En estos días Bettina Romero anunciaría que abandona el saencismo y que competirá por la gobernación de Salta contra su hasta ahora líder Gustavo Sáenz. Crónica de una relación en la que no hubo amor ni espanto, sino extorsión familiar. 

Los dirigentes de Juntos por el Cambio son convidados de piedra en una negociación monopolizada por el senador nacional Juan Romero y fueron sofocados. En esta alianza solamente existe la mesa chica, se traga amargo y se escupe dulce.

Más espinas que rosas

En matrimonios desavenidos los finales casi nunca son felices. Es el caso de la alianza política del romerato con el oficialismo y el inminente anuncio de que una parte, o todo el ensamble familiar, abandonará el saencismo para confrontarlo en las elecciones de 2023.

Una relación política que se inició en 2015 cuando el intento de resurrección de Juan Romero, exhibe las últimas discusiones maritales en encuentros de cúpula en las que abundan descalificaciones de una dama y el silencio de repudio de sus contertulios. En ese entonces, Sáenz abandonó al urtubeycismo y logró un sorpresivo triunfo en la capital cuando todos los esfuerzos y recursos de la familia romerista se habían volcado hacia Guillermo Durand Cornejo que perdió por una cabeza la PASO. Casi por la misma diferencia Sáenz superó a Javier David que había emigrado desde la oposición al entonces oficialismo provincial y se erigió en su delfín de coyuntura.

En 2017, altos niveles de extorsión generaron el acuerdo por el cual se pagó una indemnización política a Guillermo Durand Cornejo que alcanzó la banca senatorial capitalina casi llevado en camillas por el intendente, mientras que la emergente Bettina Romero llegó a la Cámara Baja también traccionada con votos ajenos. Con pretensiones de tratos protocolares rigurosos y pocas nueces en su agenda parlamentaria, la hija del líder familiar fue la principal beneficiaria de otro pacto por el cual  en 2019 Sáenz asaltó Grand Bourg para desbancar a un ya devaluado Juan Urtubey. Diseñaron una estrategia por la cual dividieron la capital con cuatro candidatos tributarios (Matias Posadas, Víctor Lamberto, Martín Grande y Bettina Romero) y pudo triunfar en las PASO que finalmente catapultaron al sector a la gobernación y a la intendencia.

El problema es que el afecto –si alguna vez lo hubo- desapareció apenas terminadas las elecciones. Mientras el gobernador pagaba con cargos y espacios de poder concretos al romerato (obras públicas, juegos de azar, control urbanístico), Bettina negó a los socios los lugares de responsabilidad funcional y los cubrió con amistades y parientes ignotos. 

En 2021 se produjo el último episodio en el que concurrieron juntos al altar de las urnas. Nerviosa y prepotente la alcaldesa presionó a cuanto candidato/a a concejal/a encontró en su camino e impuso la candidatura de su hermano Juan Esteban Romero, que apenas salió cuarto luego de dilapidar millones de pesos del municipio. La violencia aplicada a los prospectos de ediles culminó con un panorama desolador para cualquier intendente y casi insólito en democracia: Ninguno de los 21 miembros del cuerpo legislativo comunal le responde, ni se reivindica como bettinista. Ese comicio implicó el nacimiento de dos de sus potenciales verdugos, Emiliano Durand y Felipe Biella.

Para las elecciones nacionales las posturas del romerato fueron claramente contrastantes con las de Sáenz y el clan familiar completo trabajó con todos los dirigentes que acusan de mafioso y corrupto al gobernador. Demasiadas muestras de soberbia y desprecio.

La puñalada

A la fecha los niveles de decadencia de la gestión municipal en las encuestas logran comprenderse en las altas cuotas de ineptitud de funcionarias inexpertas y genéticamente empleadas como Agustina Gallo o Valeria Capisano; bolsones de corrupción cuyos costos políticos no logran transferirse en exclusiva al siniestro Daniel Nallar, y un perfil irascible y escasamente carismático de su capitana. 

La imposibilidad de superar los 10 puntos en las encuestas pagas y el reduccionismo partidario de Salta Nos Une –el partido político del romerato- condujeron a un callejón a Bettina y con su grupo de íntimos ha madurado la decisión de competir por fuera del saencismo. No solamente le ensalzan las virtudes que con dificultad le encontraron, sino que confían en que algunos carpetazos y denuncias servirán para aplacar las eventuales represalias de los que consideran impuros.

La semana pasada se produjo una reunión cumbre en la que Bettina pidió ser la candidata exclusiva a intendenta en la capital, y en la que Sáenz le negó la posibilidad y le informó que no estaba dentro de las previsiones que existiera un solo candidato cuando no había garantías de sumar votos sino, en todo caso, de restar por su mala gestión. 

