La devoción a la Virgen del Cerro en Salta es un fenómeno complejo que combina fervor religioso, intereses comerciales y controversias legales. Mientras miles de peregrinos acuden al cerro en busca de gracia y redención, detrás de escena se teje un entramado de poder y negocios que cuestiona la pureza de esta devoción y que desde Cuarto Poder abordamos a través de distintos artículos periodísticos. Al igual que muchos incrédulos de los milagros de la Virgen del Cerro y de su intercesora terrenal María Livia Galliano, la iglesia de Salta jamás la aceptó y creó una comisión para investigarla. Ahora, un nuevo escándalo 

La historia de María Livia y las supuestas «apariciones» de la Virgen en el cerro es conocida por muchos. Comenzó en 1990, cuando María Livia comenzó a experimentar frecuentes «apariciones» y mensajes de la Virgen en distintos lugares y momentos del día. A partir de entonces, se formó un grupo de personas que periódicamente rezaban el rosario, convocadas por María Livia y la directora de una escuela local. Durante años, solo el confesor de María Livia estaba al tanto de estas apariciones y mensajes.

En 1995, las Carmelitas Descalzas del Monasterio San Bernardo adoptaron espiritualmente a María Livia y le brindaron apoyo explícito. Sin embargo, con el cambio episcopal a fines de los noventa, se frenó la difusión de los mensajes y se estableció una comisión para estudiar las «apariciones».

A pesar de esto, la organización continuó consolidándose y las «apariciones» persistieron. La Virgen supuestamente indicaba a María Livia bajo qué advocación se estaba presentando, incluso dictándole la oración «oficial» de la obra y los pasos a seguir. En 2001, gracias a una donación de una familia de Buenos Aires, la organización adquirió tierras en la zona de Tres Cerritos en Salta, marcando un momento de inflexión y el inicio de una nueva etapa.

Con un lugar propio; con un espacio público donde reportar las sucesivas “apariciones”, la organización (compuesta por alrededor de 200 “servidores”) se consolida y comienza una nueva etapa. Progresivamente, miles de personas se fueron congregando todos los sábados en el cerro. Una multitud que fue creciendo hasta alcanzar diez o quince mil personas cada sábado.

La concurrencia al cerro muestra una diversidad sorprendente. Según un relevamiento realizado en marzo de 2011, la mayoría de los peregrinos no son salteños, sino que provienen de lugares fuera de la provincia, incluyendo 16 provincias del país y Uruguay. Buenos Aires es la provincia con mayor presencia, seguida de Córdoba, Tucumán, Salta y Misiones.

En términos demográficos, la mayoría de los asistentes son mujeres entre 31 y 65 años, con un nivel de instrucción superior a la media nacional. A pesar de ser mayoritariamente católicos, solo un tercio asiste con frecuencia a la misa. La organización se apoya en una jerarquía de «servidores» que hacen cumplir un detallado cuerpo normativo que rige desde el vestir de los peregrinos hasta el uso de testimonios sobre experiencias religiosas.

Sin embargo, detrás de esta devoción aparentemente pura, surgen cuestionamientos y controversias. La muerte de una peregrina en 2015 evidenció un vacío legal en el santuario, que carece de habilitaciones y controles estatales adecuados. La hermana de la fallecida ha emprendido una lucha para encontrar responsables, pero se ha encontrado con un entramado legal confuso y sin respuestas claras.

Además, la relación entre la fundación de María Livia y los negocios inmobiliarios y turísticos en la zona ha sido objeto de críticas y sospechas. La empresa porteña Peregrinaciones Salta, que ofrece tours a la Virgen del Cerro, pertenece a los Lacroze Garat, la misma familia que a principios de los años 2000 «donó» 32 hectáreas para que se montara el paseo religioso de María Livia Galliano.

