Al fin el gobierno de Milei pudo tener su ley tras seis desde que asumió, al menos la primera parte del trámite porque falta aún su vuelta a la Cámara de Diputados para el análisis de las modificaciones hechas por el Senado. Pero algo es algo.

ALEJANDRO SARAVIA

Si uno pretendiese encontrar responsables por la demora, el primer señalado sería el propio Milei y su equipo de gobierno puesto que desde el primer día se dedicó a mojarle las orejas a los que debían aprobar las normas que creía necesarias. Toda una paradoja para un gobierno paradójico. En efecto, si hubiese presentado varios proyectos de ley divididos por materias e incumbencias, se habrían ido sancionando “en su medida y armoniosamente”. Y si no se hubiese dedicado a insultar a los legisladores, la cosa también habría sido mucho más sencilla. Pero siguió con el envión de la campaña y acá estamos.

La sesión del miércoles en el Senado nacional dio, sin embargo, tela para cortar. En efecto, allí se pudieron distinguir tres grupos claramente diferenciados: los opositores a ultranza, los alcahuetes también a ultranza, y una postura intermedia que es la que analizó la norma, la criticó y la votó fundadamente en contra. Es decir, Martín Lousteau. El único “ocotero” como se decía en mis tiempos a los tragas.

Uno puede estar en contra de éste, de Lousteau, le puede resultar un tanto soberbio e individualista, lo que fuere, pero no se puede negar su capacidad, su formación y su proclividad a instalar temas de una manera novedosa. Tanto es así que, con una mano en el corazón, es el único que vertebró encadenadamente conceptos interesantes, y sin leer. Subrayo esto de sin leer, porque los más de los discursos fueron un mamarracho y, para peor, mal leídos. En un ámbito, claro está, en el que la lectura no está permitida. Consejo a las diferentes provincias: elijan mejor a sus legisladores. No manden analfabetos que ni siquiera sepan leer. Quedan mal. Los que escuchan a esos legisladores piensan: si éstos son los que mandan en representación, cómo serán los que se quedan…

No sólo Lousteau se salvó a decir verdad. También reivindico el rol de la senadora por la ciudad de Buenos Aires, Guadalupe Tagliaferri, del PRO. Y rescato también, pero para contar cuentos en asados, al jefe del bloque de Unidos por la Patria, el senador de Insfran Miguel Ángel Mayans, especialista en la saga de Terminator.

Para terminar con Lousteau, lo que sucede es que es un producto de su más temprana vocación: el tenis. En efecto, si uno quiere elegir a alguien que juegue en equipo tiene que ir, por ejemplo, al rugby, ni siquiera al futbol. Los quince del rugby conforman un equipo y todos se sienten parte de un engranaje. Sobre todo los forwards, es decir, los ocho que van al scrum, al amontonamiento. Los tenistas, por el contrario, son todos absolutamente individualistas. Bueno, ese es uno de los pecados de Lousteau: el haber sido tenista. 

El otro pecado es su falta de legitimidad para presidir un partido político como la Unión Cívica Radical. En efecto, para que los radicales te admitan como tal te tienes que hacer no sólo análisis de todas las materias sino también un ADN. Una vez pasado todo eso en una de esas te aceptan. A diferencia del peronismo para el que sólo basta que te digas peronista, que muestres ambición de poder y pijotería para llegar a él. Con eso basta y sobra, y si te enriqueces después estando allí, te dan un premio y todo.

Pero así como Lousteau no estaba y no está para presidir la UCR, tampoco lo están para esa tarea los gobernadores de ese partido. En efecto, el sistema actual de coparticipación federal, distorsionado como está, hace dependiente a las provincias de los humores presidenciales. Esa dependencia impide que puedan ejercer virtuosamente la tarea de presidir un partido de oposición, por razones obvias. No pudiéndolo hacer, ¿quién estaba legitimado por su historia y capacitado por su trayectoria? Sencillo, uno que se quedó este año sin conchabo, Mario Negri, cuya última ocupación había sido, como Diputado Nacional, el presidir el interbloq1ue de Cambiemos. 

Me enterneció Wado de Pedro. Tiene hasta cara de buen tipo. Cae bien. Y me gustó el picoteo con la presidenta de la Cámara, Victoria Villarruel. Tiene pasta ésta. Con razón Milei y su jefe, Karina, le desconfían. Intuyo que cuando todos se harten de las extravagancias del trío gobernante, los dos Milei y Santiago Caputo, aquella va a poner primera y va a dar de qué hablar.

En definitiva, todo está en veremos. Lo real es que justo a los seis meses, y como decía De Gaulle, el gobierno ya se quedó sin excusas al habérsele dado, aunque falte aún la revisión por Diputados, su primera ley. La verdad es que como debut bastante flojo…