A 46 años del secuestro y desaparición del ex gobernador Miguel Ragone el periodista Andrés Gauffin compartió un texto para refrescar la memoria.
Amarillo, naranja, azul
Publicado en ensayos.com.ar
A las 8 de la mañana del 11 de marzo de 1976 – a sólo cuatro días de las elecciones internas del PJ donde pretendía disputar la presidencia del partido- Miguel Ragone salió en su Peugeot amarillo de su casa del pasaje Miguel Puló y en el pasaje del Milagro dobló hacia la izquierda.
Al día siguiente, la sección de Policiales de El Tribuno-el diario que dirigía Juan Carlos Romero tenía inclinación por mencionarlo en esa sección- dio la noticia de que el ex-gobernador había sido secuestrado a segundos de esa salida pero ignoró olímpicamente que el hecho se había producido a días de la interna peronista en donde uno de los principales protagonistas iba a ser precisamente Ragone.
Y pese a que en su crónica contaba que la Policía no había suministrado detalles, El Tribuno informó por “testigos presenciales” que del operativo participaron un Chevy “borravino o naranja” y un Falcon gris.
Más de treinta y cinco años después, un Tribunal Federal que juzgó el caso también concluyó “conforme lo manifestado por los testigos presenciales” que declararon en las audiencias, que los secuestradores llegaron en un Chevy color naranja y un Falcon gris.
Es que pocos antes de redactar el fallo, lxs jueces Snopek,Giménez y Montilla había leído el diario El Tribuno del 12 de marzo de 1976 -entonces a cargo operativamente del joven abogado Juan Carlos Romero- pero se olvidaron de lo que le manifestaron los cuatro testigos presenciales – Siegrist, Albrecht, Martínez de Leal e Ilvento- ninguno de los cuales -según los jueces transcriben párrafos antes en el mismo fallo- dijeron haber visto un Chevy naranja. Y en cambio el segundo afirmó rotundamente que vio un Rambler azul y hasta reconoció el modelo, 1964.
Y si bien una sola testigo reconoció un Ford, no mencionó el color gris.
¿Porqué entonces los jueces sólo mencionaron un Chevy naranja y el Ford gris, y en cambio se olvidaron enseguida del Rambler azul?
Que cuatro vehículos -entre ellos un Chevy naranja y un Ford gris- hayan sido robados días antes en Santiago del Estero y aparecido días después en Salta no prueba en absoluto que hayan participado del secuestro de Ragone.
Claro que todo hubiera quedado más claro si el Tribunal hubiera llamado como testigos a los entonces cronistas del matutino, o más bien a su jefe, Juan Carlos Romero, para que expongan cómo llegaron a la conclusión – a menos de 24 horas de producirse- de que en el secuestro habían participado un Chevy naranja y Ford gris.
Pero no los llamaron.
Los colores, sin embargo, no agotan los interrogantes del secuestro, del cual todavía no se sabe qué efectivos participaron, aunque sea un secreto a voces que fueron agentes de la Policía de Salta, que a bordo del Rambler azul -prefiero el testimonio de un testigo y no los trascendidos de El Tribuno- asesinaron de paso al almacenero Santiago Arredes, hermano de un conspicuo oficial de la fuerza, quien seguramente reconoció a alguno de ellos cuando los vio pasar.
¿Cómo es posible que en la sociedad salteña se haya dado por resuelto el asesinato de Ragone, cuando aún no se sabe quiénes salieron del Falcon azul y apretaron el gatillo? Peor aún, ¿si no hubo voluntad polìtica ni judicial de investigarlo?
Como la crónica tribunesca del 12 de marzo de 1976, pero también como el libro “Ragone, mártir de la democracia” que Juan Carlos Romero como gobernador mandó editar en 2006, el fallo de 2011 silencia el contexto de la inminente interna peronista que iba a afrontar el ex gobernador. ¿Porqué tantos silencios?
Pero ahora también, a 46 años de su secuestro, la memoria de Ragone, está siendo sometida a un nuevo operativo del silencio y olvido, esta vez de su persona, como si la desaparición de su cuerpo no fuera suficiente.
Cuatro escribas con todo el apoyo logístico de Limache se disponen a publicar un libro sobre Roberto Romero, parte clave de la estrategia del clan para que su nieta acceda a la gobernación de Salta. Bettina, cada día más, se presenta, o es presentada por su padre, como la continuadora de la obra de su abuelo Roberto Romero.
El Roberto Romero que en los años 74, 75 y 76, a través del diario El Tribuno, le puso toda la clase de obstáculos a la gestión de Miguel Ragone como gobernador hasta que obtuvo su intervención, y al proyecto del propio Ragone por volver al ruedo político que incluyó su candidatura a presidente del PJ en marzo de 1976.
El libro panegírico de RR será el primero de una serie llamada “Los protagonistas” donde figurarán personajes tan controversiales como Juan Carlos Cornejo Linares o Armando Caro, pero en los que -según anticipó el propio diario- no estará incluido Miguel Ragone, como si el ex gobernador no hubiera protagonizado nada en los años 60 o 70, década sobre la que se extenderán los escribas.
O, a 45 años de su secuestro, como si nunca no hubiera existido.