Manipulación y conflicto: la desgarradora carta de una monja carmelita en el caso de la Virgen del Cerro

A más de dos años de iniciarse una división religiosa en Salta, centrada en la devoción a la Virgen del Cerro, la disputa que enfrenta al Arzobispado con las monjas del convento San Bernardo sigue en curso. Uno de los cuatro procesos judiciales vinculados al caso ha resurgido, especialmente la causa relacionada con la denuncia de la hermana de una religiosa por supuesta privación ilegítima de la libertad, amenazas y coacción por parte de las autoridades del monasterio. La causa, anteriormente archivada, ha sido reabierta.

Según da a conocer el Diario La Nación, la religiosa afectada escribió una carta al vicario judicial de la Arquidiócesis de Salta, Dante Simón, solicitando que se incluya en el informe destinado al Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, un organismo del Vaticano responsable de las carmelitas. Esta carta fue presentada al fiscal Ramiro Ramos Osorio como “prueba documental”. En el texto, fechado en abril pasado, la monja narra «los hechos vividos desde el año 2014 hasta el 21 de diciembre del 2022”, cuando decidió dejar el convento. La carta describe episodios de “tratos muy violentos”, “grabaciones de conversaciones” y la “retención de regalos familiares”.

La religiosa, que revela su identidad en la carta, estuvo 32 años en el convento. Actualmente, enferma de cáncer, reside en la casa de una persona en Salta. Afirma que desde el 10 de agosto de 2014, tras la muerte de la priora María de los Ángeles, la “vida en el monasterio cambió radicalmente”.

En este contexto, menciona que María Livia Galiano de Obeid, identificada como una “seglar allegada a la comunidad”, les indicó que la “Virgen quería que la nueva priora fuera la hermana María Inés Jesús de la Hostia”, y sostuvo reuniones privadas con cada una de las monjas para insistir en esta elección. Añade que Galiano de Obeid les decía que “si no votan, la Virgen se va a retirar de esta comunidad y escogerá otra”.

Galiano de Obeid es conocida por afirmar, desde 1990, que recibe mensajes de la Virgen María destinados a las monjas. La ermita construida en Tres Cerritos, Salta, atrae a miles de fieles durante las celebraciones más importantes. La Iglesia no reconoce esta devoción y, en un documento de 2022, recordó a las monjas la “estricta observancia de las normas de ley en este aspecto, incluida la estricta observancia de la clausura monástica”.

En abril de 2022, las monjas del San Bernardo denunciaron al arzobispo de Salta, Mario Cargnello, y a otros tres religiosos por supuesta violencia de género y económica. En abril pasado, la jueza de Violencia Familiar y de Género Carolina Cáceres Moreno ordenó mantener las medidas de restricción y conminó a los denunciados a realizar capacitaciones en género y a iniciar un tratamiento psicológico. La medida fue apelada.

Otro proceso judicial investiga la economía del convento y su relación con la Fundación de la Virgen del Cerro, ya que los terrenos de la ermita están a nombre del San Bernardo. El tercer expediente es por la denuncia de presunta coacción y el cuarto por calumnias e injurias presentadas por la priora y la subpriora contra el abogado del Arzobispado, Eduardo Romani; Cargnello y la hermana de la religiosa.

Detalles adicionales de la carta

La monja que escribe la carta dejó el convento en diciembre de 2022 junto a otra religiosa, ambas enfermas de cáncer. La otra religiosa falleció poco después. En la carta, la monja describe que tras la asunción de la priora María Inés empezó a recibir “tratos violentos”, fue “aislada” y “nunca” recibió explicaciones.

También menciona problemas económicos que la priora atribuía a la falta de ingresos por alquileres, los cuales habían sido firmados por el contador Obeid y el administrador Mentesana. La carta también denuncia grabaciones de conversaciones privadas que luego eran escuchadas por toda la comunidad, lo cual “condicionaba” a las monjas, y quema de documentos contables en la huerta.

Relata un incidente durante el velatorio de una monja donde el arzobispo Cargnello le arrebató un teléfono móvil a la priora. Posteriormente, todas las monjas firmaron una hoja en blanco por orden de la priora, que luego se utilizó para denunciar violencia de género.

