Por Karla Lobos

Siguiendo con la actividad petrolera y el poder en el norte provincial, llegamos a la década de 1940 y al golpe de estado de 1943. Ahí tenemos que explicar que durante lo que se llamó la “Década Infame” (los `30) grupos de militares y civiles iban preparando las bases de nuevos movimientos que se hicieron fuertes durante el peronismo. Entre ellos, un grupo de ex Irigoyenistas que formaron lo que fue FORJA y los militares que formaron el GOU (Grupo de Oficiales Unidos), sociedad militar secreta, constituida el 10 de marzo de 1943. El último golpe militar habia sido en 1930, contra Hipólito Irigoyen.

El 4 de junio de 1943, muy poco tiempo después de la creación del GOU, aprovechando la apatía del pueblo hacia un gobierno corrupto, conservador y fraudulento, como fue el de Ramón Castillo, los militares, encabezados por los generales Arturo Rawson, Pedro Ramírez y Edelmiro Farrell, lo sacaron  del cargo y asumieron el poder. Grupos como FORJA, junto a numerosos sectores postergados de la población, apoyaron el golpe. Creyendo  que podía iniciarse un proceso de recuperación de la soberanía nacional, la industrialización y el empleo y de conquista de derechos laborales y sociales. 

La Segunda Guerra Mundial también ejerció su influencia. Pero nada de esto produjo alteraciones en la evolución de la actividad petrolera, caracterizada, en ese momento, por el crecimiento sostenido de YPF y el declive de las empresas privadas como la Estándar Oíl.

En 1946, asumió la presidencia Juan Domingo Perón y en Salta se creaba el municipio de General Mosconi, bautizado así en honor al primer director de YPF, con 2.758 kilómetros cuadrados de superficie. 

A pesar de esto, Vespucio seguía siendo el lugar más importante de la zona y sus principales funciones municipales eran ejercidas directamente por YPF.

Dos años después se creó Tartagal y un tiempo después, el departamento General San Martín, tomando parte del gran departamento de Orán. Tartagal ya era el principal poblado y centro de servicios por esas latitudes y se convirtió en la cabecera departamental.

Las políticas peronistas, en cuanto a las áreas petroleras fueron bastante ambiguas. El artículo 40 de la Constitución Nacional de 1949,  declaraba la propiedad y jurisdicción nacional de todos los recursos mineros, pero las empresas privadas no fueron expropiadas, lo que llevó al agotamiento de los pozos de la zona. La Standard Oíl se retiró de Salta y fue YPF la que pasó a controlar todo el sistema petrolero.

A nivel nacional, YPF creció significativamente durante este período. Se construyeron las destilerías más importantes. Aunque la empresa se descapitalizó y su producción no logró abastecer de forma eficaz a la industria que estaba en pleno crecimiento.

La empresa continuó su expansión en el Departamento General San Martín, aunque durante la segunda mitad de la década de 1930 y la primera de 1940 fue de manera moderada. Entre 1951 y 1952 se hicieron nuevas perforaciones positivas en Campo Durán y en Madrejones, al norte de Tartagal.

El protagonismo de la actividad petrolera, monopolizada desde principios de la década de 1950 por YPF, trajo consigo una fuente importante de trabajo, bienes y servicios.

La intervención económica de la empresa en Salta superó ampliamente las expectativas del departamento, lo que la ubicó como fuente de acciones políticas y sociales independientes, de las iniciativas provinciales de ese momento.

Recordemos que entre la segunda mitad de la década de 1930 y la primera mitad de la década de 1940 Salta estuvo gobernada por Avelino Araoz, desde 1932 a 1936; Luis Patrón Costas, desde 1936 a 1940; Abraham Cornejo, quien ya había gobernado la provincia de 1916 a 1918, esta vez gobernó desde 1940 hasta el 1 de diciembre de 1941, momento en que falleció. Le siguió Ernesto Aráoz, desde 1941 hasta junio de 1943 en que se produjo el golpe de Estado y tomaron el poder provincial, primero Roque Lanús, durante 18 días; le siguió José Morales Bustamante, Arturo Fassio y Ángel Escalada.

Durante el gobierno de Juan Domingo Perón, YPF se consolidó como símbolo de soberanía y argentinidad, especialmente en la zona fronteriza, de reciente incorporación a la geografía del país, el departamento General San Martín. La empresa parecía conformar un Estado dentro del Estado, y sus empleados eran los únicos ciudadanos trabajadores.

