Las noticias que llegan muestran el estado de deterioro social en Orán, la última ciudad fundada por españoles en América. Allanamientos de las fuerzas federales, operativos de organismos fiscales y episodios de violencia desmedida desnudan la fragilidad del tejido social en la caliente tierra norteña. (Gonzalo Teruel)

“Allanaron más de 20 locales comerciales”, “Incautaron 170 kilos de cocaína”, “Vecinos intentaron linchar a un ladrón a pedradas” son sólo algunos de los titulares que la prensa entregó en los últimos días desde sus corresponsalías en San Ramón de la Nueva Orán. En el primero se hace referencia a un megaoperativo comandado por la Policía Federal y la Policía de Seguridad Aeroportuaria del que también participaron agentes de la AFIP y la DGI en locales bailables, confiterías y hasta en medios de comunicación.

Algunos de los locales allanados y después clausurados son propiedad de Gustavo Astún y Roberto Meri, empresarios con importantes vínculos políticos. Otro titular, en tanto, da cuenta de un operativo de combate al narcotráfico iniciado en la ruta provincial 5, cerca de Las Lajitas, y terminado en Orán donde efectivos de Gendarmería Nacional incautaron 170 kilos de cocaína, 11 de pasta base y precursores químicos y desarticularon una cocina de cocaína. Pese al enorme despliegue de las fuerzas de seguridad, la tercera noticia es la más dramática por su nivel de violencia. Un joven de 19 años, que había robado una garrafa y un cuchillo de cocina, fue perseguido a pedradas por los vecinos del domicilio perpetrado. Sufrió heridas graves en su cabeza y luego fue detenido por la policía local.

Narcotráfico, trata de personas, prostitución infantil, contrabando, corrupción, entre otras, son problemáticas recurrentes en estas y otras crónicas periodísticas que contradicen recientes declaraciones del titular del Foro de Intendentes de Salta, Sergio Ramos. “En el interior de la provincia se ha recuperado la paz social”, aseguró días atrás y agregó que “hoy el gobernador puede caminar tranquilamente en todos los municipios, sentarse en una plaza y conversar con los vecinos, cosa que antes no pasaba porque el interior era un caos”. En su afán de elogiar al gobierno de Juan Manuel Urtubey, el Topo Ramos sostuvo que “esto se ha logrado con un trabajo diario de las autoridades municipales y provinciales para recuperar la paz social”.

El trabajo gubernamental al que hace referencia Ramos es todavía insuficiente. Tan insuficiente que Urtubey y el intendente Marcelo Lara Gros inauguraron, también esta semana y con bombos y platillos, la ampliación del servicio de agua potable para 130 familias y entregaron 63 escrituras de terrenos en Orán.

“Recuerdo a algunos barrios que no tenían ni agua, ni luz, ni cloaca, no tenían nada…”, reconoció Lara Gros al presentar las obras que forman parte del Fondo de Reparación Histórica con el que el gobernador se hizo fuerte en el norte de la provincia y que no logran disimular la deficitaria infraestructura en sus dominios. De acuerdo al último Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas sobre un total de 31.859 viviendas relevadas en Orán, más de 10 mil no están conectadas a la red pública de provisión de agua corriente y vierten sus desechos sanitarios a pozos porque tampoco tienen conexión a la red cloacal.

El suministro de gas también es precario, más de la mitad de las casas utiliza garrafa y es casi igual el número de viviendas -6.984 y 7.877- que utilizan carbón o leña que la que está conectada a la red de gas.

De esas mismas 31.859 viviendas, casi 20 mil tienen pisos de tierra, ladrillos o cemento y sólo 11 mil tienen cerámicos, mosaico u otro material noble. En idéntico sentido, en más de 20 mil casas el techo es de chapa o materiales precarios como tablas, cartones, cañas o barro.

El último Censo (2010) reveló, además, que en Orán existen más de 6 mil viviendas de extrema precariedad como ranchos o casillas.

Desde hace décadas la sociología y la teoría política moderna enseñan que, si bien no existe relación directa entre pobreza y violencia, un entorno hostil es susceptible de procesos de convulsión social. En Orán el entorno, al menos en lo que respecta a infraestructura urbana y domiciliaria, es hostil y explica -en parte- la violencia social que informa la prensa.