Reseña de la antología poética “Aquel Verano” publicada por el Taller de Poesía Argentina de Tartagal, compuesta por nueve textos de nueve autores del Departamento San Martín, sobre el alud de 2009.

Por Jorge Rolando Acevedo

El alud ocurrido el día 9 de febrero de 2009 en la ciudad de Tartagal puede atribuirse a causas naturales, climáticas, ecológicas y escatológicas, inclusive un daño producido por la mano del hombre. El desborde del cauce del río Tartagal, la caída del puente ferroviario y el arrastre de árboles y sedimentos provocó tres muertes, diez mil damnificados y setecientos evacuados cuando culminaba la primera década del nuevo milenio. Pero esta es otra mirada.

En la teoría literaria de la novela y lo novelesco, Mijail Bajtin considera que en el discurso de la novela existe el concepto de polifonía de voces o dialogismo. Es decir, al hablar de pluralidad de voces, entiende que cada personaje tiene una visión distinta de una misma realidad. Mientras que el dialogismo es cuando un texto es capaz de dialogar con otros textos. En este sentido, en la antología poética sobre el alud del 2009 denominada Aquel verano (2025), un desastre natural es versificado por nueve voces: Jorge Rolando Acevedo, Viviana Aramayo, Milena Corvera, Janet Emilia Gareca, Romina Medina Yufra, María Cristina Agüero, Facundo Alzogaray, Verónica Gallardo y Mario Flores. A su vez, cada uno de los trabajos literarios es acompañado por un dibujo, una pintura, un collage digital, una ilustración, una fotografía, que dan cuenta de la situación: los poemas se conjugan las con las imágenes. Estos textos fueron producidos en el Taller de Poesía Argentina, cuya edición como muestra final del espacio se publica junto a material de archivo de lo ocurrido dieciséis años atrás.

Según los registros históricos, una tormenta producida en 1343 en la ciudad de Nápoles es descrita por el renacentista Francesco Petrarca (1304-1374). Dice el poeta al llegar al puerto: “Que muro de agua / que vientos / que horrible terremoto / que ruido terrible proviene del mar / que gritos de la multitud”. En efecto, Petrarca nos describe un maremoto en el siglo XIV. El alud, un hecho de la realidad mirado por varios ojos, en este caso por nueve voces, cada cual sustentada por la profesión, por la experiencia escritural y por las propias vivencias personales. “Aquel verano” significa cómo un desastre natural es poetizado por diferentes voces.

En la antología no hay resabios políticos ni panfletos. No hay referencias directas (más que la dedicatoria en algunos casos) a las personas fallecidas ni los bienes materiales que han perdido durante el aluvión, en esos veinte minutos. La poesía es capaz de mudar y mutar, en su libre expresión, porque rompe lo protocolar para instalarse en su propio discurso.

Tanto Jorge Acevedo como Viviana Aramayo se hacen una misma pregunta y metaforizan el tiempo y el espacio: “¡Qué hubiese sucedido si era de noche! / ¡Una necrópolis! / ¡Una hilera de cenizas!”, y “¡Afortunadamente era de día! / Quién sabe /¿cómo hubiera sido si no / esa otra fotografía?”.

Milena Corvera y Verónica Gallardo personifican la situación después del alud, cuando la gente vio cómo el barro había transformado la vida en una ciudad del norte salteño. Hablan el lodo, un perro y miles de mariposas blancas: “Recorre olores ajenos y confusos / olfatea piernas sucias y apuradas / que, indiferentes, desentierran cosas / lavan, secan, apartan” (Corvera). “Miles de pirpintos blancos / han nacido luego de la tormenta / vuelan por doquier. / bailan las sonrisas pueriles en su entorno / en esta alegórica coreografía” (Gallardo).

Una voz emergente y otra voz con trayectoria: Romina M. Yufra y Mario Flores indagan, preguntan, inquietos buscan la referencia de los sucesos que irán a ocurrir y los que ocurrieron realmente. Ella describe: ¿Qué es lo que bajan? / a veces piedras / a veces tierra / la mayoría trae madera / troncos gigantes, eternos / ¿y los pájaros y sus casas?. Él interpela: “Aquí estoy, puente / ya no puede cruzarte / Sos una máscara frágil que disfraza la inminencia”.

Además de las cuestiones existenciales que atan al hombre y la naturaleza, el desastre también se transforma en un sentimiento, en un yo lírico que se manifiesta como una verdad, como un legado. En este sentido hay tres voces que fusionan el verso del amor con el verso del alud: Janet Gareca dice “Es mentira que te fuiste / y no dejaste nada / dejaste una ciudad en ruinas… / Todas las pesadillas tienen el mismo final…”. Cristina Agüero señala: “Ella sintió destrozarse el corazón y no pudo sostener sus lágrimas… / Era un verano que en su vuelo de febrero / una angustia de maderos arrastraba…”. Facundo Alzogaray afirma: “De mi pecho baja tu recuerdo… / De ellos brotarán las flores / pájaros muertos / las caricias por nacer y la tempestad sin tormenta”.

Así los poemas y los poetas de aquel verano: “Si hubiese sido de noche”, por Jorge Rolando Acevedo; “Quién sabe”, por Viviana Aramayo; “Lodo negro”, por Milena Corvera; “Premonición”, por Janet Gareca; “9 pulgadas”, por Romina Medina Yufra; “Vuelo de febrero”, por Cristina Agüero; “Tu recuerdo”, por Facundo Alzogaray; “Pirpintos blancos”, por Verónica Gallardo; y “Diluvios”, de Mario Flores. Entre estos textos de autoras y autores de distintas ciudades del Departamento San Martín (Tartagal, General Enrique Mosconi y Prof. Salvador Mazza) se alcanza a notar ciertos estilos definidos y argumentos logrados, añadiendo al contenido visual intervenido por pinceladas artísticas y bocetos en blanco y negro. Por eso, somos como Francesco Petrarca, porque hemos sido testigos y parte de la naturaleza y la transformamos en poesía.

La antología poética “Aquel verano” se presentará el día viernes 21 de marzo, en el marco del Día Mundial de la Poesía, en el Centro Cultural de los Pueblos Originarios de Tartagal, a las 19 horas.