El Censo Industrial Nacional de 1935 fue en encargado de registrar los resultados de los primeros años de actividad petrolera en el norte de Salta y medir el desempeño económico de Tartagal y Mosconi. De acuerdo a estos datos, el departamento de Orán había logrado destacarse económicamente de la mano de la producción petrolera, primero; azucarera y forestal, en segundo y tercer lugar. Además, concentraba la mayor cantidad de trabajadores, los mejores salarios y la producción de bienes más importantes de la provincia.

A pesar de albergar tan sólo el 8,6% de los salteños, Oran concentraba en 1935 el 76,8% de la producción industrial provincial, el 70,4% del volumen de los salarios y 51,5% de los trabajadores empleados en la provincia, duplicando al departamento Capital, el de mayor población de Salta, superándolo 3 veces en el volumen salarial. Orán se había convertido en el principal motor económico de la provincia.

En cuanto a lo político, la oligarquía salteña estaba conformada por el partido conservador Unión Provincial, creado en 1912 y dirigido por la familia Patrón Costas y el radicalismo. Fueron gobernadores radicales Arturo Torino (1921-1922), miembro de la principal familia vitivinícola de la provincia, y Julio Cornejo Uriburu (1928-1930), pariente del gobernador conservador Abraham Cornejo (1916-1918), diputado nacional durante su mandato y ministro de gobierno del conservador Pío Uriburu (1898-1901), con quien también estaba emparentado. Aunque la oligarquía también retuvo bancas provinciales durante el régimen peronista.

El primer gobernador justicialista asumió en 1946 y fue Lucio Alfredo Cornejo Linares, hijo del ex gobernador de la UCR y pariente del ex gobernador conservador del mismo apellido, ambos dueños del ingenio San Isidro. El último, derrocado por el golpe de 1955, fue Ricardo Joaquín Durand, representante de una de las familias terratenientes-ganaderas más importantes de la provincia.

El norte provincial, como cualquier pueblo carente de influencia política, tuvieron que ver que, la mayor parte de la riqueza que producían, se vaya fuera de su territorio. Aunque el crecimiento económico de la época haya estado directamente vinculado a los establecimientos petroleros, azucareros y forestales predominantes en Orán y Tartagal. El principal establecimiento azucarero del país era San Martin de Tabacal, radicado en Orán. La industria petrolera, que concentraba el volumen más grande de producción, dependía básicamente de la Standard Oíl e YPF, que operaban principalmente en Tartagal y Mosconi.

Es así que el primer lugar lo ocupaba la extracción de petróleo, con 55,5% de la producción total de la provincia, seguido por el rubro vinculado a la producción agroindustrial, donde el azúcar ocupa el primer lugar, seguido de bebidas y tabacos con 24,9%. Con respecto a la mano de obra, el primer rubro cubre 32,9% y el segundo 17,4%. La explotación forestal, extendida por todo Orán, tiene un bajo nivel de participación en el valor total de la producción provincial, 6,1%, pero ocupa 21,2% de la mano de obra, que se desempeña mayormente en los obrajes. Entre los tres rubros, empleaban el 70% de los trabajadores. Pero el área petrolera, encabezada por Tartagal y seguida por Mosconi Vespucio, era por lejos la más importante del departamento. Concentraba 62,9% de los trabajadores, 74,4% de los sueldos y 69,1% de la producción de Orán. A pesar de eso, la provincia no invertía ni siquiera en la infraestructura más elemental.

En 1933, un artículo del periódico de Tartagal La Frontera se lamentaba de que para atender a 14.000 habitantes, sólo hubiese un médico municipal, una sala de primeros auxilios de YPF (en Vespucio) y un pequeño hospital de la Standard Oíl. Esta situación motivó reclamos y protestas desde épocas tempranas. Unos meses después el mismo medio de difusión publicaba: “Tartagal es una fuente de recursos; el Gobierno percibe ingentes sumas por producción petrolífera; otras sumas ingentes percibe sobre patentes al comercio, sobre impuesto al consumo, pero el pueblo de Tartagal sólo tiene obligación de contribuir a la riqueza fiscal; trabajar, pagar, callarse la boca ¿Hasta cuándo?. El pueblo de Tartagal, en su totalidad, sin distinción de personas clases o categorías, quiere que esta situación se resuelva antes de fin de año; quiere que la expropiación [de tierras] y el agua corriente sea una realidad dentro de dos meses. Si ello no se realiza será pérdida toda esperanza y la indisciplina ha de cundir”.

