Esta semana se llevó a cabo la marcha por el 41° aniversario de la semana de apagones que acaeció, en 1976, en el sitio que Pedro Blaquier siempre creyó su feudo, Libertador General San Martín y alrededores. Cuarto Poder estuvo en la tradicional noche de vigilia. (Franco Hessling)

El número del ballet de la Universidad de General Sarmiento (UNGS) cerró flameando un pabellón wiphalero (léase multicolor), de unos siete metros por cuatro, y extendiendo una bandera reivindicativa de que los desaparecidos por la última dictadura son 30 mil y que las causas de Memoria, Verdad y Justicia están más vivas que nunca. Tras la emotiva clausura, una de las danzarinas tomó el micrófono y explicó por altoparlantes que se presentaban como bailarines independientes porque, pese a que son el staff de la UNGS, las políticas neoliberales han dejado sin financiamiento al cuerpo de baile y a la universidad en general. Ni una moneda para causas vinculadas a los derechos humanos históricos, mucho menos para incomodar a un fiel lugarteniente de los civiles que respaldaron el Proceso de Reorganización Nacional -dictatorial- igual que los Macri, Carlos Pedro Tadeo Blaquier. A pesar de los impedimentos, resalta la bailarina con la voz todavía agitada por los más de 20 minutos que estuvo en escena, se autofinanciaron el viaje para estar en el cuadragésimo primer aniversario de la semana de apagones en Libertador General San Martín, utilizados para secuestrar a cientos de trabajadores, militantes y jóvenes, mujeres y hombres que incomodaban al régimen de facto en 1976.

Fue una noche fría pero la vigila estuvo intacta. Las condiciones no son las mejores después de que el año pasado la policía del gobernador radical, Gerardo Morales, reprimiera a los trabajadores de la zafra días antes de la marcha por «el Apagón», como se la conoce. No sigue en el cargo la directora de la escuela de arte que prestaba las instalaciones para que la noche previa a la movilización fuera extensa y convocante, ya no se cuenta con ese espacio. El actual intendente de Libertador, Oscar Jayat, está alineado con Morales, ergo con la UCR (Unión Cívica Radical), por lo tanto con las políticas de Cambiemos.

Según recuerdan los lugareños, las marchas de 2012 y 2013 fueron las que mayor movilización tuvieron. El tránsito en ruta, no calle, desde Calilegua hasta Libertador contó con la presencia de colectivos de todo el país pero con la trascendental preeminencia de una Tupac Amaru en su apogeo. Milagro Sala era la principal atracción, frente a la horda de compañeros que con su buzo distintivo la acompañaban a la cabeza de la marcha. De las más de 20 mil almas marchantes, la Tupac aportaba cerca de la mitad. Fueron vigilias a la altura: en la escuela, con guitarreada crepuscular y bebidas espirituosas, muchos visitantes y anfitriones. Los colectivos de murgas rioplatenses llegaban varios días antes.

Este año la vigilia fue más mística que otra cosa. A la loable presencia del ballet de la UNGS se sumaron las de grupos de allegados a los colectivos de derechos humanos, y unos pocos afines que le hicieron frente a la gélida noche en la yunga, desconcertante como consecuencia del calentamiento global y sus derivas climáticas.

El anfiteatro recientemente instalado en la plaza central reemplaza a la escuela y a las instalaciones del club Arrieta, que en los buenos tiempos alojaban a los que pernoctaban antes de la jornada de la marcha. Un semicírculo construido en los últimos años, a la más cruda intemperie, logró que los contados espectadores de este año quedaran ateridos. En los años que se fomentaba, aun desde el Estado, la movilización, la noche se hacía madrugada y la madrugada, amanecer. El miércoles pasado, la vigilia duró unas tres horas, desde las 20:30 hasta prácticamente la medianoche, los organizadores optaron por acortar la espera en razón del frío y la falta de respaldos institucionales que antes eran decisivos.

Por si el contexto adverso hasta aquí descrito, combatido por el tesón de los luchadores indeclinables, no fuese suficiente, el sindicato de trabajadores del ingenio del grupo de empresas Ledesma, propiedad de los Blaquier, se encuentra en pleno proceso de resistencia ante la envestida estatal de un gobierno que, nuevamente como los de Videla y Menem, pone las instituciones públicas al servicio de los civiles que encarnan la oligarquía nacional.

El Sindicato de Obreros y Empleados Azucareros del Ingenio Ledesma (Soeail) intentó ser intervenido pero la organización opuso resistencia y consiguió celebrar elecciones. ¿Qué sucedió finalmente? El Ministerio de Trabajo de la Nación declaró inválido el proceso comicial. Se convocaron nuevas elecciones, la conducción volvió a ser respaldada. ¿Qué hizo el ministerio de Jorge Triaca? Anuló de nuevo los comicios. Todo eso en éste último mes.

La correlación de fuerzas cambió notoriamente en los últimos años entre los luchadores progresistas, combativos y revolucionarios de Libertador y la gran empresa. Sin un Estado que obstaculice la relación feudal entre los Blaquier y la ciudad, la balanza se modifica de modo adverso para los que luchan contra el gobierno en las sombras. Para poder entender la magnitud de éste hay que asumir que Libertador existe porque allí se instaló el ingenio y no al revés. La ciudad es una consecuencia del enclave, tanto que el grupo de empresas Ledesma todavía hoy maneja escuelas, becas, clubes deportivos y la, para muchos única, posibilidad de trabajo genuino.

No obstante, hay que resaltar también que la marcha podría convertirse en una demostración suculenta de oposición a la avanzada neoliberal. En ese caso, a todo el contexto antes graficado, habría que añadirle que muchos de los grupos kirchneristas y progresistas que crecieron, nacieron o se fortalecieron con el apoyo del Estado, se muestran inocuos para construir sin aquel favor. Por ello, la marcha ha perdido la fuerza que tuvo en los años más fervientes de la presidencia de Cristina Fernández Kirchner.

Voces cercanas a Capoma (Casa de Acción Popular Olga Martínez de Arédez), organización nodal en las actividades por los aniversarios del Apagón, le contaron a Cuarto Poder que el aspecto más promisorio este año fue el acercamiento de nuevas organizaciones que hasta el momento no habían colaborado. Destacaron muchos colectivos de Jujuy, que, sin embargo, comparados con la Tupac de 2012 o 2013 son meros grupúsculos. La lucha, a duras penas, continúa. Y continuará.