Un cura en La Rioja fue detenido luego de comprobarse su coparticipación en una banda narco. Estaba prófugo porque hace unos meses allanaron la iglesia y tenía más marihuana que santos.
El padre Zacarías Tucciota Dellano era buscado intensamente por la policía riojana luego de que sus fieles le dieran la cana puesto que en el baño de la Iglesia de la Inmaculada Caridad -donde el mentado clérigo oficiaba como párroco- hallaran en el baño, escondidas unas cuatrocientas veinte mil cuatrocientas veinte dosis de marihuana de las que primero el padre dijo no saber nada, para luego argumentar que tal vez era una señal divina y tras no convencer a nadie con el verso de la fe, optó por sincerarse y declarar que le guardaba la droga a tres narcotraficantes que utilizaban el sacrosanto lugar para hacer sus fechorías.
Rápido de reflejos y ligero de sotana, Tucciota Dellano se fugó antes de que la ley diera con él. De un día para el otro el cura había desaparecido de la iglesia ubicada a pocos kilómetros de Chilecito. Y ahora tras varios en los que al parecer la culpa hizo su trabajo, el sacerdote se entregó a las autoridades y luego de un extenso interrogatorio declaró que él formaba parte de una red narco internacional que actuaría en connivencia con el cartel de Sinaloa, la CIA, los reptilianos y la iglesia católica, puesto que las implicancias llegarían hasta el propio Papa Franciso, a quien sindicó como “alto fumón”.
El ahora confeso dealer y expárroco espera sentencia. Y no será dios quien lo juzgue, sino juez federal Daniel Herrera Piedrabuena, quien ya tomó intervención en el caso.