del Grupo Gloria. La maniobra dilatoria no demoró en derrumbarse, el balance de esa cumbre, como sucede desde hace cuatro meses, fue incertidumbre en cuanto a la reactivación de la producción y demonización de los trabajadores.

Corramos la mira del ámbito parlamentario e institucional, el tema lo amerita. En los últimos días, un centenar de empleados del ingenio ocupó la planta y se mantiene allí de modo pacífico. Algo parece haberse roto después de cuatro meses de la más absoluta pasividad gremial, con una o dos medidas aisladas, la toma se produce sin muchas proyecciones más que salir de la incertidumbre. Mariano Cuenca, titular del Sindicato de Obreros y Empleados del Azúcar del San Isidro (SOEASI), durante estos cuatro meses formó parte de diversas reuniones con los empresarios y con los gobiernos nacional y provincial. También con legisladores locales. El resultado siempre fue igual, la nada misma. Al parecer, a sabiendas que el sindicato había tenido cruces con el Grupo Gloria, Cuenca especulaba con mantener la calma y participar de las negociaciones, buscando que el Gobierno de la Provincia impusiera como punto de negociación a cualquier inversor que hiciera que el sindicalista y su gente fueran contratados. El hijo del intendente de Campo Santo viene de ser reelecto sin atenuantes al frente del SOEASI, en diciembre del año pasado, aval político que explicaría por qué, hasta la toma, sus más de quinientos votantes se habían conformado con esperar en sus casas, confiando en las negociaciones de mesa chica que venía encarando Cuenca. Los tiempos de zafra ya están en marcha en el resto de los trapiches y las propias bases del sindicato muestran impaciencia.

El saldo de la última reunión entre el Gobierno y los abogados de los inversores peruanos, de la que no participó Cuenca, fue la incertidumbre sobre cómo se reactivará la producción pero que, sin lugar a dudas, el hecho de que los trabajadores tomen la planta no contribuye en absoluto. La medida de acción directa, por más pacífica que sea, aleja al Gobierno de los acuerdos que pudiera haber tenido con Cuenca y lo asimila automáticamente a los empresarios. No se sabe si el secretario general del SOEASI tenía en sus cálculos esta medida de acción directa; se anticipa sí, que ahora que está en marcha y ante la ruptura con el Gobierno, no le queda más remedio que radicalizarla con un plan de lucha si no quiere quedar fuera de todo: de la empresa, del sindicato y de los ententes.

Algo de lo ocurrido esta semana puede presentarse como progresivo: exhausto de tener que lidiar con los escraches de Greenpeace, Juan Manuel Urtubey creó la Agencia de Protección Ambiental de Salta (APAS), que tiene entre sus funciones estrechar vínculos con organizaciones de la sociedad civil abocadas al resguardo del ecosistema. Además, se anunció por decreto la ampliación de las áreas de bosques nativos preservadas con el color verde en el Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos (OTBN). Aunque la decisión va en línea con preservar el ambiente y poner restricciones a la rapiña agroexportadora, fue un caso de arbitrariedad positiva, ya que el OTBN se tendría que haber modificado a instancias de discusión multidisciplinaria y legislativa, hace algunos años atrás. Se compensó ese retraso con estilo autoritario, vía decreto.

Cabe añadir que lo ambiental no compete exclusivamente al tema desmontes, por ejemplo, también resonaron esta semana en la Legislatura reclamos por la falta de voluntad para investigar las denuncias contra Austin Powder, que incluso antes de entrar en pleno funcionamiento como planta productora de Nitrato de Amonio está acusada de provocar mortandad de aves en la zona de Anta. Pueden plantearse otras inquietudes: ¿en qué condiciones, ambientales y económicas, se está planificando la explotación del litio en el oeste de la provincia —empleos para nosotros, riquezas para los capitales extranjeros? ¿Cómo se disponen los residuos electrónicos generados? Y ya que tocamos el tema sumideros para poner en su justa medida las decisiones ambientales de Urtubey de esta semana, tomemos el caso municipal: desde fines de 2016 está perimida la vida útil del San Javier III, tal como establecía su plan de uso, reconocido por el entonces Secretario de Ambiente de la comuna, Federico Casas. Todavía hoy, con Gastón Galíndez al frente, “excrecencia y traidorzuelo” del urtubeicismo, dicha repartición municipal no pone en marcha un nuevo espacio para la disposición final de los residuos.

Y, por si faltaba algo para caldear los ánimos sociales a pocos días de las vacaciones mundialistas que pretende la casta política, se anunciaron ajustes en la educación superior terciaria, bajo la órbita de la Provincia. El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de Analía Berruezo presentó como adecuaciones lo que serán cierres de carreras para reorientar los recursos. El plan de optimización que, no sin excepciones, viene aplicándose desde fines del año pasado. En vez de proponerse abrir nuevas carreras, si acaso así lo indican los diagnósticos sobre el sistema de educación superior, se propone reemplazar unas por otras, manteniendo la oferta educativa estática en términos de amplitud. Ya se realizaron convocatorias para repudiar la decisión y nada hace suponer que el movimiento docente, normalmente muy activo en Salta, deje pasar la medida sin sentidas movilizaciones en las calles.

Puede que el contexto crítico de la ciudad, la provincia y el país, alineadas en un mismo modelo neoliberal de gobierno, provoque que la dirigencia política tenga menos tranquilidad que la acostumbrada cuando la pelota empiece otra vez a rodar por el verde césped de Rusia, en los próximos días. En fin, en términos de masas en las calles, no hay tantas diferencias entre dar una vuelta olímpica y ejecutar nuevas Toma’s de la Bastilla.