El video que muestra al vicegobernador en una sesión de fotos dice mucho de la decadencia de la política actual.

El circo gana la partida. A falta de propuestas y de trabajo en la calle, algunos han optado por actitudes payasescas que les ofrecen unos minutos de fama. Esos minutos de fama, donde no importa el ridículo en el que se cae, sino el tiempo ganado frente a la cámara y la cantidad de compartidos y likes en las redes sociales, ha desplazado una forma de hacer política.

El desplazamiento, en realidad, es falso: porque el hambre adolescente de fama no reemplaza la política, solo es un atajo a un cargo. Posar frente a una cámara, decir algo ridículo calculando una buena repercusión, a la larga es una mentira. Y se puede hacer campaña con mentiras, pero no se puede gobernar en base a espejismos (al menos no por mucho tiempo).

En este marco duele ver a Miguel Isa disfrazado,

prestándose a una producción de fotos en la que sale como

un “gladiador”.

Porque Isa es (quizá sea mejor usar el pretérito, “era”)

de los que representaban una forma de hacer política.

Que él haya caído en el rol de bufón, habla de la olmedización de la política. No es que esa olmedización no funcione en campaña, eso está claro, por eso todos buscan tener su programita de tv o radio y estar en la mayor cantidad de programas. Pero la olmedización de la política también explica la actual crisis política y económica: el bufón, cuando se sienta en el trono, hace estragos, porque solo sabe ser bufón.

Por eso duele lo de Isa. Porque decidió ser bufón. Y porque de ahí rara vez se vuelve.

 

La situación es tan ridícula y vergonzante, que inmediatamente surgieron las burlas y memes: