Opinión del médico feminista especialista en psiquiatría y psicología médica Enrique Stola: “Los macho-violentos son estafadores afectivos”.

¿Qué es lo que dificulta que la mujer  víctima de violencia de género extrema opte rápidamente por la libertad, la tranquilidad, la alegría y la realidad de una vida sin violencias a la que tiene derecho? Para Enrique Stola no hay una respuesta única y nunca llegaremos a señalar las múltiples causas: las pautas culturales que facilitan la dominación masculina y sus violencias, la falta de protección del Estado Nacional y los provinciales, el sentimiento de profunda soledad e impotencia, el miedo y terror al violento, la depresión y el estrés postraumático crónico, la situación económica, etc. Pero hay algo que traspasa a gran parte de ellas y es el afecto.

“Los macho-violentos son estafadores afectivos, increíblemente egoístas que solo desean valorizarse a si mismo siendo dueños y señores de la vida de las mujeres. Ellas realmente se enamoran y los desean. Les sucede lo que a todas las personas que cuando nos enamoramos estamos sumamente vulnerables y no imaginamos que el otro puede manipularnos, generarnos culpa y confusión, agredirnos psicológicamente, sexualmente y llegar a golpearnos o matarnos. Cuando la mujer empieza a darse cuenta de que algo está mal ya es tarde, ya se encuentra en una posición de subordinación, de dependencia del dominante macho-violento que ha ido horadando su autoestima y que le hace sentir que cada conflicto es por su culpa”.

Compartimos la opinión del médico psiquiatra respecto al reciente femicidio ocurrido en Salta:

“Un macho-violento que está preso asesina a su pareja mujer en la cárcel. Otro macho-asesino, también preso por matar a su pareja mujer en una cárcel, reitera la acción y tenemos a otra mujer asesinada.

Sorpresa y preguntas ¿porqué una mujer que tiene la información se relaciona con un femicida?

Y me pregunto ¿hay gran diferencia entre esta mujer y aquella que está soportando todas las violencias y amenazas de muerte y no cree que puede ser asesinada?, ¿O con aquella que sí cree en que puede ser asesinada pero lleva al macho-golpeador incorporado y no puede salir del encierro?

Debemos resaltar que estamos en una sociedad patriarcal, machista y que quienes la integramos hemos configurado nuestros cuerpos dentro de la forma masculina de organizar la realidad y privilegiar, en todas las clases sociales, la palabra, el espacio y el poder masculino.

Que tenemos religiones monoteístas que cumplen órdenes directamente de su dios y que tienen una gran eficacia simbólica en la organización de la vida y conducta de millones de personas.

Que hay una socialización de género que deja muy claro lo que la visión masculina espera de una mujer: que sea amorosa, sensible, comprensiva, atenta a servir en todo a los hombres y que sepa perdonar. Que circulan terribles creencias, como por ejemplo “una oportunidad no se le niega a nadie” “hay que saber perdonar” “si se arrepiente de sus pecados entonces ya está en el buen camino” “los milagros existen” y la más eficaz: el amor todo lo puede.

Que con el amplio espectro de la Violencia de género, desde la simbólica hasta la extrema, se disciplina el cuerpo y el espacio de las mujeres a la vez que se “ofrece al mercado de machos” una variada gama de hombres desde los sutilmente dominantes y controladores hasta los manifiestamente efectores de violencia de género extrema. Todos estos hombres con derechos asignados por las religiones y creencias machistas pasibles de ser comprendidos, perdonados y servidos.

 Ya he dicho que “Los macho-violentos son estafadores afectivos, increíblemente egoístas que solo desean valorizarse a si mismo siendo dueños y señores de la vida de las mujeres. Ellas realmente se enamoran y los desean. Les sucede lo que a todas las personas que cuando nos enamoramos estamos sumamente vulnerables y no imaginamos que el otro puede manipularnos, generarnos culpa y confusión, agredirnos psicológicamente, sexualmente y llegar a golpearnos o matarnos.

Cuando la mujer empieza a darse cuenta de que algo está mal ya es tarde, ya se encuentra en una posición de subordinación, de dependencia del dominante macho-violento…”

Teniendo en cuenta el contexto y las necesidades afectivas que tiene una mujer como ser humano (parece que hay siempre que recordar que las mujeres son humanas) y sin entrar a valorar historias personales, podemos afirmar que una gran cantidad de mujeres están en situación de dominación extrema y que muchas otras se encuentran en permanente riesgo de resultar entrampadas por la cultura patriarcal y su violencia simbólica en relaciones con hombres que ejercen algún tipo de violencia

La mujer que se relaciona con un macho-femicida tiene la información intelectual de lo que ese macho-asesino hizo, pero para ella lo que realmente tiene peso es su propio sistema de creencias y la conexión afectiva que hace con su “arrepentido” hombre. No puede afectivamente preveer que se introduce en un espacio de sufrimiento al igual que les pasó a esas otras mujeres de cualquier clase social que hoy soportan los golpe y las amenazas de muerte.