El esposo de Bettina Romero, Francisco Lávaque, se declaró en quiebra y quedó debiendo 200 millones de pesos a otras empresas. Entre los infortunados acreedores hay farmacias, ferreterías, gomerías y hasta un almacén de barrio. Trabajadores de su finca ya venían denunciando que pagaba sueldos en cuotas y equivalentes a tres botellas de vino. 

¿De bodeguero exitoso a deudor incobrable?

 

La empresa Félix Lávaque SA, que comanda el esposo de la intendenta Bettina Romero, Francisco Lávaque, presentó días atrás en la justicia una demanda en la que se declara en cesación de pagos. El emprendimiento familiar, que ya venía siendo denunciado por pagar sueldos en cuotas, no pagará deudas a sus acreedores por un valor de $200 millones. No se trataría, sin embargo, de un hecho aislado, ya que años atrás, un bodeguero cafayateño aseguró haberle provisto de un camión de uvas que jamás fue pagado. Ahora se suman a la lista de perjudicados varios negocios pequeños de Cafayate, Salta y Catamarca.

«Félix Lávaque SA» es una de las dos razones sociales con las que cuenta la bodega que elabora y vende los famosos vinos Quara, hoy en manos de Francisco, Dolores Lávaque, e Ignacio Velasco. En 2020, en plena pandemia, fueron exhortados por la justicia a pagar el sueldo íntegro a sus trabajadores, pero la empresa jamás acató la disposición. Los empleados de la firma siguen percibiendo sus haberes en cuotas de entre el 25% y el 30%.

La «modalidad» empleada por la bodega a cargo de Francisco «Pancho» Lávaque, esposo de la intendenta Bettina Romero, jamás tuvo una explicación formal y acarrea serios problemas a los obreros vitivinícolas que no pueden cumplir con sus obligaciones y compromisos en tiempo y forma.

Sin embargo, el desplome de Finca Quara no sólo se evidencia en las planillas contables de la empresa. El vino homónimo que alguna vez fue sinónimo de fineza y delicadez hoy sólo resulta digerible con un chorro de soda. A pesar de la pandemia y las malas cosechas, los operarios no dejan de hacer horas extras y de producir.

Como si fuera poco, la entrega de los trabajadores no se condice ni por asomo con los magros sueldos que perciben, lo que motivó varias jornadas de lucha en la ciudad vitivinícola.

Tipos formados

A Pancho como le dicen sus afectos no lo salvó ni su educación de elite. Como no puede ser de otra manera alguien que pertenezca al clan Romero, el joven Lávaque presumía en una nota del diario El Cronista años atrás haber estudiado en la prestigiosa Universidad de Davis, en California.

La misma publinota destacaba que allí estudió una carrera que combina el trabajo en el campo y en la bodega, lo que lo transformó en viticultor y enólogo a la vez.

Al parecer fue allí donde aprendió las mañas de la gente exitosa, entre las que estaría su “novedoso” método de pago fraccionado del sueldo de sus empleados. De hecho, en 2021, los trabajadores de la bodega contaron a este medio que su salario mensual era el equivalente a tres vinos de exportación «Inculto El Pájaro Criolla», que se comercializaba por entonces a $10.500 la botella.

No sería la primera vez que personas que integran el 5% más rico de la provincia y el país terminan perjudicando a gente humilde y trabajadora. No obstante, el nivel de desinterés demostrado en el caso llama la atención. Mucho más teniendo en cuenta la supuesta preocupación por los humildes que la intendenta Romero despliega en cuanto actividad de campaña realiza.

Los empernados

Lo verdaderamente sorprendente es que en el listado de empresas figura la mitad del pueblo de Cafayate. En total son 127 los acreedores a los que se les debe más de 200 millones de pesos. Entre los que esperan poder cobrarle al marido de Bettina Romero figuran muy pequeños comerciantes que resulta casi imposible pensar como siquiera no podían pagar esas cuentas. Algunos de ellos todavía fían por la confianza con su clientela distinguida (a veces no tanto).

Entre los más llamativos figuran la “Despensa Tio Poli”, “Ferretería San Cayetano”, “Gomería Marquito”, “Soda Mónica S.R.L.”, “Mayorista Cafayate”, “Sindicato de Obreros Vitivinícolas”, “Micromotos Mensajería Express” y hasta la “Farmacia de la Esquina”.

La mala fe o simplemente el desprecio por el otro llevó a la empresa de Lávaque a deberle dinero a la despensa Tío Poli según figura en el legajo N°13. La misma suerte corrió por ejemplo la ferretería San Cayetano (legajo N°23). Se trata de un comercio de venta minorista ubicado en el pasaje Carmen de Frías en Cafayate.

Aunque parezca chiste en el legajo N° 29 aparece la Gomería Marquito. ¿Cuántos parchadas de camioneta deberá Francisco Lávaque?

Ni la soda pagaban porque la empresa salteña Soda Mónica figura entre los acreedores como lo señala el legajo N°65. Los deliverys tampoco pudieron cobrar y figuran Micromotos Mensajería Express también.

La empresa de Lávaque argumenta sobre alguna de las causas del “desequilibrio económico”. Advierten que en 2015 por una mala estrategia comercial comenzaron a competir con la venta de productos más económicos y no llegaban a cubrir los costos de la actividad. En 2016 afirman que fue una de las peores cosechas de la historia de la Argentina y finalmente la pandemia terminó por tumbar a la empresa.

Sin embargo, los argumentos de la empresa reflejan una realidad parcial y no todo es penuria en el mundo vitivinícola. En efecto, la comercialización y el fraccionamiento de vinos cayó en el primer semestre de 2021 un 12,2% según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), pero en todo 2020 las ventas se dispararon, las exportaciones crecieron por encima del 50% en litros y los despachos al mercado interno mostraron un repunte histórico según datos del mismo organismo.

En la “ciudad del sol” circularon incluso algunos rumores de venta de una parte de la finca, lo que alertó aún más a los trabajadores. Hace dos años se hablaba de una operacion concretada en un 80%. Todo esto, a costa de dejar un verdadero tendal en el pueblo de Cafayate.