Juan Manuel Urtubey y Juan Pablo Rodríguez no improvisan nada para garantizar el triunfo de un Andrés Zottos que no entusiasma y reforzar los números de Adrián Valenzuela y David Leiva quienes de vencer en sus categorías, complican la proyección futura de Gustavo Sáenz. (Daniel Avalos)

Concentrémonos en el tablero y no en el escenario político provincial. Lo último debe incluir en el análisis las valoraciones que el conjunto de la sociedad realiza sobre los actores políticos, mientras el “tablero” delimita la mirada a las ecuaciones que ejercitan esos actores que tienen en el Grand Bourg a un actor central. Uno cuya lista de prioridades de cara al 22 de octubre es claro: garantizar el triunfo de Andrés Zottos que requiere de enormes esfuerzos, cuidar que el transitar tranquilo de Adrián Valenzuela hacia la senaduría por la Capital no sea amenazado por ningún hecho inesperado, y trabajar para que el triunfo del “Chico Malo” y la buena intención de votos con la que cuenta el bailantero David Leiva en la categoría concejal permitan a la galaxia “U” copar el Concejo Deliberante para preocupación de un Gustavo Sáenz que debe bracear más de la cuenta para mantener la condición de jefe político que no hace mucho compartió con Juan Manuel Urtubey y Juan Carlos Romero.

La motivación para “dejar todo” por Zottos es harto conocida: es el triunfo que Urtubey necesita para seguir soñando con una candidatura presidencial que sus cortesanos baratos dan por hecho, aunque él y su entorno más lúcido sepan que ello es posible pero todavía no una realidad. Una probabilidad que se potenció tras las PASO de agosto que envió al cementerio político a varios de los competidores internos de un Urtubey que posee la audacia necesaria para elevarse por sobre los obstáculos y romper límites, que cuenta con la suerte que siempre es hija de una rara alquimia de situaciones fortuitas que combinadas producen un escenario excepcional que el afortunado aprovecha; aunque también sabe que la expectativas de muchos salteños sobre su futuro nacional -las mismas que evidentemente poseen varios medios nacionales- se contraponen con una realidad evidente: carecer de un gabinete jerarquizado, de una estructura nacional montada y es parte de un peronismo que nunca entrega cómodamente candidatura de ese tipo.

Urtubey candidato

Consciente de todo ello, el gobernador sabe también que en lo inmediato sus chances nacionales requieren de un Zottos triunfante que sin embargo perderá en dos distritos claves de la provincia: la capital provincial y el departamento de San Martin ante un Martín Grande y un Sergio Leavy que en esos distritos fidelizaron el voto sin que ninguna propuesta del oficialismo o carencia de los candidatos mencionados podrán modificar. De allí que el objetivo del Grand Bourg no sea otro que ganar la provincia perdiendo en esos distritos. Confiando plenamente en el logro de ese objetivo, los movimientos claves que seguramente ejecutaran para alcanzarlo no pueden ser otros que ensanchar la diferencia entre Zottos y sus rivales en el resto de la provincia y reducir las distancias entre Zottos y sus rivales en los dos distritos mencionados.

El manual indica que para lograr lo último requieren de otros dos movimientos que la campaña en las últimas semanas confirmó. El primero de ellos consiste en  enflaquecer el aparato ajeno (sobre todo en el norte provincial) y engordar el propio cooptando dirigentes que con sus respectivos punteros hagan de correa de transmisión entre los planes de la cúpula y la población conformando una red piramidal que yendo desde el gobernador hasta el dirigente barrial se alimenta de recursos y favores que salen del Estado.

El segundo de los movimientos lo protagonizará el propio Urtubey con una maratónica agenda de visitas en esos dos distritos para cerrar acuerdos con dirigentes, pero sobre todo para tomar contacto directo con una población a la que asegurara que los temores apocalípticos que irradian macristas y kirchneristas son fantasías y que lo importante es dejar de pasarse el tiempo tratando de averiguar que piensa el “otro” de “nosotros” para ocuparse de resolver los problemas inmediatos, sobrevivir a la crisis, encontrar empleo y otras cuestiones que esta gestión no ha resuelto aunque ello no le ha impedido obtener triunfos electorales, probando así que a los electores evidentemente les afecta la economía aunque también en su decisión electoral inciden otros aspectos.

Nada desviará al gobernador de esa agenda que según algunos se desplegará sin interrupciones entre el 7 y el 22 de octubre. Ni siquiera los coqueteos presidenciales modificarán esa hoja de ruta con lo cual habría que descartar el supuesto lanzamiento de su campaña presidencial que diarios nacionales como Clarín anunciaron para el próximo 23 de agosto. Todos los subordinados están advertidos y el ejecutor del plan, el ministro de gobierno Juan Pablo Rodríguez, es el encargado de evitar las improvisaciones, controlar la libertad de los subordinados, exigirles el máximo rendimiento y obligarlos a convertirse en disciplinados soldados.

