Al conocerse la adhesión del gobierno tucumano al Plan Nacional contra la Violencia hacia las Mujeres, la Junta Arquidiocesana de Tucumán emitió un comunicado en el que calificó a la perspectiva de género en la educación como “una verdadera colonización ideológica”.

“La Junta Arquidiocesana de Educación Católica quiere expresar su gran preocupación por los considerandos enunciados en la Ley 26.485 y los posteriores acuerdos firmados por el Gobierno de la Provincia de Tucumán respecto a la educación, desde jardín de infantes hasta la universidad, inspirada en la perspectiva de género”, dice el comunicado que emitió la entidad religiosa. Lo curioso es que, más allá de la reciente adhesión al plan creado por el Consejo Nacional de las Mujeres, en el marco de la ley 26.485, tanto esa normativa como la de Educación Sexual Integral (ESI), se encuentran vigentes hace seis y diez años respectivamente.

En la misiva, firmada por Susana Graneros, encargada del área de Formación de la Junta Arquidiocesana, sostienen que la educación con perspectiva de género “es una manifestación aleatoria de la formación integral de niños y jóvenes y, como lo expresa el Papa Francisco, una forma de colonización ideológica, contraria a la cosmovisión inspirada en el derecho natural y en la apertura a la trascendencia de todo hombre creado”.

En consonancia con la histórica postura de la Iglesia Católica respecto de la Educación Sexual en las escuelas, afirman: “La mirada educadora en los campos de la sexualidad debe tener como agentes primarios a los padres de los niños”. “La Naturaleza es un don dado para ser vivido, no algo que deba ser construido o reconstruido según parámetros culturales”, agrega.

Vale recordar que esta postura niega el rol del Estado y el sistema educativo de conjunto en la promoción de valores y herramientas pedagógicas para pensar la sexualidad y las formas de vincularse entre sujetos. La ley que creó el programa de Educación Sexual Integral (26.150/06) establece que “todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal”. También detalla que por “educación sexual integral” se entiende la que “articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos”.

 

Por otro lado, la Ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia hacia las mujeres (la que crea el Plan Nacional de Acción) determina en su artículo 11 que deben incluirse en los contenidos mínimos curriculares “la perspectiva de género, el ejercicio de la tolerancia, el respeto y la libertad en las relaciones interpersonales, la igualdad entre los sexos, la democratización de las relaciones familiares, la vigencia de los derechos humanos y la deslegitimación de modelos violentos de resolución de conflictos”.

 

Las históricas trabas de la Iglesia

 

Más allá del reciente comunicado, la Iglesia Católica ha intentado sistemáticamente impedir la aplicación de leyes nacionales como las mencionadas en las escuelas del país. Sin ir más lejos, varias provincias del norte argentino -Tucumán, Salta y Catamarca- tienen legislaciones provinciales que permiten la educación religiosa en escuelas públicas, gracias al poder de lobby y el acuerdo con políticos de la región.

Pero también durante los años de aplicación de la ESI desde la Iglesia se dieron una estrategia para impedir su implementación en las escuelas. Aunque muchos docentes y directivos de escuelas confesionales participaron de las capacitaciones del Programa, por detrás enviaban a sus docentes a formaciones paralelas organizadas por fuera de los parámetros estatales.

Por ejemplo, el Consejo Superior de Educación Católica (CONSUDEC) publicó un documento en 2012 (segunda edición) llamado “Aportes para la implementación del programa de educación sexual integral”. Este se basa en una producción del Consejo de Educación Católica de la Provincia de Córdoba. En él se encuentra una de las pocas menciones oficiales de la Iglesia a los proyectos de “Educación para el amor”, que si bien no cuenta con numerosos materiales públicos, es mencionado por docentes como salvaguarda: “Nosotros ya aplicamos la ESI, la escuela adhiere a Educación para el Amor”, contaba una capacitadora de ESI a Notas.

 

También instituciones como la Universidad Católica Argentina (UCA) y las Juntas Regionales de Educación Católica (JUREC) ofrecen cursos sobre el tema, paralelos a los estatales.

¿En qué consiste “Educación para el amor”?

El cuadernillo al que pudo acceder Notas llamado “Educación Integral de la sexualidad. Orientaciones para padres que quieran Educar en el Amor”, ubica a “los padres” como “los primeros y mejores educadores de los niños” y los alerta a “estar atentos e informados sobre la educación sexual que se enseña en la escuela”, sobre todo en si “comparten el mismo sistema de valores”.

Refuerza también la mirada de familias heterosexuales tradicionales al referirse a “mamá y papá” como “complementarios” y plantea la necesidad de que existan las figuras masculina y femenina para que “el niño aprenda la diferencia entre el varón y la mujer”. También afirma como datos científicos las características diferenciales de las mujeres y los varones cual si fueran naturales, en completa contraposición con la construcción social y cultural de los géneros que explica la ESI.

 

Por otro lado, las hipótesis que explicita sobre “el origen de la homosexualidad” no sólo contradicen la ESI sino que son totalmente discriminadoras y patologizantes: “trastornos en el desarrollo psico-sexual” o “situaciones traumáticas como el abuso sexual o la violencia”. A su vez sostiene que hubo casos en los que “mediante un tratamiento adecuado” se pudieron revertir las “tendencias homosexuales” de algunas personas.

“Los adolescentes buscan la excitación sexual para obtener sensaciones placenteras. Es preciso que aprendan a no buscarla, a no provocarla en otros y a controlarla si advierten que se está desencadenando”, dice el material. También indica, sobre las relaciones sexuales y centrándose en que la función específica es la reproducción, que “es preciso mostrarles que es posible vivir la abstinencia sexual”. Como contracara, cubre de dudas el funcionamiento de los preservativos y todo tipo de anticonceptivos y contraindica su uso.

 

En un nuevo contexto político luego del triunfo de Cambiemos, las estrategias de la Iglesia cambian y se vuelven más explícitas. Pero se fundamentan en lo mismo: niños y niñas educados desde una perspectiva de derechos y con una mirada de género atentan contra el status quo, las definiciones sobre familia, amor y sexualidad que promueven desde la religión, especialmente desde sus sectores más conservadores.

 

Fuente: Notas Julia de Titto – @julitadt