La escritora mendocina Marinés Scelta, autora de “Otros territorios posibles” (2021) y “Así ha de ser la ausencia” (2023), habla sobre la oferta actual de espacios de formación literaria, y cuenta la experiencia de su taller La Raíz en la Roca.

Por Mario Flores

Las experiencias colectivas de creación, como los talleres literarios, pasan por un momento de contraste: hay tanto demanda e interés como muchas ofertas para principiantes (lejanos a la edición), ¿cómo se piensa una alternativa a la hora de generar una propuesta de lectura y escritura grupal?

No sé, la verdad. Mi propuesta es acercarme a los textos de otres y acompañar, como puedo, con lo que puedo y con lo que sé, a hacer que ese texto sea lo mejor que puede ser. Y en ese cuidado buscar juntes de dónde viene la pulsión de escritura, qué quiere decir quien escribe, y en base a eso pienso recorridos personales de lecturas, a fin de que sean las lecturas las que orienten solas la escritura. Yo no soy más que una intermediaria. Todes escribimos con las voces de otres, yo sólo lo hago asequible. Y no sé si eso hace que mi propuesta sea diferente, es lo que es, lo que puedo.

En cuanto a la actividad y sus resultados, ¿puede hacerse una tentativa estadística del perfil del tallerista: lectores interesados en ampliar su biblioteca personal o escritores en potencia con una idea ya trabajada?

Quienes se acercan a tomar talleres, en mi experiencia, en general son personas que se están iniciando en la escritura y que ya quieren ver sus textos –aún no escritos– publicados. Esa ansiedad hace que muches deserten en la propuesta que yo tengo, porque, claro, requiere de paciencia y de lectura, para empezar.

En Mendoza trabajás dos modalidades, una grupal y otra personalizada, y teniendo en cuenta sus claras diferencias y particularidades con respecto a tu trayectoria como docente de Letras, ¿cuáles son las líneas que se intenta definir a la hora de trabajar un texto -depurarlo, editarlo, corregirlo-?

Yo propongo sugerencias para que –como dije antes– el texto sea lo mejor que puede ser. En muchos casos quienes escriben no quieren sugerencias, me ha pasado con gente que tiene libros escritos y que quiere ya publicarlos, que se acercan para tener otra opinión, pero como es una opinión diferente, que pide volver a ver el texto, entonces no la toman. A veces, hay textos que sobran en el conjunto de una obra, pero es difícil que quienes los escribieron decidan quitarlos, o quitarles alguna de sus partes, como si la corrección fuera equivocación y no una parte del mismo proceso de escritura. Yo trato de hacer visible eso también. A veces me dan bola.

Dictar talleres es uno más de los trabajos de quien oficia como autor, a veces desde lo institucional/académico y otras desde lo alternativo, ¿resulta rentable? ¿Existe una consciente cotización del tiempo y trabajo que se merecen estos espacios?

No resulta rentable desde ningún punto de vista. No existe ninguna conciencia por parte de quienes toman el taller de que esto es un trabajo personalizado, no importa si los talleres son grupales, porque, más allá de eso, todes escriben un texto distinto, y me parece que el recorrido no es el mismo para todes, los intereses tampoco, y sería una estafa de mi parte hacer que todes terminaran escribiendo de una sola manera. En función de lo que cada une trae al taller y de lo que va produciendo, yo trato de guiar el siguiente paso, afinar el ojo lector, proveer y dejar al descubierto nuevos recursos en nuevos textos. ¿Y por qué lo hago?, sería la siguiente pregunta ¿no? Porque yo tuve maestros y maestras que lo hicieron por mí, porque me hace mejor a mí, porque al mirar otros textos puedo reconocerme a mí misma como escritora, también. Y porque yo también sigo aprendiendo.

Desde el contexto de pandemia pareciera que todos los laboratorios de escritura se proyectan de forma híbrida, queriendo conquistar ciertos espacios muy relacionados con las redes sociales (talleres que ya se promocionan en distintas divisas y husos horarios), ¿se trata de una evolución o una adecuación al capitalismo de plataformas?

No lo sé, supongo que la pandemia nos hizo ver que no hay barreras de espacio para compartir la propuesta de talleres. Yo disfruto mucho la versión virtual porque me permite estar en contacto con gente de otras latitudes, que de otra manera nunca hubiera conocido. Además, tomo y doy talleres en pijama y eso es impagable. Por otra parte, si dar talleres en pijama es ganarle una al capitalismo, enhorabuena.

En relación al trabajo de taller que realizás con Victoria Urquiza, ¿cuáles son las principales particularidades de dos autoras (dos obras, dos perspectivas y dos experiencias) trabajando en el mismo sitio?

Es un quilombo jajaja. Nos conocemos mucho porque además de colegas, somos amigas desde hace mil años. Y con el tiempo ya sabemos qué mañas tiene cada una: yo soy más estructurada, soy la que prepara todo de antemano y Victoria tiene más cancha, entonces va tanteando en función de lo que va proponiendo y necesitando cada encuentro. Pero no te creas que tenemos las mismas posturas respecto de las mismas propuestas, muy por el contrario: nos peleamos bastante.

¿Cuáles son los resultados que más se han logrado en tu taller, con el pasar de los años? (Libros publicados, participantes que continúan, muestras o actividades públicas por fuera del taller cerrado, etc.)

Todo eso. Lo más gratificante para mí es que todavía haya gente que confía en mi acompañamiento, incluso después de muchos años. Es que hay gente que me ha bancado internada, que me vio enferma y curada, y eso trasciende cualquier relación contractual, eso es otra cosa. Trabajamos con materia artística, productos de la interacción entre seres humanos, entonces nada de lo humano es ajeno a lo que pasa en el taller.

Marinés Scelta nació en Mendoza en 1984 y es Profesora de Lengua y Literatura. Dirige el taller de escritura creativa La Raíz En La Roca, y Caja de Herramientas (junto a la poeta Victoria Urquiza). Forma parte del colectivo literario y feminista Write like a girl, cuyo objetivo es investigar y difundir la literatura, hecha por mujeres y disidencias, y la creación colectiva. Publicó los libros “Saber lo que se pierde” (Peces de Ciudad, 2016), “Otros territorios posibles” (elandamio, 2021) y “Así ha de ser la ausencia” (El Ángel Editor, 2023). Participó en el Festival Internacional de Poesía Joven organizado por la Asociación de Poetas Argentinos, y en 2023 visitó la Ciudad de Salta en el marco del 3er Encuentro de Escritores Jóvenes.