Se suspendió el paro de brazos caídos en el ingenio San Isidro en Campo Santo. Ayer las partes decidieron acatar la conciliación obligatoria. Breve historia de la multinacional peruana que administra el ingenio más antiguo del país.

El paro se había anunciado la semana pasada para el día de hoy aunque finalmente ayer, en una reunión que se realizó en el ministerio de Trabajo de la ciudad, el sindicato decidió acatar la conciliación obligatoria. La tregua no terminó con las tensiones provocadas por la denuncia de los trabajadores del azúcar quienes aseguran que se están perdiendo 60 puestos y la decisión de la empresa de cerrar la planta ante cada conflicto.

La planta es propiedad de Gloria S.A. una multinacional peruana que posee una subsidiaria -Corporación Azucarera del Perú S.A.- que adquirió el 60% del ingenio San Isidro S.A. Su historia se remonta al año 1941 cuando se inició con la fabricación de leche evaporada que se vendía en territorio incaico, hasta que en 1986 una empresa familiar de transporte peruano -José Rodríguez Banda S.A.- adquirió el porcentaje mayoritario de las acciones.

El antes y después de Gloria S.A., sin embargo, se gestó en los 90´. La década en que el presidente peruano Alberto Fujimori también privatizaba empresas públicas y encumbraba a grandes pulpos económicos. Gloria S.A. empezó entonces un proceso de “concentración” del capital que no es más que el copamiento de una determinada rama de la producción que trascendió las fronteras peruanas para ejecutarse en Bolivia, Puerto Rico, Colombia, Ecuador y Argentina cuando en 2006 culminó la construcción de las instalaciones de la Compañía Regional de Lácteos Argentina S.A. establecida en 2005 mediante la compra del 50% de acciones de lo que era Lácteos Santa Fe.

Además de concentrar capital, Gloria S.A. también lo centralizó al expandir su presencia en otras ramas productivas. El proceso empezó también en los 90 cuando incursiona en los rubros de analgésicos, antiácidos y laxantes; consolida su participación en el transporte; lidera el mercado de helados, caramelos, chocolates y galletas; se inmiscuye en el mercado de cajas de cartón corrugado; y adquiere las empresas estatales peruanas Cementos Yura S.A. y Cemento Sur S.A..

En 2006 se introduce en el negocio del azúcar cuando su subsidiaria – Corporación Azucarera del Perú S.A. – obtuvo el 45% de acciones de la Empresa Agroindustrial Casa Grande S.A., que ubicó al Grupo como líder del mercado azucarero incaico. Ello se consolidó en mayo de 2007 al adquirir el 52% del complejo azucarero Cartavio, previo aterrizaje en Salta cuando compra del 60% de las acciones del Ingenio San Isidro.

Aunque se presentan como portadoras del progreso, estas corporaciones siempre terminan involucradas en experiencias cargadas de piquetes, plantas tomadas y marchas de obreros que logran el apoyo de sus pueblos. Es lo que ocurrió durante años en Campo Santo y es lo que ocurrió en la localidad de Cartavio en el norte peruano a fines del 2009. Alcanza con googlear las palabras “Huelga azucarera en Cartavio” para sumergirnos en los medios peruanos que informaron sobre una lucha que se volvió pueblada mientras la empresa mostrara su peor cara: la clausura del hospital del lugar y la orden de cortar del suministro de agua a la localidad.

Lo uno y lo otro son posibles en economías como la peruana en donde los denominados “enclaves” controlados por el capital exportador generan zonas relativamente desarrolladas pero sin relación con el conjunto de la región. El control del agua, mientas tanto, lo posibilita la geografía de un Perú que presentando una corta distancia entre la costa y las tierras altas, permite a los poderosos controlar el uso del vital líquido apropiándose de las tierras elevadas para desde allí regular su suministro. Las corporaciones son así en Perú y en Salta. Se declaran portadoras de una racionalidad que sin embargo está al servicio de someter, dominar y mercantilizarlo todo.