Por Karla Lobos
A lo largo del siglo XIX y hasta las primeras décadas del XX, el programa conmemorativo oficial por la Batalla de Salta mantuvo un carácter formal, institucional, jerárquico y religioso; con el baile en los salones del Club 20 de Febrero que contaba con participación de las autoridades provinciales, en ocasiones del gobierno nacional, del ejército y de la Iglesia.
Pero, a partir de la celebración del centenario de la Batalla de Salta en 1913, el gobernador Avelino Figueroa tornó su conmemoración más “popular y participativa”, incluyendo actividades que acercaban el festejo a un público mayor. Hasta ese momento, cuando finalizaban el TeDeum y el desfile militar, las autoridades y algunos invitados participaban de festejos exclusivos y excluyentes como lunchs, recepciones oficiales y agasajos para visitas e invitados de honor y en la noche el baile de gala en el Club 20 de Febrero, por supuesto. Mientras que la exhibición de fuegos artificiales era la única actividad pensada para el pueblo. Ese día también asumían en su cargo los nuevos gobernadores.
A partir de 1921, bajo la intervención Federal en manos de Arturo Torino y hasta la década de 1940, se incluyó en el programa oficial el reparto de alimentos y de ropa a los pobres, a cargo de la Intendencia municipal, pero con el aporte de las familias de renombre. Era una forma de mostrar interés, por parte del Estado, de ocuparse de las personas que hasta ese momento, habían estado bajo la tutela de las sociedades de caridad y de beneficiencia.
Entre 1933, por iniciativa del gobernador Avelino Aráoz y hasta 1943, se realizaron bailes públicos o “populares” abiertos a todo el pueblo en el Parque de la ciudad -que llevaba el nombre del General San Martín-, organizados por el Gobierno provincial. Se desarrollaban concursos de bailes criollos y juegos y se les obsequiaba a los participantes comidas y bebidas. También se sumaron al programa oficial, conferencias sobre el hecho histórico y actividades deportivas.
Todos estos festejos de agasajo al pueblo, mostraron un nuevo modo de hacer política pública, asociado al asistencialismo, como forma de construir estatalidad y de ampliar la participación del gobierno de turno. Necesitaban entablar nuevos lazos políticos con el pueblo.
A partir de la inauguración del parque y monumento “20 de Febrero”, cien años después de la Batalla de Salta, su conmemoración se empezó a realizar en el lugar, que también servía para el anuncio, inauguración, habilitación y puesta en marcha de obras y proyectos públicos de importancia, como la inauguración en el parque de la ciudad, del monumento al General San Martín y del Hospital de Niños, en 1913.
En el 105° aniversario, el gobierno provincial inauguró el “Panteón de Glorias del Norte”. La estatua de Facundo de Zuviría y las obras de “embellecimiento” y “ensanche” del parque San Martín, obras a cargo de la municipalidad, en 1923.
En 1931, bajo la gobierno de facto de Gregorio Velez, se llevó a cabo la inauguración del monumento al General Martín Miguel de Güemes.
En el 128º aniversario de la Batalla de Salta se inauguró la “Nueva Cárcel de Salta”. En 1941, fue la inauguración del Ferrocarril “Huaytiquina” y de los basamentos del edificio de Vialidad, del “Hotel de Turismo”, del “arco de bienvenida a la ciudad” y de la destilería de Yacimientos Petrolíferos Fiscales.
Estos festejos oficiales con la habilitación de obras públicas, comunicaban y forjaban elementos constructores de estatalidad, que permitían formar una noción de ciudadanía a la par de una idea de Estado, en relación con ámbitos institucionales que se posicionaban como prestadores de asistencia, higiene, salud, tutela, de recursos, de beneficios; habilitando prácticas que iban generando una noción de vida colectiva pública.
Las obras inauguradas año a año, evocaban y homenajeaban a la gran gesta histórica de la Batalla de Salta, haciendo partícipes a los salteños del acontecimiento fundante de la historia de Salta y de paso, otorgando visibilidad y presencia al Estado provincial y quedaba en la memoria de los salteños.
Fue así como el baile de gala del Club 20 de Febrero, fue perdiendo peso frente a los actos oficiales que celebraban la obra pública y con ella el progreso de la Provincia. Aunque las crónica sociales sobre el baile de gala siguieron ocupando un lugar preponderante en las páginas de los diarios locales del momento.
Durante el gobierno provincial de Lucio Cornejo Linares, el país vivía lo que fue el “primer peronismo”. En Salta, configuró el momento en el que se realizaron cuestionamientos y críticas a los símbolos y elementos de distinción sobre los que la elite salteña fundaba sus privilegios y prestigio, el acceso y mantenimiento de espacios de poder y las formas “tradicionales” de hacer política.
Se llevaron adelante medidas que supusieron un importante avance y regulación del Estado provincial sobre ciertos ámbitos que, hasta el momento habían escapado a sus potestades, controlados exclusivamente por el reducido grupo de la elite salteña.
El evento más paradigático de ese momento fue la expropiación del Club 20 de Febrero por parte del gobierno peronista local. El edificio que funcionaba como sede de esta institución, frete a la plaza 9 de Julio pasó a ser la casa de gobierno provincial, en 1950, bajo el gobierno de Oscar Héctor Costas. Luego, bajo el gobierno de Carlos Xamena, se le canceló la personería jurídica. Estas medidas del gobierno provincial contra este espacio generan y redefinen enemistades y solidaridades dentro y fuera del grupo de elite mismo y en sus vínculos con otros grupos; reacomodando y recomponiendo el campo de fuerzas entre grupos sociales, político-partidarios y familiares.
