Mediante información ambiental provista por sensores remotos satelitales, el Instituto Gulich y la Fundación Mundo Sano realizan un estudio sobre parásitos intestinales, incluyendo los geohelmintos, que afectan a comunidades originarias del norte de Salta.

Los datos generados por los satélites de observación de la Tierra tienen múltiples ámbitos de uso. Uno de ellos es la salud pública. Desde el Instituto Gulich de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), se desarrolla una línea de trabajo denominada epidemiología panorámica, con más de 20 años de historia, a partir de la cual se elaboran mapas de riesgo sobre zonas susceptibles de ser afectadas por enfermedades transmitidas por el agua, el aire o vectores. Los principales usuarios de estos productos son las instituciones nacionales y provinciales responsables de implementar políticas de prevención.

Una de las investigaciones actuales se concentra en geohelmintos, parásitos transmitidos por el suelo que afectan mayoritariamente a las comunidades del noreste y noroeste de la Argentina. El proyecto, que se realiza de manera conjunta entre el Gulich y la Fundación Mundo Sano, involucra el relevamiento de las condiciones socioeconómicas de comunidades originarias de la localidad de Tartagal, provincia de Salta, así como el uso de herramientas satelitales para modelar los ambientes donde se desarrollan las enfermedades.

El trabajo sobre geohelmintiasis en Tartagal se inició en 2019 y continúa hasta la actualidad. “Nuestro objetivo es hacer un relevamiento para evaluar si en esos lugares hace falta poner en marcha un programa de desparasitación, ya sea a nivel municipal o provincial, y con qué periodicidad”, indicó Victoria Periago, investigadora de CONICET y coordinadora científica de Mundo Sano. Con este fin, se analizan características ambientales y socioeconómicas para determinar dónde existe mayor probabilidad de encontrar estos parásitos y direccionar los estudios.

Los geohelmintos tienen la particularidad de que, para infectar a las personas, deben antes cursar parte de su desarrollo por el suelo. En poblaciones vulnerables, sin acceso a servicios básicos, como agua potable o baños (donde solo cuentan con letrinas muy precarias o las necesidades se hacen al aire libre), estos parásitos pueden entrar en contacto con la piel o ser ingeridos y provocar una infección”, explicó la investigadora. Además advirtió que la presencia de parásitos en personas que tienen otros problemas de base, como desnutrición, agrava los riesgos para la salud.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda hacer una desparasitación masiva en poblaciones que registran una prevalencia mayor al 20% en niños en edad escolar con geohelmintos. “Por lo tanto, contribuimos con información en terreno para sumar esfuerzos y ayudar a la implementación de políticas públicas que puedan abordar el problema”, sostuvo Periago.