Pasó otro día del y la periodista y es preciso seguir hablando sobre el rol del periodismo hoy.

Andrea Sztychmasjter

 “¡Despertemos! ¡Despertemos Humanidad! Ya no hay tiempo.

Nuestras conciencias serán sacudidas por el hecho de solo estar contemplando la autodestrucción basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal”.  (Berta Cáceres)

Desde 2005 Cuarto Poder se convirtió en el primer medio de Salta en incorporar una sección específica dedicada al abordaje de información con esta perspectiva. Al calor de las acciones de los movimientos feministas ver la realidad con lentes violetas es una condición ineludible que cualquier persona que trabaje en medios de comunicación debe incorporar.

La perspectiva de género es entendida como una categoría analítica especifica que propicia la explicación sobre las desigualdades entre hombres y mujeres y la multiplicidad de identidades. Opta por una concepción epistemológica que se aproxima a la realidad desde las miradas de los géneros y sus relaciones de poder.

Esta perspectiva debería ser incorporada no solamente por periodistas y comunicadores sino por todo/a profesional en cualquier área donde desarrolle su actividad, no tenerla desde ya que le imprime un sesgo formativo.

La perspectiva de género favorece el ejercicio de una lectura crítica y cuestionadora de la realidad para analizarla y transformarla. Se trata así de crear nuevas construcciones de sentido para que se visualicen las identidades autopercibidas a través de vínculos no jerarquizados ni discriminatorios. Esta categoría social y analítica fue tomada por la teoría feminista y encuadrada por lo que hoy se conoce como los Estudios de género, sin embargo, no debe ser entendida como exclusiva de una mirada femenina.

En 2018 el diario Perfil incorporó la función de “Defensora de Género”, y fue la filósofa Diana Maffía, la que ocupo ese cargo para ser posteriormente reemplazada por Mabel Bianco. La figura de Editora de Género irrumpe en nuestro país en junio de 2019 con la designación de Mariana Iglesias con ese cargo en el diario Clarín. Días después, Gisele Sousa Días, es nombrada en el medio digital Infobae. En 2017 Jessica Bennett asume como Editora de Género del New York Times. La periodista fue designada tras las repercusiones delas denuncias por abuso sexualhacia el empresario hollywodense, HarveyWeinstein5y los ecos del movimiento #MeToo.

Genealogías

Los medios de comunicación feministas en la prensa gráfica en Argentina y en la región de América Latina y el Caribe tienen décadas de existencia y pueden rastrearse distintas genealogías revisionistas para armar una posible línea de tiempo sobre estas publicaciones que pueden ir a nivel local, desde La Aljaba (1830) de Petrona Rosen de de Sierra; La Camelia (1852) de Rosa Guerra; Álbum de Señoritas (1854) de Juana Manso; La ondina de plata (1870) de Luis Telmo Pintos; La Voz de la Mujer (1896) de Virginia Bolten, la Revista Nosotras (1902) de María Abella de Ramírez y Julieta Lanteri; Nuestra Causa (1918) de Alicia Moreau de Justo; Nuestra tribuna (1922-1925) de Juana Rouco Buela; hasta llegar a Persona (1974) de María Elena Oddone; el periódico Alfonsina (1983), dirigido por María Moreno; los Cuadernos de Existencia Lesbiana (1987) de Ilse Fuskova y Adriana Carrasco, entre muchas otras. Sin olvidar las notas con perspectiva feminista en revista Luna, o la aparición del suplemento Las 12 en 1998, el aporte de RIMA en los 2000, la aparición de Artemisa Noticias y El Teje. Una genealogía del periodismo feminista debe tener en cuenta el aporte de Alfonsina Storni en Caras y Caretas, Mundo Argentino, La Nota o La Nación y la tarea de Salvadora Medina Onrubia como directora del periódico Crítica entre 1946-1951; entre otras. La búsqueda de una genealogía propia mantiene la mirada atenta y hay hallazgos que se vuelven gemas: como la revista Unidas que se editó en Rosario entre 1982 y 1987. O el suplemento La Cazadora, que publicó todos los martes el diario El Ciudadano entre 13 de julio y el 9 de noviembre de 1999.

Adelia Di Carlo, periodista

En esta fecha elegimos recordar a Adelia Di Carlo, pionera en el periodismo, escritora y cronista ligada al feminismo durante el siglo XX en Argentina.

A los 21 años comenzó a trabajar en el vespertino El Tiempo. Un día, José Ingenieros leyó uno de sus artículos y facilitó su ingreso en el periódico La Argentina, donde fue redactora y jefa de sección. Mientras, colaboraba también en Caras y Caretas, P.B.T., La Razón, La Patria, La Mujer, El Hogar y Estampa. Escribió los libros La canción de la aguja, El hijo del guardabosques, Astillas de sándalo, En las viejas capillas, Cartas de amor y En espera de la hora. También creó la Asociación Cultural Clorinda Malto de Turner. Desde su fundación, en 1919, fue secretaria de la Asociación Pro Derechos de la Mujer.

Durante su carrera, en 1932, plena década infame, el sospechoso accidente en que falleció su amiga Julieta Lanteri llamó su atención y así lo expresó en un artículo de la revista Caras y Caretas en dónde la homenajeaba, pero también sembraba serias dudas sobre las circunstancias de su muerte.

“Hace más dolorosa la circunstancia que ha provocado su muerte, el hecho que ella temía ese trágico fin”, decía Di Carlo. Aunque la policía caratuló el hecho como accidente, la periodista (que también trabajaba en el diario El Mundo) comenzó a publicar una investigación que determinaba que el informe policial estaba borroso y no se podía leer el nombre del conductor, que luego resultaría ser David Klapenbach, un miembro del grupo paramilitar de derecha conocido como la Liga Patriótica y que tenía un frondoso prontuario. Como respuesta a esa publicación, la casa de Di Carlo fue saqueada por la Policía Federal.