La cineasta salteña salió con los tapones de punta.
Lucrecia Martel se sumó a la lista de expositores en el plenario de comisiones para manifestarse en contra de los cambios a la Ley de Cine que propone la ley ómnibus de Javier Milei. La directora de La ciénaga y Zama habló por videconferencia desde Salta, su provincia natal.
En su exposición, Martel recordó que la industria cinematográfica argentina «es básicamente de pymes y entre el 70 y el 90 por ciento del presupuesto se financia exportando y compitiendo en festivales con película de todo el mundo». Recordó que el sector trabaja codo a codo con países como Brasil, Francia, Canadá, España, China, Corea del Sur, Catar «e inversores privados».
En ese sentido subrayó que que «genera un gran ingreso de divisas al país» y que «lo que permitió el desarrollo fue la Ley de Cine que costó muchísimo tener y rige al Incaa (Instituto Nacional de Cine y Artes y Audiovisuales), que es fundamental para nuestra actividad».
Añadió que «de las gestiones de Carlos Menem en adelante puedo hacerles una lista de críticas y hechos indignantes en el Incaa, pero no se podría haber trabajado sin el el Instituto, que organiza cuestiones bilaterales que ordenan nuestra actividad».
Recordó que del Instituto «dependen las escuelas de cine, si se desfinancian, se perjudican los técnicos que van a la televisión y la publicidad», y por lo tanto, «para el desarrollo regional es muy importante sostenerlas.
Más adelante criticó la redacción de la ley ómnibus, ya que de su lectura se desprende que «no se pusieron en contacto con el sector o escribieron esto con prejuicios hacia la industria, quizás por falta de tiempo o ignorancia y estamos a tiempo de remediar esto».
Martel describió lo que pasaría se consuma la modificación. «Se va a impedir lo que con mucho esfuerzo logramos la gente de cine con mucho esfuerzo, estar en uno de los mercados más competitivos y que crece exponencialmente». Subrayó que «hay 15 mil estudiantes de cine en el país, a punto de ingresar en el mercado, que se financia de manera privada a nivel nacional e internacional».
Aclaró que «nadie en el sector quiere que el Incaa siga igual, queremos que haya transparencia, austeridad y que los trámites duren menos». Sobre el final manifestó que no quiso hablar de «lo que el cine representa para nuestra comunidad» ante lo que es «la emergencia previsional y educativa y la desesperación alimentaria», que «hacen que no pueda sonar urgente».
«Sugiero que las leyes que se refieren al cine se hagan para cuando el Gobierno se interiorice cómo funciona el cine, en vez de ofrecer normas improvisadas», cerró la cineasta.