Fueron necesarias 17 horas de discusión en el Congreso Nacional y más de dos décadas de lucha de las organizaciones feministas. En la madrugada del miércoles, el Senado chileno –compuesto por 32 hombres y 6 mujeres- despachó la ley que despenaliza el aborto en tres causales: riesgo de vida de la madre, inviabilidad fetal y violación.

En 1989, pocos meses antes de entregar el poder, el dictador Augusto Pinochet se había encargado de terminar con la intervención bajo fines terapéuticos, que hasta entonces protegía en el nivel más básico la vida de las mujeres.

Su voluntad se mantuvo intacta durante el transcurso de la democracia y definió a Chile como uno de los dos países de América del Sur –junto a Surinam- que no permiten el aborto en ninguna circunstancia.

A lo largo del debate del proyecto, la causal de violación provocó uno de los debates más encendidos en la clase política, en contraste con el apoyo reflejado en las encuestas al proyecto en su integridad. Se terminó aprobando con lo justo por 18 votos a favor y 6 en contra, pero dejó un amplio arsenal de frases que mostraron la peor cara de los parlamentarios.

“Estamos en el caso de un niño que no tiene ninguna responsabilidad y le tocó la desgracia de que su padre sea un delincuente. Y nosotros lo matamos”, argumentando el senador Alberto Espina, quién también habló de la violación “común y corriente”.

La inexistencia de una ley que reconozca el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos las ha conducido a la clandestinidad y a la persecución penal. En los últimos diez años, 502 personas fueron formalizadas por aborto y 166 terminaron condenadas tras enfrentar el proceso judicial, un escenario que fue celebrado por el senador Juan Antonio Coloma, uno de los representantes de la derecha chilena.

-¿Hay gente presa en Chile por generar abortos? Sí, y bien presas están. Son personas que han consentidamente generado abortos a los seis meses, siete meses, con clínicas abortistas clandestinas y yo creo que son un grave daño moral, social y delictual.

No fue la única frase que desató ira en redes sociales. Otro de los parlamentarios que acaparó la atención fue José Manuel “Rojo” Edwards, quien hizo una peculiar comparación.

“Quienes hoy día aprueban el aborto, son los sucesores naturales de quienes justificaron la esclavitud, la colonización española, la falta de votos para la mujer, los nazis y los comunistas”, remató.

Todavía no es una realidad
En los dos años de tramitación de la propuesta legal, la palabra de las mujeres ha sido objeto de constante cuestionamiento y desconfianza en el discurso de los detractores.

-Cualquier mujer puede argumentar que su vida está en riesgo, argumentar una depresión o intento de suicidio. No existe una manera para determinar si esto está siendo simulado o es verdad .dijo el senador Alejandro García Huidobro.

La repetición de estos criterios en la línea discursiva del Senado terminó por alterar a una de las parlamentarias de derecha, Lily Pérez, quien desde el comienzo manifestó su apoyo al proyecto. Con calma, pero masticando el enojo, respondió a sus colegas en su intervención.

-Aquí yo he escuchado a hombres que hablan de violaciones falsas, de violaciones forzadas, del padre de la guagua, de matar guaguas, de proteger al violador.¿Acaso no hay aborto en Chile? ¿Acaso no venden el misotrol en Internet para tratar la úlcera?

Pérez levantó la vista y los miró:

-Preguntenle a sus hijas que opinan de lo que ustedes están diciendo esta noche.
Pese a las violencias del debate, las organizaciones de mujeres organizadas celebraron el avance como un piso mínimo en la garantía de sus derechos. En adelante, el proyecto debe pasar a tercer trámite legislativo en la Cámara de Diputados, donde se deberán visar los cambios introducidos por el Senado.

La coalición de derecha ya amenazó con jugarse su última carta buscando un pronunciamiento del Tribunal Constitucional, lo que podría sumar nuevos obstáculos al camino de las mujeres. Aún no se han rendido. Así lo advirtió el senador Ernesto Silva con la voz ahogada ante la aprobación del proyecto:

-No porque se apruebe la ley de aborto en Chile se acaba defensa por la vida, simplemente se inicia una nueva etapa.

Horas más tarde, el proyecto sufrió un nuevo revés en la Cámara de Diputados, por obra de una abstención y dos votos en contra de parlamentarios del Gobierno.

La iniciativa volverá a ser evaluada en comisión mixta -compuesta por senadores y diputados- donde podría sufrir otras modificaciones que entramparán el proceso. A un paso de ser realidad, el compromiso de Michelle Bachelet con las mujeres en Chile corre con el tiempo en contra.

fuente: cosecharoja