Objetivo Capital

Recuperar la Capital provincial es el otro gran objetivo del Grand Bourg. Curiosamente, las PASO de agosto terminaron por hacer más fácil lo que en principio parecía ser muy difícil. Y es que ningún dirigente con experiencia que simpatiza u odia a Adrián Valenzuela, dudan de que el experiodista le dará una paliza electoral a un Guillermo Durand Cornejo que todavía debe andar preguntándose en qué momento se desmoronaron las coordenadas sobre las cuales levantaba su comprensión de lo real.

La diferencia de votos entre el candidato a senador de Urtubey (Valenzuela) que cosechó más de 80.000 sufragios y el de Sáenz (Durand Cornejo) que superó los 48.000,  dan la razón a quienes aseguran que esa elección está definida. A ese rasgo cuantitativo, los del Grand Bourg suman otro cualitativo de raíz abiertamente duranbarbiana en tanto creen que el elector de Valenzuela está votando con el corazón, que tal elector ya siente simpatía por ese candidato que le cae bien y que esos sentimientos no se rompen ni con mejores propuestas del adversario ni con acusaciones personales difundidas por los medios. Por increíble e indignante que resulte, la sentencia parece ser cierta. Sobre todo si tenemos en cuenta que la difusión de las denuncias que confirmaron los juicios familiares con los que carga quien fuera movilero televisivo no parece afectar en nada su popularidad.

A pesar de todo ello, el Grand Bourg se muestra enemigo de las simplificaciones y trabaja a destajo para que los imponderables no afecten el transitar relajado de un Valenzuela que anda de barrio en barrio y de acto en acto mientras el ministro de Gobierno monitorea hasta el detalle más minio: desde evaluar la presencia del candidato en las redes sociales hasta garantizar que los votos que nunca irán al hombre propio no vayan en bloque al adversario de turno. Por ello mismo celebran que otros candidatos a senadores como Marcelo Hoyos, de Salta Somos Todos, o Roque Rueda, de la Unión Cívica Radical, hayan superado las PASO y sean ahora los receptores naturales de la voluntad de quienes, por ejemplo, votaron a un candidato como Bernardo Biella quien en agosto jugó para el propio oficialismo “U”.

Futuro negro

El optimismo es tal en el Grand Bourg que entre ellos no reprimen el entusiasmo por lo que puede ocurrir en la categoría concejales. Hay confianza en que el efecto arrastre generado por Valenzuela se combine con la excelente intención de votos que posee otro candidato propio e igual de “anormal” que el Chico Malo: el bailantero David Leiva quien escondido en una maraña de siglas partidarias que casi nadie conocía, logró en las PASO 20.020 votos, sólo 5.000 menos que Matías Cánepa quien es el que concentra todo el apoyo del intendente capitalino.

A esa dimensión de orden cuantitativo que alimenta las expectativas del ejecutivo provincial, se le suma otra relacionada con la estrategia de campaña que ejecuta el propio Gustavo Sáenz y que deja en riesgo sus propios intereses: poner todo el esfuerzo en remontar los números de Guillermo Durand Cornejo. Además de ser una misión imposible, la apuesta lo obliga a descuidar la elección que determinará la conformación de un Concejo Deliberante que resulta crucial para garantizarse gobernabilidad en dos años que serán furiosos por la renovación que en 2019 debe realizarse en el ejecutivo provincial y municipal.

La situación es percibida por no pocos dirigentes del saenzismo que padecen una desesperación callada al respecto. Porque saben que la estrategia no se modificará y fundamentalmente porque empiezan a sospechar que la cadena de desaciertos obedece mucho a que el intendente y su entorno más inmediato sufren eso que los psicólogos del poder llaman el “mal de pensamiento de grupo”; un tipo de aislamiento intelectual que ciertos grupos de poder padecen y que bloquea la posibilidad de revisar conductas e inclina a no constatar las hipótesis propias con la realidad.

Si la situación es efectivamente así o no lo desconocemos. Lo seguro, en cambio, es que el oficialismo municipal carece de estrategias electorales sólidas, cuadros políticos -no de gestión- capaces de identificar oportunidades políticas y electorales que reditúen al “jefe” y que se valgan de investigaciones sofisticadas que ayuden a comprender una opinión publica cada vez más volátil y líquida.

Sin sentimentalismos de ningún tipo, el Grand Bourg identifica el hueco, pergeña planes y prepara un despliegue generalizado para ocupar el propio Concejo Deliberante con el propósito posterior de garantizarse capacidad de veto en ese organismo, desgastar al adversario y eventualmente obligar al intendente a concentrar todos sus esfuerzos en la capital provincial, lo que necesariamente le va a impedir abocarse a un armado provincial que le permita plantearse como una alternativa provincial para 2019. El urtubeicismo, en definitiva, es así. A veces busca resultados para celebrar una victoria inmediata; y otras veces sólo para que llegado un momento que considere clave, la iniciativa política no deba depender de terceros.