Contra el mito de que ya no se lee, como si la proliferación del hipertexto y los textos digitales implicara la mengua del ansia lectora, Cuarto Poder compartió situaciones en las que personas de diferentes edades y contextos evidencian que se lee y mucho, aunque cambien y/o se amplíen las plataformas y modos de acceso a los escritos. Andrea Mansilla

El texto, decía Umberto Eco allá por 1987, es un mecanismo perezoso y, como está incompleto, debe ser actualizado (reconstruido) por lxs lectorxs. No importa mucho ahora si hablamos de lectorxs que buscan desentrañar semánticamente cada oración del texto o si simplemente pretenden llegar al desenlace de la historia (o noticia, o crónica). Tampoco importa realmente si en el 87 había o no un smartphone por persona ni colegios con pizarras electrónicas. La cuestión es que hubo, hay y habrá lectorxs aparentemente dispuestxs a llenar de vida los textos, moviendo frenéticamente el dedo por la pantalla o haciendo equilibrio en el colectivo para sostener el libro con una mano y agarrarse con la otra.

“Los chicos de ahora no leen, ya no es lo mismo, todo tiempo pasado fue mejor”, ¿no hemos escuchado hasta el hartazgo estas frases? ¿Acaso hemos asentido, en un desesperado gesto de complicidad para volver al silencio calmo de nuestros pensamientos?

Haciéndole frente a estas frases lapidarias, tres escenas de lectorxs de Salta nos proponen una visión de las prácticas de lectura que parecen resistir cada embate de la modernidad y la inflación.

No es una pequeñez

Noe es maestra jardinera y trabaja en sala de tres. Acerca a sus estudiantes distintos tipos de textos pertinentes a su edad y cada tanto redobla la apuesta y llena la sala de textos escritos que lxs chicxs pueden mirar, tocar, observar y descartar aunque todavía no sepan decodificar los grafemas. Para preparar cada una de sus clases, la seño Noe lee libros en formato papel que luego reproduce oralmente para sus estudiantes mediante títeres o imanes en un panel en el que va secuenciando las historias. Los lineamientos educativos nacionales proponen un espacio áulico llamado “Iniciación literaria” en el que la lectura tiene un papel fundamental, aun cuando lxs niñxs no saben leer. Aprenden a contar historias, reproducen leyendas de la tradición oral e inventan sus propios cuentos que luego, más grandes, escribirán como tarea para la casa.

“El rincón de la lectura” en la salita de Noe está lleno de libros con imágenes, revistas, recetarios y otros textos en formato papel que lxs más chiquitxs, de 2 a 4 años, tienen a disposición. Estxs primerxs lectorxs también leen en formato PDF utilizando un cañón que proyecta textos acompañados por imágenes o videos. Noe dice explícitamente que esta práctica la utiliza “para que la lectura no sea sólo en formato papel”, dejando claro que las nuevas tecnologías han llegado al aula como una necesidad.

Para leer en su casa, prefiere el formato papel pero a veces no se compra libros porque son muy caros (un libro nuevo en las librerías de la ciudad oscila entre los $300 y los $400). Lee novelas y textos científicos. Cuando puede, los compra y prefiere leerlos en formato papel pero sino los baja a la compu y lee directamente desde la pantalla. Noelia también piensa en el planeta y a veces, por mucho que le guste el formato papel, elige leer textos digitalizados para evitar desechos y tala de árboles.

Random

Matías tiene 41 años y todos los días lee los dos diarios más conocidos de Salta en la verdulería de su barrio. Es plomero y gasista, así que entre un trabajo y otro aprovecha para hacer las compras de su casa y se toma 15 minutos para hojear el diario.

“Mucha gente viene a la verdulería sólo para leer el diario”, comenta Luis mientras le pesa unas frutas al lector que ni siquiera mira la balanza porque está perdido entre la sección Deportes y el obituario. “Mi papá leía el diario de atrás para adelante -rememora Matías- siempre empezaba por la página de los recordatorios a los finados porque ahí encontraba a todos sus amigos, era su muro de Facebook”. Todos en la verdulería largan una carcajada de nostalgia.

Cuando por fin termina su jornada laboral, Matías agarra un libro, cualquiera, el que tenga a mano, y termina su día leyendo uno de los miles que hasta ahora ha leído. Él es de lxs lectores random, que leen frenéticamente lo que les cae en las manos y no hay biblioteca que le haga justicia a su caudal de lecturas. Fomentado por un padre lector, Matías siempre elige los libros en formato papel y combina la lectura del “diario de bar” (es que encontramos en cualquier negocio, bar, restaurante y al que todxs vamos irremediablemente) con la lectura de noticias en portales web que le permiten leer con mayor inmediatez lo que está pasando en su ciudad.

Con o sin permiso

Irynna, José y Valentín tienen catorce años y no van al mismo colegio, ni tienen lxs mismos amigxs. No se conocen personalmente y probablemente nunca lo hagan ya que ni siquiera viven cerca. Solo comparten la profesora de Lengua y le han contado que están leyendo Asylum en Wattpad. No son lxs únicxs: Wattpad es una aplicación para celulares y computadoras que actualmente usan millones de adolescentes en el mundo. Fue creada en 2006 y ya se posiciona como la red social de lxs escritorxs más jóvenes ya que no sólo permite leer textos publicados o relativos al canon literario sino que además ofrece la oportunidad de publicar una novela propia sin ningún tipo de intermediario. Por capítulos, lxs escritorxs van subiendo su obra y lxs usuarixs opinan, valoran y hacen circular el texto. Es gratis y se puede bajar desde cualquier celular con pocas pretensiones tecnológicas.

Enemiga de algunxs docentes, lentxs (o deliberadamente negadores) para adaptarse a los cambios, Wattpad es la aplicación más utilizada entre lxs adolescentes, con o sin permiso de lxs profes.

Mientras que Valentín quiere ser escritor y lee en busca de su estilo personal, Irynna y José son fanáticxs de los cuentos de ciencia ficción y suspenso. En cualquier ratito que disponen plenamente de su celular, sin la mirada inquisidora de lxs adultxs, leen Asylum, la novela de moda y comentan sus impresiones en los foros de la aplicación. Además de acceder a la literatura, Wattpad y otras aplicaciones similares como Google Play Books o Kobo, permiten una socialización de la lectura y promueven la escritura creativa para estxs adolescentes que leen y mucho.

Afinar la vista

En un café, en el colectivo, en las escuelas, en las plazas; en todos lados pareciera haber gente leyendo. Sólo hace falta afinar la vista, ampliar el sentido y abrirse a los cambios: jóvenes y adultxs no sólo leen mucho sino que además encuentran formas de socializar esas lecturas acompañadas de sus propias interpretaciones. Desde una impresión sobre una noticia en un muro de Facebook hasta un comentario en los portales web que lo permiten, lxs usuarixs se convierten ahora en comunicadorxs inmediatxs. Respecto a lo que entendemos como “literario”, los libros van y vienen de una biblioteca a otra y en un país con creciente inflación, es difícil saber a ciencia cierta si las ventas determinan la cantidad de lecturas. En suma, el texto, más o menos perezoso que el que planteó Eco en 1987, sigue permitiendo que sean lxs lectorxs quienes le den entidad y lo llenen de significación.