Parece que ahora algunos quieren aplausos por hacer lo que tienen que hacer.
Fue una renuncia más histérica que histórica: ayer el diputado provincial Nacho Jarsún anuncio en sus redes sociales, con una solemnidad espantosa de opa salteño, que renunciaba a su dosis de covid-19. Lo dijo como si se estuviera sacrificando por la sociedad, como si estuviera cruzando la cordillera de Los Andes y todos debiéramos aplaudirlo. Lo dijo como si fuera un gesto noble y no una mera obligación. Algunos creen que hay que aplaudir porque hace lo que tiene que hacer.
En su texto de renuncia, para la tribuna, dice que tienen 35 años. El texto completo: “Soy un agradecido de tener la posibilidad de aplicarme la vacuna contra el covid, ya que fuimos autorizados para hacerlo por tener ahora sesiones presenciales. Quiero aclarar que la razón por la que no acepté aplicarme la vacuna por ahora, es porque tengo 35 años y más allá de que no sé cómo me afectaría este virus, considero que hay personas que son de más riesgo y deben estar antes que yo”, escribió.
Y luego acotó: “Es un tema sensible, por eso me pareció necesario aclararlo. Y concluye con más demagogia: “A todos los que les corresponda vacunarse y tengan la posibilidad, les sugiero que lo hagan”.
No merece nuestros aplausos, señor Jarsún. Basta de demagogia.