Finalmente, la monja detalla que no le proporcionaban alimentos adecuados para su dieta durante la quimioterapia, que su familia fue acusada de narcotráfico y lavado de dinero, y que sufrió cacheos y amenazas por parte de Galiano de Obeid. Concluye que tanto las monjas del monasterio como los servidores del Cerro “sufrimos una constante manipulación en nombre de la Santísima Virgen por parte de la Sra. María Livia y su cónyuge, Carlos Obeid, para su beneficio personal”.

LA CARTA

S/D

Soy la Hermana

Ingresé al Monasterio San Bernardo de Carmelitas Descalzas el 25 de Julio de 1991. Hice mi profesión de Votos Solemnes el 13 de abril de 1997 en dicho Monasterio, donde he sido Monja por 32 años al servicio de Dios, de la Iglesia y de mi familia religiosa, por amor a Dios y a las Almas.

Escribo este testimonio, dejando constancia de los hechos vividos desde el año 2014 hasta el 21 de diciembre del 2022, fecha en la que tomó la decisión de retirarme del Monasterio.

Desde el 10 de agosto del 2014, que parte a la casa del Padre Celestial la Madre María de los Ángeles (Priora en ejercicios de sus funciones), la vida en el Monasterio cambió radicalmente.

La Sra. María Livia Galiano de Obeid, una seglar allegada a la comunidad comenzó a manifestarnos, que la Virgen quería que la Nueva Priora sea la Hermana María Inés de Jesús Hostia; tuvo reuniones dentro del Claustro con cada una de las hermanas de forma privada, en mi caso me dijo que; «Para no perder tiempo, tenés que votar a la Hermana María Inés porque La Virgen la escogió». Quiero aclarar que para la elección de esta Priora y de la siguiente, la Sra. María Livia nos decía: «si no la votan, La Virgen se va a retirar de esta Comunidad», «se va a escoger otra comunidad», «se pueden condenar e ir al infierno por no ser fieles con la Obra de la Virgen», entre otras afirmaciones intimidantes.

Se realizaron las elecciones y fue elegida por unanimidad la Herman María Inés, pensando que era un bien para la comunidad. Pero en lo personal comencé a vivir un hostigamiento y violencia por parte de la nueva

Priora, sin saber qué lo motivaba. Me sacó del oficio de Tornera, alegando que «era para la salvación de mi alma», puso todas las oficinas bajo llave y las hermanas comenzaron a aislarme y nadie me dirigía la palabra, ni siquiera en las horas de recreación. Pasé un poco más de tres años sin que nadie me hable dentro del Claustro y no me fue permitido consultarle a la Priora el motivo de este accionar. Me prohibieron que me acercara a la Portería, a tal punto que tenía que rodear todo el patio para no cruzar por el claustro de la Portería. También me prohibieron que fuera a la huerta y al patio de San José, nunca me expresaron el porqué de las prohibiciones y si dudaban del desempeño en los oficios tampoco me lo manifestaron ni me pidieron que les diera cuenta de mis servicios.

El trato de la Madre hacia mí, era muy violento y con gritos. Comenzaron a grabarme las conversaciones con mi familia en el locutorio y en otras oficinas poniendo grabadores ocultos. Al darme cuenta, advertí a mis familiares que nos estaban grabando y como no teníamos nada que ocultar podíamos seguir conversando como siempre. Al comienzo eran hostiles también con mi familia, hasta que les prohibieron que me visitaran, solo podía recibir a mis padres y hermanos. 

Entre tantos hechos vividos, recuerdo que la Madre María Inés, sacó del Convento todo lo que nos habían regalado mi familia, desde pequeños obsequios hasta alimentos y abrigos.

En reiteradas ocasiones, la Sra. María Livia se reunían dentro del Claustro con el resto de las Hermanas, excluyéndome.

En cierta ocasión la Sra. María Livia quería que ingresaran los Servidores al patio de la clausura, para ensayar la obra de teatro que iban a presentar en el cerro en la Jornada de los Jóvenes, a lo que la Madre María Inés se negó, aludiendo que no había causa para romper la clausura. Ante esta negativa la Sra, María Livia expresa a la comunidad, que en las próximas elecciones debía elegirse otra Priora, porque la Madre María Inés le había dicho NO a la Virgen.