En el municipio de Mosconi vivían 4.912 personas, y en el de Tartagal 8.538. Demográficamente, concentraba más de 22% de la población departamental. Económicamente eran la zona más importante de la provincia. Lo que los transformó en el departamento General San Martín, que actualmente incluye además los municipios de Aguaray, Salvador Mazza, General Ballivián y Embarcación.

Como ya lo dijimos en otras notas, la llamada “desnomadización” y el quiebre de la vida comunitaria que sufrieron los pueblos originarios durante la conquista del Chaco fueron la base para el proceso de acumulación originaria en los obrajes madereros y los ingenios. En 1904, Bialet Massé escribía en su “Informe sobre el estado de las clases obreras argentinas”: “Me fijo en primer término en el indio, porque es el elemento más eficiente del progreso en el Chaco: sin él no hay ingenio azucarero, ni algodonal, ni maní, ni nada importante. Es él el cosechero irremplazable del algodón; nadie le supera en el hacha”. En 1911, un decreto del presidente Roque Sáenz Peña disponía la relocalización de que los pueblos originarios del Chaco en reducciones, y ponía de manifiesto el interés del gobierno por la fuerza de trabajo indígena. En los considerandos del decreto se puede leer: “Una prolongada experiencia, ha puesto de relieve las aptitudes del indígena del Chaco y Formosa para el trabajo en los ingenios de azúcar, los obrajes de madera y las cosechas de algodón, constituyendo así un importante factor económico, que es indispensable conservar”.

Expropiados por el Estado argentino, los pueblos originarios de la zona perdieron los territorios donde desplegaban sus actividades económicas de subsistencia, fueron “arrinconados” y desarrollaron una economía doméstica precaria e insuficiente. Lo que sumado al hostigamiento militar sistemático al que estuvieron sometidos, los forzaron al “enganche” temporario en obrajes y plantaciones.

Durante las primeras décadas del siglo XX, la madera fue el principal combustible producido en el país, su utilización era central para que las locomotoras operaran la franja Salta-Tartagal. Hasta las máquinas perforadoras hidrocarburíferas usaban ese combustible, en lugar de petróleo. Eso sin contar la madera necesaria para la construcción de los durmientes por donde pasaban las vías del tren. En ese contexto, los indígenas de la zona de Tartagal se convirtieron en zafreros, obrajeros, clasificadores de madera, durmienteros. El modo de contratación de los aborígenes era a través de un intermediario, el contratista, que cobraba por cada individuo que conseguía, además de recibir un porcentaje de su producción.

Una vez en el obraje o en la zafra, los braceros trabajaban bajo durísimas condiciones: “tenemos establecimientos de empresas particulares, en algunas de las que el indio trabaja de sol a sol, sin descanso, mal alimentado, casi desnudo, viviendo en huetes hechas con paja, llana de piojos y donde se producen las más grandes enfermedades infecciosas. Los indios están bajo la acción de un ´trantante´ que los contrata y maneja como bestias”. Controlados por capataces armados y a merced del látigo y otras formas de tortura.

Esto sucedió hasta la aprobación del Estatuto del Peón, en 1944, indígenas y otros migrantes sin recursos de distintas regiones de Salta, de las provincias vecinas y de Bolivia constituyeron la mano de obra básica que impulsó el desarrollo y crecimiento de la zona.

Lo real es que los polos de desarrollo de la Provincia era propiedad o estaban ligados a la Oligarquía local que sometía a la mano de obra aborigen a un trato esclavizante mediante capataces amparados por la propia policía local y coaccionados económica y extraeconómicamente. Transformándolos en deudores de sus patrones y viviendo casi como animales. Y aunque en el sector petrolero los parámetros eran otros, el 58% de la población del departamento de General San Martín no lograba satisfacer sus necesidades básicas porque todos los recursos extraídos de Tartagal y Mosconi quedaban en manos del capital estadounidense, a través de la Standard, del Estado nacional, a través de YPF y del Estado provincial, a través de las regalías. Ni el gas ni el petróleo estuvieron al alcance de la mayoría de la población que nació y creció al calor de la explotación hidrocarburífera.

Cualquier semejanza con la realidad actual, es mera coincidencia…