Clarín se hizo eco de la historia de vida del salteño Tane De Sousa.

Tane De Sousa tiene 23 años y vive en Salta. Solo le falta la tesis sobre los rayos ultravioletas en zonas de altura. Los padres lo educaron en su casa y dio todas las materias libres.

El de Tane Da Souza Correa es un caso excepcional. A los 23 años, está a punto de recibirse de licenciado en Física en la Universidad Nacional de Salta (UNSA), con un promedio altísimo y una tesis sobre modelos para predecir el índice de rayos UV en zonas de altura como Vaqueros, el pueblo salteño donde vive desde los 2 años. Además, fue presidente de la Federación Universitaria de Salta (FUSA), lideró el centro de estudiantes y milita por la educación pública. Sin embargo, nunca fue a la escuela.

Los padres de Tane se dedican a la agricultura familiar: trabajan en su casa en Vaqueros, cerca de Salta capital. Viven de lo que venden en el mercado del pueblo: leche de cabra, quesos, dulces y hortalizas. Durante su infancia, Tane estudió con su papá, su mamá, los vecinos, por su cuenta… Al final de cada año, él y su hermano rendían las materias libres. “Muchas clases mis viejos las pagaban por medio del trueque con otros vecinos”, recuerda.

La experiencia educativa de Tane –aprender en casa sin asistir a la escuela– forma parte de una tendencia minoritaria, que crece sigilosamente al margen del sistema educativo formal: el home schooling . El futuro físico asegura que este modelo de educación alternativa “no es una opción elitista” y ahora, a punto de recibir su título universitario, reivindica la elección de sus padres: “Ellos tomaron la decisión por motivos ideológicos: no querían una educación que reprodujera la lógica del sistema, sino una que tratara a cada niño como un individuo”.

A los 12 años, cuando terminó la primaria, los papás de Tane le preguntaron si quería hacer la secundaria en una escuela o prefería seguir rindiendo libre. Tane eligió continuar con el home schooling. A los 14 ingresó a la universidad como “alumno vocacional”: rendía los parciales pero no los finales. Poco antes se había anotado en el mítico taller de Física del profesor Daniel Córdoba en la UNSA, donde desde hace 25 años se reúnen 200 chicos que madrugan todos los sábados para estudiar Física de manera extracurricular.

“A Tane lo educaron sin parcelar el mundo en asignaturas. El mundo se le aparecía como un todo a través de las lecturas; la ‘asignatura’ recién entraba en escena frente a la necesidad de ordenar ese cosmos cada vez que tenía que acreditar saberes rindiendo libre en el sistema escolar”, cuenta el profesor Córdoba. Pero aclara: “Esto solo puede ir de la mano de padres excepcionales como los que tiene, que se ganan la vida de lo que produce la granja donde viven: padres que garantizan su presencia en casa, más paredes empapeladas en libros y sin televisión y un furioso culto a la lectura”.

La Ley de Educación Nacional (LEN) no prohíbe la escolarización el hogar. Sus artículos 4 y 6  «dejan abierta la posibilidad de que la educación pueda ser impartida en el seno de los hogares», explica Diego Naveira, coordinador del equipo de Asesoría Parlamentaria de la Fundación Nuevas Generaciones, que elaboró un proyecto de regulación del home schooling en Argentina. El artículo 6 de la LEN sostiene que la familia es el «agente natural y primario» de la educación. Los padres que educan en sus casas suelen citar esta ley y la Constitución como respaldos a su «derecho».

«Legislar sobre esta modalidad quitaría la nebulosa que existe hoy: el home schooling es legal pero no está regulado. Y existen varias barreras para acceder a las currículas oficiales, en algunas jurisdicciones cuesta mucho que se abran mesas de examen para que los chicos rindan libres. Regular el home schooling no implica defenderlo, sino simplemente establecer reglas claras», sostiene Naveira. Hasta ahora no se ha avanzado: el proyecto de ley perdió estado parlamentario en diciembre de 2015.

Tane coincide con la necesidad de regular: «El Estado debería generar un marco normativo para la educación alternativa, respetando la elección de cada familia. Tiene que supervisar y evaluar para garantizar el aprendizaje de todos los chicos».

Frente a las críticas que suele recibir el home schooling, referidas sobre todo a la falta de socialización, Tane asegura: “Siempre tuve amigos: de fútbol, del pueblo, del taller de Física, de mis otras actividades”. De todos modos, reconoce que su experiencia fue posible por una serie de condiciones infrecuentes: “Aunque no me arrepiento de no haber ido a la escuela, nunca le diría a alguien que saque a sus hijos del colegio. Este modelo nos sirvió a nosotros. Sí creo que el Estado tiene que defender la educación pública, pero una educación pública más humana”.

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El “home schooling; una opción polémica y sin regulación

Aunque no hay un registro oficial de cuántos padres educan a sus hijos en el hogar, estimaciones de las propias familias señalan que son alrededor de 2000 en todo el país. Y que, pese a que sigue siendo muy marginal (el sistema educativo formal tiene 11 millones de alumnos), la tendencia crece.

Las razones son múltiples: desde económicas (casos de familias numerosas) hasta religiosas, pasando por la disconformidad con el sistema educativo. En zonas rurales, también entra en juego la distancia del hogar y la escuela. También lo eligen algunas familias que cambian su lugar de radicación con frecuencia.

Los críticos del home schooling señalan que es “premoderno” y “elitista”, y advierten que aísla a los chicos, lo que dificulta una socialización “sana”.

“El principal obstáculo para las familias es la falta de reconocimiento legal, la posible exposición a una denuncia de inciertas consecuencias y las dificultades para obtener los títulos oficiales”, reconoce Laura Mascaró, referente internacional en este tema y muy consultada por las familias argentinas que eligen esta modalidad.

Uno de los defensores más notorios del modelo es el especialista inglés Ken Robinson, autor de la charla TED más vista de la historia (titulada “Las escuelas matan la creatividad”). Aunque se declara “fan” del home schooling, Robinson aboga por un diálogo entre esta alternativa y el sistema formal. Para él, la escuela pública podría mejorar a partir de “los principios del aprendizaje personalizado, los tiempos más flexibles y la aplicación de pedagogías sensibles a los distintos estilos de aprendizaje de cada alumno” que el home schooling pone en juego.

fuente : Çlarin