La hermana María Belén se acercó a la Madre María Inés expresándole su preocupación, porque la comunidad estaba muy cansada por el esfuerzo que implicaban las ferias de plato, siendo que nosotros teníamos el dinero de los alquileres en el banco, a lo que la Madre contestó que ya no teníamos dinero, porque le habían hecho firmar «algo» que la hermanita Belén no recordaba la palabra, pero que se lo había pedido el Contador Obeid y el Administrador Mentesana.

Cumplido el trienio, se realizan las nuevas elecciones con la misma presión de la elección anterior, pero con mucha más violencia verbal por parte de la Sra. María Livia, a fin de que votáramos a la hermana que, según ella, la Virgen había elegido. Debido a esto, sale elegida por unanimidad la Hermana María Fátima del Espíritu Santo.

Bajo el Priorato de esta Madre es que se realiza la visita Apostólica de Monseñor Martí de Elizalde y la Hermana María Isabel Girau; en esta ocasión la Madre pone un grabador en la mesa de trabajo de los visitadores, con el consentimiento de ellos, quedando registradas todas las entrevistas, incluidos los comentarios de los visitadores, por ejemplo «esta Hermana está más Rayada que la anterior», las cuales fueron escuchadas por la comunidad. Esta situación condicionaba las declaraciones de las Hermanas que entrarían a continuación.

También en este Priorato se hicieron obras en el convento por pedido del Sr Obeid porque quería hacer una playa de estacionamiento para tener más ingreso de dinero; debido a esto tuvieron que reformar el cementerio tomando una parte de él, por lo que los obreros trasladaron unas Urnas, profanando los restos de las hermanas religiosas, inclusive encontrándose luego huesitos en el piso.

Según lo que me confió la Herman María Belén, en varias ocasiones la Madre María Fátima Priora y la Hermana María José del Niño Jesús Supriora quemaron en la huerta documentación contable, yo pude ver esas acciones, pero no sabía de qué se trataba. Lo que se quemaba no eran las intenciones a la Virgen, ya que esta tarea la cumplían la Hermana María Inés, Hermana Lucía y la Hermana María Isabel. También se reunían a puerta cerradas por largas horas con asesores contables, el Sr Contador Obeid y la Sra. María Livia.

En una ocasión, en el torno de la Sacristía, Monseñor Mario Antonio Cargniello tuvo una discusión con la Madre María Fátima y la Hermana María José del Niño Jesús, las cuales les expresaron que querían irse al

Cerro y pertenecer a la Virgen, a lo Monseñor les responde que sí, pero que debían dejar el Convento y dejar de ser Carmelitas. Cuando le comentan lo sucedido a la Sra. María Livia, la señora nos instruyó que no debíamos dejar el Convento y no dejarles esa casa porque no era del obispado, que eso era nuestro.

Dado los hechos ocurridos durante el sepelio de la Hermana María del Carmen (25 de Septiembre del 2021), posteriormente (estimo noviembre o diciembre del 2021) por instrucción de la Señora María Livia, la Madre María Fátima nos obliga a firmar una hoja totalmente en blanco, para lo cual todas las hermanas formamos una fila entrando por orden de mayoría en el Monasterio (ósea que entré en el décimo cuarto lugar pero me hicieron firmar en el cuarto o quinto lugar), diciéndonos que se trataba sólo de un PROTOCOLO que sería activado si el señor Obispo intervenia el Convento. Firmamos esta hoja en blanco ante el escribano Federico Alurralde, el contador Carlos Obeid y su conyugue María Livia Galeano (solo ellos 3 estaban en el escritorio). Después de un tiempo, nos informaron que «había sido activado el protocolo y presentada la denuncia por violencia de género», alegando que era por culpa de la hermana María Magdalena que se había ido del Convento. Nunca tuvimos la claridad de que era lo que firmábamos.

