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La Justicia tiene que llegar de todas maneras

Murió en Sudáfrica Jorge Vildoza, el jefe de los grupos de tareas de la ESMA en la dictadura: estuvo prófugo más de 25 años. Tuvo a su mando a figuras como “El Tigre” Acosta: se lo buscaba para juzgarlo por las torturas y desapariciones.

Hoy al mediodía, el Departamento Interpol de la PFA notificó al juez federal Sergio Torres y a su equipo la supuesta muerte de uno de sus mayores prófugos, y uno de las figuras más elusivas de la represión en la última dictadura: el ex capitán de navío Jorge Raúl Vildoza. La secretaría N°23 de su juzgado lo buscaba para llevarlo a juicio en la megacausa que investiga los tormentos y desapariciones ocurridos en la ex ESMA. Durante 1977 y 1978, Vildoza fue un jugador de especial peso en el centro clandestino: fue el jefe de sus grupos de tareas. Murió en Sudáfrica, según datos de la oficina de Interpol de ese país que la PFA le entregó a Torres. Se sospechaba que vivía en ese país prófugo junto a su mujer, Ana María Grimaldos, al menos desde 1990. Sin embargo, el rastro de su muerte es incierto.

En 2012, Grimaldos había declarado ante la Justicia argentina que su marido había muerto el 27 de mayo de 2005 en Johannesburgo cerca de las 11 de la noche tras sufrir una arritmia cardíaca «luego de un día normal en la oficina». Convenientemente, Grimaldos no pudo especificar para que empresa trabajaba y hasta aseguró que su cuerpo fue cremado. En Johannesburgo, Vildoza murió con su histórico alias: Roberto Sedano.

Hoy, once años después, Interpol Sudáfrica descubrió que las huellas dactilares de Sedano en registros de ese país cotejaron de manera positiva con las de Vildoza que constan en el registro de la PFA. Pero para Torres y su equipo, el tema no está cerrado: el Juzgado Federal N°12 a su cargo comenzará un proceso de chequeo de la información, apuntan fuentes judiciales, para constatar si fehacientemente fue Vildoza quien murió en Johannesburgo en 2005. Hoy, si es que estuviera vivo, el ex marino tendría 86 años.

Vildoza fue una presa elusiva: estaba prófugo de la Justicia argentina desde 1988. Vildoza fue también uno de los represores pioneros en escaparse al exterior: se había ido dos años antes de su primer pedido de captura en 1986, con rumbo a Suiza. Tenía motivos de sobra para fugarse. Su rol en la ESMA fue por lo menos jerárquico: había sido entre 1977 y 1978 comandante de la Unidad de Tareas 3.3.2 en la entonces Escuela de Mecánica de la Armada. Tuvo a su mando, por ejemplo, al célebre Jorge «El Tigre» Acosta, su jefe de inteligencia; marinos como Adolfo Donda, apropiador de la diputada Victoria Donda, lo mencionaron como su superior.

Tenía un seudónimo frecuente como represor, «Gastón», que aparece a lo largo de la investigación de la causa. Había dinero disponible para el que quisiera entregarlo: el programa BUSCAR del Ministerio de Justicia, orientado al hallazgo de prófugos, ofrecía 500 mil pesos por información que llevara a su paradero.

La jueza María Romilda Servini fue la primera en pedir su captura en 1988, que quedó vigente hasta su muerte, así como la pedida por el juez Torres. Servini lo buscaba, precisamente, por lo que habría sido su mayor delito dentro de la ESMA: robar un niño, Javier, al que apropió junto a su mujer, Ana María Grimaldos, prófuga de la Justicia tal como él.

En la causa instruida por Servini, un abogado querellante de Abuelas de Plaza de Mayo, según documentos judiciales, estableció que Javier había nacido en septiembre de 1977 en la Escuela de Mecánica, hijo de Cecilia Marina Viñas y de Hugo Reinaldo Penino, marplatenses los dos. La madre de Viñas declaró en el juicio por la ESMA; hasta presentó grabaciones de llamados de su hija hechos desde el centro de detención clandestino. «A Vildoza yo quisiera que lo encuentren porque es como cerrarle a mi nieto la posibilidad de saber quién es quién: que él es Javier Penino Viñas y que si tiene un hijo un día podría ponerle el nombre con toda tranquilidad», aseguró a Página/12 en 2011.

Javier Viñas, eventualmente, denunció a su apropiador. Su testimonio fue parte de la causa de Servini. Sudáfrica aparece en su relato, precisamente en la ciudad de Johannesburgo, al menos desde sus trece años, en 1990.

Ante Servini, Penino Viñas recreó una charla con su apropiadora Grimaldos. «Fueron a tomar un café los tres y su madre le explicó en ese momento que él había sido adoptado por ser huérfano de nacimiento. Dijo que la noticia lo sorprendió, aunque algunas cuestiones como su altura o la diferencia de edad, le hicieron sentido. En ese momento le produjo enojo, hubiera preferido no saber. Sin embargo, a medida que fue absorbiendo la información, ahora creía que le hubiera gustado saber antes», dijo el joven en su relato ante la Justicia. Grimaldos incluso aseguró algo sorprendente: que especialistas le aconsejaron que no le revelase al niño que era adoptado hasta esa edad.

En Johannesburgo, Penino Viñas vivió bajo el alias de «Julio Sedano», el mismo apellido que usaba Vildoza, uno que usó hasta recuperar su identidad con un test de ADN. Grimaldos fue finalmente condenada el año pasado por el Tribunal Oral Federal N°4: recibió una pena de seis años por el delito de retención y ocultamiento en concurso real con supresión de estado civil.

Hay otra responsabilidad que se le endilga al ex capitán de navío, además de robar un bebé junto a su mujer y ser el jefe de grupos de tareas en uno de los mayores centros de la represión en dictadura. Javier Penino Viñas, en diálogo con Página/12, aseguró: «Fue piloto en vuelos de la muerte. El volaba. Y tenía alto rango. Siempre cuando le tocó hacer el vuelo estaba a cargo del avión». No está solo en su afirmación. El represor Adolfo Scilingo, por ejemplo, señaló al ex capitán de navío como encargado de conducir desde la ESMA a Aeroparque a hombres y mujeres que luego fueron lanzados al agua del Río de la Plata.

Fuente: Infobae