La discriminación denunciada tras la expulsión de estudiantes secundarios del colegio Santa María; la denuncia de abuso sexual de la actriz Thelma Fardin, contra Juan Darthés; y,  la renuncia del cardenal George Pell -el número 3 del Vaticano-, colocaron en el centro del debate una problemática que todo el año ocupó un lugar en la agenda. (Aníbal Roldan)

Que los árboles no te impidan ver el bosque, dice un viejo refrán. Eso nos podría pasar si solamente nos enfocamos en los escándalos que producen ciertos problemas, pero no vemos en profundidad sus causas y posibles consecuencias.

Solamente en la última semana, la discriminación denunciada por la expulsión de 3 adolescentes en el colegio Santa María; la denuncia de abuso sexual de la actriz Thelma Fardin; y la renuncia del cardenal George Pell -número 3 del Vaticano-, tras una condena de abuso sexual, ocuparon los titulares de todos los medios, generando gran impacto en la sociedad.

Por el primero caso, el colegio Santa María tuvo que retractarse, pidió disculpas y concedió a los chicos a finalizar el secundario en la institución; por la denuncia de Thelma Fardin, sólo en la ciudad de Buenos Aires, las denuncias telefónicas aumentaron un 18%, y a nivel nacional, un 240% (Clarín, 13/12/18), una productora de televisión sumó una nueva denuncia contra Darthés, María del Cerro reveló un abuso sufrido ante las cámaras de televisión, y se denunció al senador nacional, Juan Carlos Marino.

Relacionada tangencialmente a la temática, merece ser destacada la renuncia del cardenal Pell: el Papa Francisco quedó mal parado, porque conocía las denuncias contra el cardenal, e igualmente lo nombró ministro de Economía del Vaticano (Clarín, 12/12/18).

La etapa

La exposición mediática de estos casos tiene un punto en común: el escándalo. Se logra romper el silencio, y conseguir rápidamente condenas sociales, acelerar respuestas como el castigo social, pero tiene límites evidentes, puesto que se corre el riesgo de omitir la búsqueda de políticas de prevención, sobre cómo investigar y qué hacer para erradicar las causas de esta violencia.

En el fondo, están los monstruos de siempre, pero no se trata de caer en lugares comunes, o de sacar conclusiones apresuradas. Hay que investigar, y para eso podríamos tomar ejemplos de otros procesos de países más avanzados, que superaron la etapa del escándalo.

El caso nacional más desarrollado es quizás el de Australia. Este país creó la Comisión Real en respuestas Institucionales al Abuso Sexual Infantil, que de 2013 a 2017 investigó las causas del abuso sexual infantil en las instituciones, concluyendo con un reporte final que consta de 17 volúmenes, donde se expone que la naturaleza y causa del abuso sexual infantil; el impacto en los sobrevivientes; la Identificación y divulgación del abuso sexual infantil; estrategias nacionales para hacer que los niños estén a salvo en las instituciones; e, investigaciones particulares en escuelas, instituciones religiosas, deportivas, culturales, entre otros temas.

En nuestra provincia, el Observatorio de Violencia contra la Mujer, creado en 2014, no ha tenido un  avance significativo en la materia, y apenas se puede destacar los informes anuales desde el año 2016; pero al estar centrado solamente en la violencia hacia la mujer, reconoce límites evidentes que afectan su competencia, sumado a otros obstáculos políticos (ligazón a la gestión U) y económicos que afectan su autonomía.

La agenda de DDHH y sus límites

Algunos destacan que la revolución de la mujer está impulsando una nueva y amplia agenda de derechos humanos, como la diversidad sexual, el debate por el aborto, el cuidado del medioambiente, la demanda ética, la interpelación a las políticas públicas sobre la alimentación (La Nación 14/12/18), pero aunque esta observación sea cierta, se debe evitar caer en la generalización, y poner el foco en causas concretas.

En el caso de la Iglesia Católica, ante los escándalos de pedofilia, el Papa llamó a una reunión de obispos para febrero de 2019, ¿se puede poner expectativas en cumbres de hombres que se han dedicado históricamente a reproducir la opresión? ¿Cómo van a prevenir el abuso sexual si lo primero que condenan es la homosexualidad? Lo dijo el Papa (CNN y BBC,  3/12/18), y lo dijo el vicario judicial de Salta, Loyola Pinto (El Tribuno, 4/09/18).

El Papa ha dado muestras que la Iglesia, dominada por un clero de hombres, no tiene recambios. No puede seguir sustituyendo obispos denunciados por pedofilia, porque se descabezaría toda la iglesia mundial. La prueba está en el reciente caso del cardenal de Australia, y en la renuncia de la totalidad de la conferencia episcopal de Chile.

El caso de discriminación del colegio Santa María es otra muestra de los límites de la agenda. Se ha cuestionado la falta de formación de los docentes, y directivos, pero ¿se pueden lograr cambios en una educación confesional?

De algo estamos seguros, la nueva etapa, llega con el fin del silencio y con muchas incógnitas hacia futuro.