Se vivían constantes faltas de caridad de las Madres hacia las Hermanas y de las Hermanas entre sí; por ejemplo, en una ocasión, la Hermana María Belén del Niño Jesús, volvía muy agotada de sus quimioterapias y era obligada a quedarse por largas horas en reunión con la Sra. María Livia, siendo que ella solicitaba retirarse por no sentirse bien, pero no se lo permitían.

En una ocasión la Hermana María Belén, solicitó un alimento particular (dado que al volver de las quimioterapias tenía un régimen especial de comidas), el cual le fue negado porque «era para la Sra. María Livia», a la que se le cocinaba todos los días, tanto a ella, como a su hija y su familia.

En las reuniones periódicas que se realizaban dentro del claustro, la Sra. María Livia intentaba amedrentarnos con amenazas tales como: «la que se va del Convento, se va con el Obispo»; «El Obispo y su entorno son una mafia»; «Cuando vayan a cruzar la calle, las pueden atropellar»; «Cuando vayan a tomar un café, las pueden envenenar». En otra ocasión refiriéndose a que no nos fuéramos del Convento, nos dijo que muchas hermanas ya no teníamos familia a donde ir, que nosotras ya no podíamos «tener un hombre, ni hijos» y que por nuestra edad «ya no servirían ni como personal doméstico».

Habiendo muchísimos otros hechos graves que nombrar, sólo listaré aquellos más relevantes:

  1. Se acusaba a mi familia de narcotraficantes y lavado de dinero.
  2. Fui convocada a la Capilla por la Sra. María Livia, la Madre María Fátima y la Madre María José del Niño Jesús, para increparme diciendo que yo era cómplice de las supuestas estafas que mi primo hacía al Convento y que íbamos a ir presos tanto yo como mi familia. Que la Sra. María Livia me iba a denunciar. A lo que respondí que para ir preso hay que cometer un delito y que, si yo lo había cometido, no tenía problema de hacerme responsable de mis actos.
  3. Se me dejó sola en la guardia de un Hospital público por 4 días, luego de una descompensación a
  4. pocos días de ser operada.
  5. Se me asignó el oficio de las Hostias, siendo que avisé a ambas Madres que soy asmática y alérgica al vapor. Por lo que tuve que asistirme con paff y barbijo para poder realizar la tarea.
  6. La Madre María Fátima, la Madre María José del Niño Jesús, y las dos clavarias, María Verónica y María del Mar, me convocaron para preguntarme si estaba de acuerdo en exigir a mi madre que cuando me visitara, no lo hiciera a mi primo Mario Martini. A lo cual respondí que no estaba de acuerdo. Aun así, le prohibieron a mi madre que visitara a Mario, si viajaba desde Mendoza a visitarme a mí. Que, si quería hacerlo, debía realizar otro viaje.
  7. Fui revisada (cacheo) en medio del refectorio, frente a toda la comunidad, porque sospechaban que tenía grabadores o celulares y que, con ellos pasaba información al Sr. Obispo. También
  8. revisaban mi celda y los cajones del coro.
  9. En otra ocasión la Hermana María Fátima hizo entrar al Padre confesor a la clausura (portería) para que recibiera el Sacramento de la confesión la Hermana María Magdalena (Daniela Delpierre), a la cual le exigieron que debía hacer la Confesión Sacramental delante de la Priora y sub Priora, al comienzo el Padre se resistió, pero finalmente termino accediendo. Personalmente no sentía libertad en la confesión, sospechando que me escuchaban o grababan, dado que en una oportunidad la Hermana María José del Niño Jesús, me hizo referencia de un pecado que solo lo había expresado en la confesión.
  10. En varias ocasiones, la Sra. María Livia, le dio a la Hermana María Fátima medicación tranquilizante para que le suministrara a determinadas hermana que ella le indicaba.
  11. Después de la denuncia radicada a Monseñor Mario Antonio Cargniello, Arzobispo de la ciudad de Salta, se presentó en el Monasterio la Dra. María Carolina Cáceres Moreno con su respectiva secretaria, para supuestamente tomar declaraciones a las Hermanas. Se la recibió en el locutorio en primera instancia a o lo que después pidió ingresar al Claustro, expresándonos qué; Estaba muy emocionada por estar dentro del Claustro, pero que por favor no deberíamos comentar a nadie su ingreso, porque podían dejarla fuera de la Causa o dejarla sin su cargo, también dijo que nosotras íbamos a ganar este Juicio, porque ella iba a hacer todo lo posible para ganarlo.
  12. Otro dato relevante fue que, cuando fui citada en el Juzgado de Violencia de Género para una pericia psicológica, me consultaron si en la visita de ese equipo de psicólogas y asistentes sociales al Monasterio yo había estado en el Locutorio donde fueron recibidas, a lo que conteste que no, que solo habían ido las Hermanas que la Madre Fátima había indicado, expresando éstas su sorpresa mirándose entre ellas dijeron…» la Madre dijo que estaba toda la comunidad presente….»

