RAQUEL ADET, Una de las autoras del libro la Represión en Salta.
Como militante deseo referirme a los cuarenta años de democracia y a la lucha por los derechos humanos. En estos días he visto y he oído los actos y homenajes donde altos funcionarios y autoridades de los gobiernos nacional y provincial emiten encendidos discursos y hablan mucho de los derechos humanos y de lo que pasó hace cuarenta años evitando -muy convenientemente- referirse a lo que pasa hoy.
Esos actos donde se presentan como defensores de los derechos humanos los mismos funcionarios de un gobierno que aplica un protocolo represivo contra la población más vulnerable y aprueba el uso de las pistolas Taser que sirven para torturar. Y donde sonríe ampliamente la intendenta Romero, la misma que reprime a los ambulantes, los puesteros, los cartoneros y los trabajadores informales, a los más pobres, quitándoles el derecho a trabajar.
Esos publicitados y vergonzantes actos en donde se reduce la lucha y la defensa de los derechos humanos a una farsa.
En mi opinión -y como definió la diputada Myriam Bregman- cuando hablamos de derechos humanos no estamos hablando del pasado. Estamos hablando de que a cuarenta años de democracia aquí hay gente con hambre, de que -según estadísticas oficiales- dos de cada tres niños están bajo la línea de pobreza, de que un salario mínimo no llega ni a la mitad de la canasta familiar. Estamos hablando del ajuste brutal que aplican los gobiernos nacional y provincial para pagar una fraudulenta deuda externa, de los cuatro millones de familias sin techo, del aumento sistemático de los alimentos, del robo a los jubilados, de la represión y criminalización de la protesta social. Estamos hablando de todos los derechos que no se garantizan y se siguen violando día a día y por los que tenemos que luchar. Ese es para mí el verdadero homenaje y la única manera de honrar la memoria de los que cayeron luchando por un país más justo.