Se trató de una medida aleccionadora, de “disciplinamiento social” para la elite. Una medida de reasignación de lugares y jerarquías sociales. Una pulseada que el sector popular ganaba, dejando fuera de juego a este adversario y mostrandole “quien mandaba”.
La elite salteña veía que el “movimiento peronista” impulsó una “festivalización de la vida pública” y “peronizó” las conmemoraciones oficiales y los festivales nacionales y provinciales. Con esta reconstrucción de los festejos entre 1946 y 1954, comenzaron a participar nuevos actores en los actos oficiales. La organización quedó en manos de la 5ª División del Ejército Argentino y el gobierno provincial. Se sumaron representantes gremiales, la Agrupación Tradicionalista Gauchos de Güemes, que aparece en escena por primera vez en 1947, con una delegación de gauchos con sus caballos, que a partir de ese momento, junto al ejército comenzaron a realizar los desfiles en el Monumento 20 de Febrero.
En 1951, también comienzan a participar en los actos el Instituto Belgraniano de Salta, con un representante que pronuncia discursos alusivos y entrega una ofrenda floral y el Instituto Sanmartiniano de igual forma. La participación de estas instituciones permite darles un lugar en la construcción y reafirmación de ciertos hechos y personajes del pasado “nacional” que merecían ser recordados, celebrados e incluidos como parte de la memoria y la tradición.
La Asociación Tradicionalista Gauchos de Güemes, fundada en Septiembre de 1946, no sólo comenzó a participar de los festejos oficiales con su presencia en el desfile, sino que también organizó sus propios festejos, gauchos-criollos e hípicos en el local de la Sociedad Rural Salteña, incluyendo la presentación de conjuntos folklóricos, concursos de bailes tradicionales y doma de potros. Esta asociación se vuelve central al comprender la relación entre el gobierno provincial “peronista” y la elite en Salta. Ya que, si bien su creación tuvo que ver con el ascenso del “peronismo” y el “peligro” que éste habría representado para el grupo de elite salteño, no se trató de un enfrentamiento sino más bien que el oficialismo apoyó a este espacio y revalorizó “lo gaucho” a través de ciertas prácticas que remitían a los lazos entre ambos sectoores.
La fecha 20 de Febrero continuó siendo ocasión propicia para que el gobierno inaugurase importantes obras “públicas”, particularmente en los primeros años del “primer peronismo”. Es el caso de la inauguración oficial en la Argentina del Ferrocarril Salta-Socompa-Antofagasta también llamado “Huaytiquina”, el 20 de Febrero de 1948, obra de gran envergadura que venía siendo construida desde principios del 1900. En el acto inaugural estuvieron presentes funcionarios del gobierno salteño, del gobierno nacional argentino, y también autoridades chilenas. Si bien esta obra estuvo muy asociada a la figura de Hipólito Yrigoyen como gran impulsor, su continuación, finalización e inauguración durante el gobierno “peronista” como parte del Primer Plan Quinquenal, la constituyó en una importante “realización” del “peronismo”.
En 1949 se realizó la inauguración simultánea de cuatro obras importantes en el “interior” salteño, por el 136° aniversario de la Batalla de Salta: la Escuela Agrícola de La Merced, la Usina Eléctrica de Metán, la Estación Sanitaria de El Tala y la Escuela de Manualidades de Cafayate. Para esa ocasión, el gobernador Lucio Cornejo Linares pronunció un mensaje que se transmitió por radio en toda la provincia y se retransmitió en todo el territorio argentino, en el cual planteó que la mejor manera de honrar a los héroes no es solamente recordando sus épicas hazañas, sino que también ofreciéndoles lo que hemos podido hacer por el bienestar de la patria. En sus palabras, Cornejo Linares trazaba cierto paralelismo entre esta “obra histórica” y “obra del gobierno peronista”, colocando al “peronismo” como un continuador y perpetuador de la libertad, soberanía e independencia nacional.
El 20 de febrero de 1953 se llevó a cabo el “Baile de la Victoria”, fue organizado por el gobierno provincial como el número central que coronaba el programa de festejos por el 140 aniversario de la Batalla de Salta. Fue en la plaza 9 de Julio, donde antes se reunían los “curiosos” a observar la llegada de los exclusivos invitados al baile del Club 20 de Febrero. Esta vez, asistieron las autoridades civiles, militares y eclesiásticas, dirigentes gremiales y numerosa concurrencia del pueblo salteño. Contó con la presentación de conjuntos “orquestales” y artistas del “folklore”, con bailes folklóricos y populares. La prensa lo caracterizó como un “gran acto de carácter inminentemente popular (…) que reunió a millares de hombres y mujeres del pueblo que sumaron así su emocionada recordación al héroe del 20 de Febrero y sus aguerridos gauchos salteños”.
Esta fue la cachetada final que el gobierno peronista le daba a la elite salteña para que así terminen las fiestas de gala exclusivas para un grupo selecto. El Club 20 de Febrero ya no existía como tal en el lugar en que tanto tiempo estuvo. Desde ahora, las fiestas tampoco eran exclusivas. Lo popular había triunfado sobre lo selecto. Era eealmente un “baile de la victoria”, de la victoria peronista, la primera…
Cualquier semejanza con la realidad actual, es mera coincidencia