La salida del Convento

En una reunión de la familia Arias comentan que la comunidad del Convento ya no tenía la alegría que teníamos en tiempos de la Madre María de los Ángeles. Este comentario llega a oídos de la Sra. María Livia, a través de una servidora (Virginia Esquiú) y por ella, a las Madres.

En ese entonces la Hermana María Belén estaba recibiendo tratamiento de quimioterapia por parte del doctor Francisco Arias, quien le explicó que querían pedir disculpas por esos comentarios.

La Madre María Fátima nos reunió en Capítulo en el coro, para que votáramos quién quería que los doctores Arias, quienes por 3 generaciones atendieron a la comunidad, siguieran atendiéndonos. En esa ocasión tanto la Hermana María Belén como yo, solicitamos que se los recibiera y escuchara, a lo que la Madre respondió que: «Ya no es tiempo de perdonar».

Dado esta situación, la Hermana María Belén solicita salir del Convento, para poder seguir siendo atendida por el Dr. Francisco Arias y Dr. Miguel Escudero, en el Hospital Materno Infantil y yo pido salir también, para acompañarla. Se nos niega en reiteradas ocasiones estas salidas.

Se le solicitó este permiso al Sr. Obispo, telefónicamente. Fuimos autorizadas, pero se nos requirió una carta, dirigida a él, para formalizarlo y poder hacer un Decreto de exclaustración y hacer ese tratamiento. En el interín, la Madre María Fátima, se comunica con María Livia, y me obligan a llamar telefónicamente al Obispo, leyendo una nota escrita de puño y letra de la Madre, en la cual yo desistía de acompañar a María Belén, «ya que ella tenía familia que podía hacerlo». En realidad, la nota además decía que María Belén «se iba por un capricho», pero yo me negué a leer eso.

Ambas seguimos insistiendo con el pedido de salida y dilataron el envío al Obispo de nuestro pedido. Es más, nunca fue enviado.

Ante la tercera negativa, me comuniqué con mi hermana, en el locutorio, y le solicité que ella tramitara mi salida para acompañar a María Belén a recibir su tratamiento con el Dr. Arias. Mi hermana se hizo asesorar para hacer una denuncia por privación ilegítima de la libertad. El día 21 de diciembre me van a buscar al Convento con orden de la Fiscalía y de allanamiento de la propiedad. Tocaron el timbre a las 13:20 hs. Pero no les abrieron la puerta, hasta que llegó María Livia a las 15:00 hs., entrando al Convento por el portón de atrás.

María Livia me siguió amenazando para no dejar el Convento, alegando que, al irme, iba a destruirlo.

Las fiscales me indicaron que podía irme con ellas, y que podía yo misma retirar mis cosas, sino la policía entraría a buscarlas. Ante esta situación la Madre María Fátima, con las Hermanas María Verónica y Lucía, me acompañaron a la celda a retirar mis pertenencias, previa revisación.

Me trasladé a un domicilio particular ofrecido para estas circunstancias, donde acompañé a la Hermana María Belén hasta su partida a la Casa del Padre y donde sigo domiciliada actualmente, esperando una solución de la Santa Sede para regularizar mi vida consagrada, siendo mi deseo volver al Claustro y seguir siendo Carmelita.

