De cómo, bajo el disfráz de satisfacer las necesidades de la clase trabajadora, se termina quebrando la voluntad popular. A favor siempre, de los intereses de los de siempre.

La semana pasada desde las páginas de este semanario se abordó bajo el nombre de “Banco Macro en el Grand Bourg: el onceavo ministerio”, el entramado para alojar dentro del predio de la Casa de Gobierno (de todos los salteños) una enorme mole de cemento de lo que será una nueva sucursal del siempre beneficiado Banco Macro. Cabe aclarar que la entidad de Brito suma una nueva delegación a las 33 que actualmente funcionan en Salta, sin contar cajeros automáticos que a diferencia de otras entidades privadas, se alojan en plazas y lugares públicos de cada punto de la provincia, sin poner un peso.

Relatábamos en nuestro informe que la semilla germinal de este caso en particular fue plantada dos años atrás a instancias del, por entonces, ministro de finanzas Carlos Parodi, lo que refrescó la memoria de algunos empleados del Centro Cívico Provincial sobre una encuesta realizada en ese momento.

Fue precisamente este ex funcionario quien tomó la iniciativa de realizar una encuesta al personal del gobierno provincial y así conocer cuales eran las necesidades prioritarias que podrían evacuarse dentro del predio.

Parodi ya venia gestando el arribo de la sede de Banco Macro en Grand Bourg, y la consulta popular se iba a constituir como un “blanqueo” de lo que luego se efectivizó. Sin embargo, el tiro le salió por la culata ya que los empleados propusieron en primer lugar una guardería infantil, en segundo lugar un ascensor para discapacitados y luego, techos para la playa de estacionamiento y un tan necesario centro de salud dentro de las instalaciones.

Parece que en este caso el pulido sistema de votación pergreñado por el gobierno provincial no hizo efecto ya que de todos estos pedidos, sólo se instaló el ascensor, y quedó a la cabeza la instalación del Banco Macro (algo que los empleados, no consideraban necesario). Yo pregunto, después hago lo que quiero. Y a los empleados, pito catalán.