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La precariedad laboral no cesa

Según el Observatorio de la UCA, la precariedad laboral siguió subiendo y ya golpea al 54,1% de los trabajadores. Aseguran que “tanto la desigualdad persistente como la pobreza estructural son resultado de un modelo económico-productivo desequilibrado».

La precariedad laboral, que fue creciendo a partir de 2010, se acentuó en lo que va de 2016, y ya golpea al 54,1% de los trabajadores ocupados, de acuerdo a la Encuesta de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). En 2010 era del 50,6% y en 2015, del 52,5%.

Luego de una presentación del rector de la UCA, Monseñor Víctor Fernández, el Informe que se difundió este jueves precisa que al tercer trimestre de este año “se confirma una caída del empleo pleno, incluso del empleo precario, teniendo como correlato un aumento en el subempleo inestable y en la tasa de desempleo”. Y agrega que “en igual sentido se observa un aumento significativo en el riesgo de desempleo y la percepción de los ocupados de considerar altamente difícil conseguir un empleo similar en caso de perder su actual trabajo”.

En números, este año el empleo pleno de derechos descendió del 43 al 41,4% y eso se debió al fuerte incremento del “subempleo inestable” que comprende a las personas ocupadas en trabajos temporarios o changas de baja remuneración, y que subió del 15,6% al 18%, en un contexto donde también aumentó la desocupación del 9,4 al 9,9%.

Esta pérdida de los empleos plenos golpeó con mucho fuerza a los ocupados del Gran Buenos Aires. De un 38,6% de empleos plenos en 2010, cayó al 33,7% en 2015 para volver a caer en 2016 a apenas el 32,4%. También el GBA sintió fuerte el incremento de la desocupación: creció del 9,7% en 2015 al 11,2% en 2016.

El aumento de la población ocupada en puestos precarios se concentró en el sector de los asalariados que, este año, subió del 25,2 al 31,8%, mientras para los no asalariados descendió del 82,9 al 79,1%.

Por su parte, aumentó el riesgo a caer en el desempleo medido a través de dos indicadores: por haber estado desocupado al menos una vez en el último año y por considerar, 8 de cada 10 trabajadores ocupados, que no podrá conseguir un empleo similar al que actualmente mantiene en su actividad en caso de cesantia. Entre los sectores de menores recursos, este año esta percepción es del 96,4% cuando en 2010 era del 91,7%.

Al dar a conocer el Informe, el director del Observatorio Social, Agustín Salvia, dijo que “tanto la desigualdad persistente como la pobreza estructural son resultado de un modelo economico-productivo desequilibrado con efectos de exclusión y desigualdad a nivel socio-laboral”. Y planteó que “aunque vengan inversiones, no habrá derrame hacia los sectores menos dinámicos si no hay políticas activas de desarrollo local-regional, hacia el sector informal y las economías sociales”.

Estas desigualdades se extienden al campo de las remuneraciones. “Entre 2010 y 2016, la media de ingresos mensuales disminuyó 7,9%. Eso se debe básicamente al decrecimiento de los ingresos de los trabajadores con subempleo inestable ya que el promedio del resto no presenta variaciones significativas». Y el Informe agrega que «además de una caída en las remuneraciones reales medias, se evidencia una tendencia significativa negativa en el caso de los ingresos de los trabajadores ocupados en las micro-empresas informales, a la vez que un relativo sostenimiento o mejoramiento entre los trabajadores ocupados del sector público y del sector privado formal”.

Por su parte, Eduardo Donza, a cargo de la Encuesta, señaló que los trabajadores asalariados y no asalariados sin aportes al Sistema de Seguridad Social había pasado del 47,7% en 2010 al 50,6% en 2015 para volver a subir al 51,3% en 2016. “Esta situación afectó especialmente en los estratos socio-economicos más vulnerables de la estructura social, generándose así una mayor segmentación socio-opcupacional a nivel sistémico. Esta tendencia estaría expresando un nuevo aumento en el trabajo no registrado entre los asalariados, del 30,6 al 33,3%, y una caída entre los trabajadores independientes y/o pequeños empleadores, del 76,1 al 71,5%”. Y como conclusión del período manifestó que “los indicadores laborales muestran la persistencia de precariedades y desigualdades estructurales”, en tanto,”las pocas mejoras no han sido equitativas, a la vez que han tendido a estancarse”.

Fuente: Clarín