La negativa ha detonado la decisión de Bettina de emigrar a Juntos por el Cambio en donde los pocos residentes que tiene la casa la esperan con reticencias, seguros de próximos destratos, pero con comentarios prudentes considerando que en este acuerdo político son convidados de piedra. Saben que Juan Romero teje con Mauricio Macri, Miguel Pichetto y Rodríguez Larreta un pacto que no se concentra en la Municipalidad de Salta sino en una oferta provincial de derecha más sólida que la que pueden presentar Inés Liendo, Carlos Zapata o Martín Grande.

La supuesta bendición de Gerardo Morales para la candidatura de Miguel Nanni a gobernador ha caducado en estos días, al margen que ya recibió las amenazas de intervención partidaria para el caso de que no acate las directivas de los altos mandos. Carlos Zapata fue desautorizado para proponerse por su líder y financista Alfredo Olmedo, que es satélite del senador nacional. Martín Grande ha visto sofocada su pretensión de proponerse para gobernador por el propio Horacio Rodríguez Larreta que sabe que la magra Bettina representa más capital político y económico que el periodista.

A Bettina solamente le queda elegir entre malos derroteros y está decidida a postularse como candidata a Gobernadora enfrentando a Gustavo Sáenz. Sabe que es más digno perder con el actual mandatario que ser derrotada por Durand, Biella, David Leiva o hasta el Partido Obrero. A los familiares y amigos de la intendenta, con intereses en el ejecutivo provincial, les queda ahora la ímproba tarea de convencer a Sáenz de que ellos no van a traicionarlo, ni la apoyarán en esta aventura.

Ofrendas y tentaciones

El golpe al saencismo que produce esta deserción no está mensurado plenamente ni digerido entre sus filas. A la par que la noticia genera alivio emocional, implica un quiebre que conduce a la incomodidad de funcionarios provinciales del romerato, pues nadie duda que si Bettina sale al ruedo provincial serán aportantes de recursos e información en contra de los intereses de la actual gestión. Podrían ser expulsados en una purga que ya ha comenzado a confeccionar listados. 

Las peleas entre funcionarios provinciales y municipales probablemente se acentuarán y la mediatización de las trifulcas podría provocar más daño que beneficio a un oficialismo que, por directivas de su conductor, ha apostado más a la seducción que a la confrontación. 

En medio de que se gestan las estrategias electorales, y la suspensión de las PASO condiciona la unidad de sectores oficialistas encontrados, no puede descartarse que esta sea la excusa para que la traición se expanda y abarque a intendentes que siguen vinculados al romerato. 

En estos días se advirtieron inseguridades de intendentes y legisladores que mantienen cercanía con el poblador de la Casa de Lesser como Enrique Martínez e Ignacio Jarsún de Rosario de Lerma, Yolanda Vega de Cerrillos, Leopoldo Salva de Los Andes, Pablo González de Orán, Gustavo Solís de Rosario de la Frontera y Carlos Funes de Embarcación. Algunos operadores cercanos al senador nacional ya comenzaron a tentarlos prometiéndoles no solamente partidos para competir, sino financiamiento y buenas relaciones con el gobierno nacional que llegará en octubre de 2023.

Pretextos de hija y mentiras de padre

Las decisiones que tomaron la Intendenta y su padre senador en estos tiempos hablan por sí solas. La fotografía con Horacio Rodríguez Larreta hace menos de una semana; los cuestionamientos y confrontaciones judiciales con Aguas del Norte y el Ente Regulador; un encuentro con jóvenes fuera de su órbita política en Aguaray; el público pedido de Alfredo Olmedo para que Bettina ingrese a Juntos por el Cambio y una constante postura crítica del matutino dependiente, son indicios que admiten solamente la hipótesis del éxodo y que juegan al bueno y el malo con éxito.

Como heredera de un estilo político que se caracteriza por aprietes y tensiones que incluyen hasta el diario familiar, la que en un acting se declarará ofendida es la intendenta. Considera una traición del gobernador que permita que otros disputen el sillón de Moldes y obstaculicen su proyecto reeleccionista. También le imputa a Sáenz incoherencia y una inclinación explícita hacia el kirchnerismo luego de la asunción de Sergio Massa como Ministro de Economía y reprocha los apoyos a Emiliano Durand en sus actividades en la capital. Son estas las razones que en la mesa de negociaciones opone como insalvables y que la obligan a irse.

El senador nacional ha buscado disimular su cuota de traición y pretende desdoblar sus roles de padre y de “padrino” político. Pretende que el divorcio no afecte intereses económicos sensibles. Niega cuantas veces se le pregunta sobre la construcción de una candidata que es su hija y que negoció la postulación a gobernadora con amigos de su sector político nacional. Algunos ingenuos pensaban que Judas estaba muerto…