En la misa Crismal del Jueves Santo, el papa Francisco recordó que los sacerdotes no pueden ser «pastores con cara de vinagre, quejosos ni, lo que es peor, pastores aburridos”. ¿El arzobispo de Salta ya estará practicando gestos simpáticos frente al espejo?

En la misa Crismal en la Basílica de San Pedro, que marca el inicio de las celebraciones de Pascua y que se considera «el día de la institución del sacerdocio», el papa argentino empleó un tono personal y caluroso, lejos de los reproches que suele asestar a los sacerdotes que no cumplen adecuadamente con su trabajo.

«Con tantas emociones, el corazón del pastor se cansa. Para nosotros los sacerdotes las historias de nuestra gente no son un boletín informativo. Nuestro corazón se deshila, se deshace en mil pedazos» con esos problemas, dijo el santo padre.

«El cansancio de los sacerdotes, ¡el cansancio de todos ustedes! Pienso mucho en ello y rezo a menudo, sobre todo porque yo también estoy cansado», añadió, según informó el diario La Nación.

Pero a pesar de esta fatiga, el papa indicó a los sacerdotes que no pueden ser «pastores con cara de vinagre, quejosos ni, lo que es peor, pastores aburridos».

«El pueblo fiel no nos deja sin tarea directa, salvo que uno se esconda en una oficina o ande por la ciudad en un auto con vidrios polarizados», agregó, dando una lección. En ese sentido, volvió a subrayar la necesidad de pastores «con olor a oveja» y «sonrisa de padre».

«Nada que ver con esos que huelen a perfume caro y te miran de lejos y desde arriba», agregó.