Un barco panameño estuvo 48 hora en Buenos Aires. Una barcaza paraguaya que va a Alemania, estuvo dos semanas en Terminales Río de la Plata. Dos hechos que se combinaron para enviar 23 toneladas de cocaína a Alemania y Bélgica. La dirección de Fiscalización y Operativa Aduanera, ignoró todo.
Todo se descubrió el 23 de febrero, en dos puertos europeos importantes, Hamburgo, Alemania, y Amberes, Bélgica. 23 toneladas de cocaína, de las cuales por lo menos 16 habían sido cargadas en Terminales Río de la Plata, cuyos accionistas son Dubai Ports Word (de Emiratos Árabes Unidos) y el grupo argentino Román.
La ruta de la droga investigada y detectada en Europa, fue la siguiente: Asunción (Paraguay) y Santos (Brasil)/Buenos Aires/Hamburgo y Amberes.
La noticia fue revelada por el portal Data Clave.Para que esto fuera posible, a las autoridades aduaneras argentinas se le escapó la tortuga. Los datos importantes son estos.
El buque panameño San Artemissio estuvo varado en Buenos Aires entre el 11 y el 13 de enero. Venía de la ciudad brasilera de Santos, con rumbo a Europa.
Ya en otra ocasión se le incautaron 233 kilos de cocaína en el mismo puerto brasileño.
Infobae informó posteriormente que el San Artemissio no estuvo 48 horas en Buenos Aires porque sí, sino que fue cargado con un contenedor proveniente de Paraguay a través de la Hidrovía. El contenedor había llegado el 28 de diciembre, conteniendo 16 de las 23 toneladas embarcadas rumbo a Europa.
La embarcación, que opera bajo el número BZA PAR 10003 V.71S. estuvo dos semanas en el Puerto de Buenos Aires sin ser revisado por la Aduana argentina que argumentó que el contenido del barco fue considerado “mercadería en tránsito”.
De ningún modo le pareció sospechoso a la Aduana argentina que Paraguay, un país de escaso desarrollo industrial, exportara pinturas de la marca Fox Colors a Alemania, primer exportador mundial de alta tecnología, que además puede proveerse de pinturas con fabricantes de la Unión Europea.
Diego Carlos Figueroa, subdirector general de Control Aduanero, no vio nada y no hizo nada. Asumió su cargo en enero de 2020, luego que en México se detectara cocaína en un avión que salió de Salta, tripulado por dos ciudadanos bolivianos.
Se esperaba que la asunción de Figueroa, de la mano del nuevo gobierno, reemplazando a la macrista Gladys Morando, significara un cambio. Pero evidentemente siguieron ocurriendo cosas raras.
A partir de este hecho todas las miradas apuntaron a un funcionario clave, Carlos Daniel Herrera, Jefe de la División Fiscalización y Operativa Aduanero.
Se traslada en un BMW, difícilmente pagable con su sueldo, viste trajes caros y usa buenos relojes.
Entre los funcionarios más importantes de la Aduana, hay dos con los que se lleva particularmente bien. Uno es Rodrigo De Dios, santacruceño que se dice camporista sin serlo, ex cuñado de Facundo “El Pollo” De Vido, hijo del ex ministro, cuyo cargo es director de Reingeniería de Procesos Aduaneros.
Tiene llegada a la directora del organismo, Silvia Traverso. En su último encuentro, Herrera profundizó la buena relación con Hernán Demartini, yerno de Traverso, y su hermano, Diego Demartini, ambos recientemente habrían pasado a planta permanente con sueldos de 400.000 pesos tras ser pasados a planta permanente.
La llegada de Herrera a Traverso es tanta que, hace casi un mes, la directora de la Aduana dispuso que toda la mercadería llegada a través de “couriers” pasara por el Canal Rojo de Selectividad, una idea que se le atribuyó a Herrera.
La operatividad de los courier requiere más celeridad que pasar todo por el Canal Rojo, pero y el funcionario está enfrentado con quienes manejan ese lucrativo sistema tanto en el Correo Central como en Ezeiza.
Tras el escándalo de las 23 toneladas de cocaína detectadas en Europa, desde la Aduana explicaron que la droga disimulada en las latas de pintura y yeso nunca ingresó en el pa