Demás detalles de toda esta última etapa, se encuentra en las diferentes presentaciones judiciales que hice por esta causa.

Conclusión

Dados los hechos y acontecimientos vividos durante los últimos 9 años, donde se me coaccionó, puedo afirmar que la Sra. María Livia:

  1. Provocó un cambio total en la vida diaria del Convento, transformando radicalmente las enseñanzas recibidas en las reglas del Claustro.
  2. Nos manipuló espiritual y moralmente, transformando nuestra conciencia, a través de mentiras y amenazas, arrastrando a las Madres en el mismo camino.
  3. Utilizó el nombre de la Santísima Virgen para lograr sus objetivos, diciéndonos constantemente que esto era lo que la Virgen nos pedía.
  4. Habló mal y con desprecio de toda persona que se opusiera a sus disposiciones, no importando si se trataba de laicos, religiosos o sacerdotes.
  5. Después de estar fuera del Claustro, le consulte a la Hermana María Belén porque tanto hostigamiento contra mi persona, a lo que ella me contesto por plata, todo es por plata. Y en una reunión la Sra. María Livia nos dijo a las hermanas en forma plural «Las Hermanas hacen muy mai en comprarle casas a sus primos» siendo que yo era la única que tenía un primo que se había venido a vivir a Salta a servir a la Virgen.

Mi apreciación según todo lo expuesto es que; Tanto las Hermanas del Monasterio como los servidores del cerro, sufrimos una constante manipulación en nombre de la Santísima Virgen de parte de la Sra. María Livia y su conyugue Carlos Obeid para su beneficio personal.

Sin otro particular, lo saludo en los Sagrados Corazones de Jesús y María, quedando a su disposición para lo que necesite. Con santo afecto

Los motivos de la Iglesia para no aceptar las apariciones de la Virgen del Cerro

La Iglesia de Salta inició una investigación para analizar el fenómeno de las apariciones de la virgen del cerro y fijó su posición incluso sobre María Livia Galliano de Obeid, a quien le pidieron en 2003 que se realizara un examen psicodiagnóstico para comprobar la veracidad de sus relatos.

La iglesia de Salta emitió dos documentos sobre la cuestión en dos oportunidades: año 2003 y 2006. Allí analizaron “las supuestas revelaciones de la Santísima Virgen a la Señora María Livia Galiano de Obeid y el movimiento espiritual suscitado alrededor de la Ermita construida en el Cerro a la que acuden los fieles, especialmente los días sábado”. Señalaron que se trataba de turismo religioso porque la mayoría de los visitantes no son de Salta.

Según el documento firmado por Mario Antonio Cargnello, Arzobispo de Salta, existe una cronología especifica narrada por Galliano sobre cuando empezaron las apariciones y la trasmisión del mensaje que en el lugar debía construirse un santuario.

Para Cargnello se trata de un fenómeno de “Revelaciones sin contenido”, y describe que esta caracterización según él se debe a  que:
– Hay pronósticos aterradores que no se cumplieron (13 de octubre de 1995 y el 13 de abril de 1996).

– Hubo censura y “nihil obstat” de los Mensajes (26 de noviembre de 1997).

– Se da el peligro de confundir convicciones subjetivas ( por ejemplo la coincidencia de su deseo de construir un Santuario con la llegada de la postal del sobrino desde Bologna) con “revelaciones” de la Virgen.

Finalmente el Arzobispado de Salta en su documento de 2003 señala que por lo expresado la Sra. María Livia Galliano de Obeid y la Comunidad del Monasterio “San Bernardo”de Salta, se han de someter a las indicaciones de la Comisión Arquidiocesana nombrada para investigar. “Galliano de Obeid se ha de abstener de transmitir mensaje alguno de la Santísima Virgen tanto en público como en privado y por ello mismo, no ha de publicar ningún mensaje. Se ha de confiar a la guía de un director espiritual”, y someterse a un estudio psicológico, describen.

Fuente: Diario La Nación y Archivo del Semanario Cuarto Poder