Miguel Ragone, in memoriam

 

Su historia, como la de tantos otros, se desvaneció en la lógica macabra de un país que, en esos años, se tragaba a sus hombres y los devolvía en forma de miedo.

 

La mañana del 11 de marzo de 1976, Miguel Ragone salió de su casa en Salta. Llevaba puesto un saco gris, una camisa clara, un pantalón oscuro. Cerró la puerta con la misma calma con la que se había levantado, se había lavado la cara, se había puesto los zapatos. Caminó unos metros hasta su auto. En la calle, una mujer llamada Margarita de Leal lo vio pasar. Un vecino, Santiago Arredes, también.

No llegó a su destino

A quince kilómetros, su auto apareció vacío, abandonado, el motor aún caliente. De Ragone, ni un rastro. La mujer, baleada. El vecino, muerto.

Ragone tenía 55 años, era médico, peronista, había sido gobernador de Salta. Su historia, como la de tantos otros, se desvaneció en la lógica macabra de un país que, en esos años, se tragaba a sus hombres y los devolvía en forma de miedo.

El hombre

Había nacido en Tucumán, en 1921. Su familia, de origen napolitano, era humilde. A los cinco años, lo llevaron a Salta, donde creció, estudió, y se hizo médico en Buenos Aires. Trabajó con el ministro de Salud de Perón, Ramón Carrillo. Militó. Resistó la dictadura que derrocó a Perón. Fue preso. Se enfermó. Salió de la cárcel. Volvió a la política.

En 1973, el peronismo volvió al poder y Ragone fue elegido gobernador de Salta. Ganó con más del 54% de los votos. Su gobierno duró un año, cinco meses y veintidós días. En noviembre de 1974, Isabel Perón ordenó la intervención de la provincia. La aristocracia lo odiaba. Los militares lo odiaban. La Iglesia lo odiaba. No era salteño. No era del Club 20 de Febrero. No era de los suyos. Hablaba con los obreros. Escuchaba a los pobres. Para los dueños del poder, era un comunista.

La desaparición

El 11 de marzo de 1976, Ragone salió temprano de su casa. En la calle lo esperaban. Fueron rápidos. Lo empujaron a un auto. Arrancaron. Hubo gritos. Hubo disparos. Hubo dos testigos en el suelo.

Nunca más se supo de él

En 2011, la Justicia confirmó que Ragone fue secuestrado y asesinado por orden del III Cuerpo de Ejército. Participaron el Ejército, la Policía de Salta y la Triple A. Luciano Benjamín Menéndez fue el autor intelectual. Los autores materiales fueron condenados. Ragone, todavía, sigue desaparecido.

En el Valle de Lerma, en el Dique Cabra Corral, hay una placa con su nombre. Es sólo eso. Un nombre. Un signo de pregunta. Un pedazo de la historia argentina que nadie terminó de contar.