«Mulas» y explotación de mujeres en Salta
Tal como reveló este semanario la semana pasada, documentos oficiales y confidenciales confirman que en el norte de la provincia de Salta operó durante largo tiempo una organización de narcotraficantes que captaba mujeres vulnerables para forzarlas a traficar droga rumbo a las villas de Córdoba y Buenos Aires. La historia de Y.Y.F, narrada en el expediente y en un informe socioambiental, deja en evidencia cómo los criminales eligen a sus víctimas. (Ulises de Salta)
Su perfil revela qué mujeres están en peligro. Cuando fue detenida con un kilo de cocaína, después de haber sido amenazada de muerte por los narcos, pidió ayuda en el baño de una terminal de ómnibus de Córdoba. Según el expediente, declaró que sólo había terminado la primaria, que su esposo nunca estaba en la casa y ella, en soledad, sostenía un hogar con cinco hijos de 4, 8, 10, 13 y 16 años. Aseguró que con “changas” apenas juntaba cinco mil pesos mensuales.
Los documentos confirman también que el líder de la banda, ya detenido, había recibido una condena de tres años en 2016 por ocho causas de robo. Pero sin embargo continuaba reclutando mujeres en los alrededores de Tartagal. Actualmente se encuentra detenido. Al referirse a Y.Y.F, los investigadores detallaron: “Los elementos objetivos del sumario indican que el grado de vulnerabilidad que presentaría habría sido un aspecto especialmente tenido en cuenta y aprovechado por parte del grupo criminal”.
Además, la información oficial indica: “A partir del avance progresivo de la investigación se ha ido conformando la sospecha sobre el accionar coordinado de una compleja organización criminal dedicada al comercio de estupefacientes en distintos puntos del país, especialmente en la Ciudad de Córdoba, que además se valdría de distintas mujeres que oficiarían de ‘mulas’ para lograr el transporte de los alcaloides y que, en algunos casos, esas maniobras también podrían quedar comprendidas dentro del delito de trata de personas, debido al aprovechamiento de la vulnerabilidad de esas mujeres”.
Por otro lado, documentos del Juzgado Federal 1 de Córdoba, explican que los cinco delincuentes salteños “habrían captado a Y.Y.F , aprovechándose de su vulnerabilidad y mediante el uso de amenazas, y habrían dispuesto que transporte entre sus pertenencias 1641 gramos de cocaína compactada en cuatro envoltorios en forma de panes o ladrillos, desde la localidad de Tartagal, provincia de Salta, hasta la Ciudad de Córdoba, acompañada de R.B.V, quien asumió en principio el rol de supervisor del transporte, sin tomar contacto con la sustancia ilícita. Para ello, le abonaron el pasaje y le ofrecieron cierta contraprestación en dinero a pagar una vez cumplida la tarea”.
“Surge claro –continúa el expediente– que los imputados utilizaban para comerciar estupefacientes una modalidad que incluía la captación de personas en situación de vulnerabilidad y, abusando de ello, las obligaban a transportar esas sustancias, exponiéndolas a ser descubiertas, mientras ellos se mantenían ocultos y se beneficiaban con el negocio de estas operaciones. El mejor ejemplo de este modo de funcionar de esta organización, es el caso de Y.Y.F, captada y obligada a transportar los estupefacientes, abusando de su situación de vulnerabilidad, con amenazas y atemorizándola”.
En esa línea los documentos judiciales también explican por qué la joven oriunda de un paraje cercano a Tartagal finalmente fue sobreseída: “Si bien en un primer momento Y.Y.F fue tenida como responsable del delito de transporte de estupefacientes (finalidad pergeñada y lograda por los tratantes), lo cierto es que, en un análisis ulterior, ese hecho aparece como parte de un contexto mayor que la coloca como víctima del delito de trata, en el que el aprovechamiento de su vulnerabilidad fue tenido especialmente en cuenta para captarla e inducirla a realizar el traslado de la droga”.
Víctimas no delincuentes
En diferentes provincias del país, durante 2019 se registraron al menos seis casos en los que funcionarios judiciales ordenaron sobreseimientos o redireccionaron las investigaciones sobre estas mujeres denominadas “mulas”, “capsuleras” o “correos humanos”; fundamentados en el notable estado de vulnerabilidad de ellas, capturadas mientras transportaban drogas o la vendían al menudeo. Se trata de un engranaje perverso que pone a las mujeres y mujeres trans como el eslabón más débil del millonario negocio del narcotráfico.
Las escuchas telefónicas del informe aquí presentado revelan también el aceitado sistema de captación de mujeres. La investigación de Gendarmería Nacional confirmó que los criminales “hacían referencia a ‘minas’, que serían las mujeres encargadas de transportar la droga hasta su destino -utilizadas como ‘mulas’-, como así también que hacían mención a la percepción de la suma de trescientos mil pesos ($300.000) y a la ganancia de ciento veinticinco mil pesos ($125.000) como resultado de la operación ilícita”.
Otro fragmento del relevamiento de las escuchas, indica: “En otro momento del diálogo manifiestan que si ‘…las minas de acá…’ no querían realizar el viaje, tenían a disposición otras personas para la tarea ilícita, de lo que se desprende la fungibilidad de las mujeres que serían usadas para perpetrar la maniobra”.