Rocío Paredes es una actriz salteña y desde el 2012 trotamundos. Hoy vive en Brasil, en donde se dedica al teatro de marionetas y al clown. En enero tiene pensado volver a Salta a dictar talleres sobre clown y construcción y manipulación de marionetas. (Trilce Lovisolo)

Esta magia tiene una explicación: “El personaje no se encuentra encarnado en el cuerpo del actor en sí, es un objeto inerte que necesita del cuerpo del actor para adquirir vida, como un acoplamiento de un objeto que se torna extensión de ese cuerpo… Es la animación que da sentido al objeto y hace que él exista y solo la acción justifica su presencia en la escena”.

La frase es de un director teatral, buscador e investigador brasilero, Valmor Beltrame y recordada por Rocío Paredes para contar qué es el teatro de marionetas, un arte milenario cuya dramaturgia sucede a través de muñecos manipulados por un actor-titiritero que le pasa su energía por los hilos, como si fuese una extensión de su propio cuerpo. Y de su alma.

Rocío Paredes es actriz, salteña, tiene 28 años. Hace ya unos cinco que anda viajando y aprendiendo del arte dramatúrgico por otros lugares del mapa. Hoy está en Belo Horizonte, en Mina Gerais (Brasil). Allí son varios los estudios, talleres, escuela e investigaciones que está haciendo. Una de ellas es la de teatro de muñecos y la otra es acerca de clown, payaso.

Más adelante cuenta que llegó a Brasil buscando maestros y lugares donde estudiar, hacer y ser parte de compañías que se dediquen a la producción de títeres. Así comenzó con “Pigmalião, escultura que mexe”, en Belo Horizonte, un grupo de teatro de muñecos para adultos en el que construyen, escriben, investigan y desarrollan sus trabajos entre los límites de las artes escénicas y plásticas, el teatro visual, las marionetas y el actor con el muñeco.

“Ellos me abrieron las puertas un año y medio para estudiar cada movimiento y creación dentro de sus obras. Mauro, Aurora, Igor, Dudu y Mariliz fueron quienes me enseñaron técnicas de manipulación y construcción de muñecos, aunque antes ya había realizado una residencia con titiriteros de Rosario, los hermanos Arana, a quienes agradezco la curiosidad y el ánimo que me despertaron hacia el teatro de marionetas”.

Ella disfruta particularmente el desaparecer. “Con el teatro siempre sentí que el ego y el querer aparecer estaban ligados fuertemente y, de repente, al tener un muñeco u objeto que manipular, que animar, desaparecer yo para dar vida a un espíritu marioneta es una sensación comparable a una meditación, un viaje en el presente. Ojo que no significa olvidarme de mi cuerpo ni estado, sino prepararme física, espiritual y mentalmente para luego pasar al objeto esa energía. Me parece muy interesante la relación de triangulación que se origina entre yo y el muñeco y entre yo, el muñeco y el público: todo ese camino de acciones, de imágenes y emociones es algo realmente ancestral, místico, misterioso… Cuando el muñeco descubre que está siendo manipulado, me mira, lo miro y en el compartir con el público se produce una fuerte sensación de magia”.

Trotamundo y Giramundo

Y siguió su andar. Luego conoció al Grupo Giramundo, actual compañía en la que está trabajando, estudiando y buscando. “Por encantamiento me sedujeron sus más de 40 años creando, montando decenas de obras de teatro, dibujos, proyectos, y el mayor acervo de América Latina de títeres, marionetas. Me asombró su permanencia en el tiempo después de las muertes de sus creadores: Alvaro Apocalypse e Terezinha Veloso”.

En ese espacio se aprende cómo dibujar técnicamente a medida los muñecos, cómo existen tantas posibilidades artísticas que van muy bien con el teatro de animación, de títeres, de marionetas, observando detalles plásticos, visuales, de colores y formas, la música como partitura, los muñecos gigantes, autómatas… La Compañía funciona en su espacio como teatro, museo, taller de construcción, acabamientos, sala de stop motion, audiovisual y biblioteca.

“Hay algo que me gusta mucho: decir que el mundo es un libro para animar a otras personas a creer que pueden viajar a buscar lo que les gusta, a intercambiar culturalmente, a hablar otros idiomas, probar otras comidas, conocer a otras personas. Yo comencé a viajar en el 2012, me animé a soñar, a creer y a llenar mi valija de personajes, vestuarios, para llevar obras a pueblos, ciudades, comunidades del mundo”, dice Rocío.

Su primer viaje fue a Chile con una obra de títeres sobre las momias de Llullaillaico del Teatrico Suburbano. Luego, con el Grupo Identikit a Porto Alegre, Brasil. Ese viaje lo cambió todo. Comenzó a vender todo lo que tenía, a preparar su mochila, su máscara de payaso y un unipersonal que había estrenado en 2011. Recuerda: “En ese tiempo conocí a un uruguayo con una motor-home con el que juntamos esas ganas en el Proyecto Ser Semillas, que tenía como objetivo ir a los pueblos a llevar cine y teatro. Luego el viaje fue con un marionetista por toda Bolivia y el último compañero con el que llegamos a Brasil fue un actor de teatro de San Luis y una compañera de kundalini yoga. Aquí decidí quedarme, siempre también viajando, sin perder esa esencia nómade, pero con una base donde volver a seguir ensayando, preparando, construyendo”.

Rocío está además en una Escuela Libre de Payasos, que dura nueve meses con diferentes maestros de circo, payasos, clown de Brasil y culmina en octubre. También hace funciones en las plazas los fines de semana cuando no está en el taller, o presentándose con Giramundo. Practica Kundalini Yoga, con el deseo de terminar una formación que empezó en Argentina. Además estudia música, teatro, artes plásticas, y portugués “porque mi portuñol está bien marcado (se ríe)”. Y actualmente también trabaja en la creación de un unipersonal que estrenará a fin de año.

Y sigue la magia. “Siempre sentí un apretón en el pecho cuando conocía personas de otros países. El trabajo que realicé muchos años dentro de la compañía de teatro salteña La Morisqueta, que dirige Cristina Idiarte y el Instituto Nacional del Teatro, me regalaron esa experiencia de saber que podía crear mis propias obras, muñecos, montarlas y hacerlas materia. Luego entendí que no era algo solo para mí y que el hacer para los demás era lo que me importaba, mudar para una mirada más poética de la vida, con sentido social y político. Siendo mujer a veces es más difícil salir sola, crear, porque el machismo está expandido muy fuertemente. Es una lucha misma ser artista de calle, de sala, sin toparme en algún momento con comentarios, con preconceptos. Por eso también hago teatro, perfomances: para mudar esos pensamientos y dar fuerza a otras mujeres a viajar con lo que quieren hacer”.

Tiene ganas de venir a Salta a compartir todo lo que aprendió. Y los planes son para enero. Toda la información sobre los talleres de marionetas y clown va a estar publicada en su página de Facebook: Rocío Walls. Traerá todas esas ganas. Sus sueños viajan con ella en la mochila.